María Cristina Camilo: 65 años en el arte

María Cristina Camilo, llegó a la capital segura de que con sus conocimientos y su experiencia, no le sería difícil conseguir un trabajo como enfermera.

María Cristina Camilo, llegó a la capital segura de que con sus conocimientos y su experiencia, no le sería difícil conseguir un trabajo como enfermera. Sin embargo, un paseo junto a una prima y el enamorado de ésta, le harían encontrarse con su verdadero amor: Los medios de comunicación.

Por eso, de sus 92 años de vida, 65 los ha dedicado a la locución y al arte dramático. Es su voz la que por 64 años ha anunciado los números ganadores de los sorteos de la Lotería Nacional.

Antes de emprender su camino hacia la comunicación, en su natal San Francisco de Macorís, soñaba con ser doctora, pero cuando escuchó que en La Voz del Yuna necesitaban locutores, se atrevió a hacer una prueba y de inmediato fue seleccionada.

En este diálogo, no quiere perder la oportunidad de agradecer a José Francisco peña Guaba, por haber bautizado con su nombre el salón de sorteos de la Lotería Nacional. “Ese fue un verdadero reconocimiento a mi labor en la Lotería Nacional”.

1. El día de Navidad
Nací en San Francisco de Macorís, el domingo 25 de diciembre del año 1921, no conocí a mi madre, porque murió cuando yo era muy pequeña, se llamaba María Antonia Rodríguez, y mi padre se llamaba Basilio Camilo Pantaleón. Mis primeros años de vida fueron muy felices, a mí me crió una tía que llevaba el mismo nombre de papá, Basilia Camilo Pantaleón de Amarante. Ella y su esposo tenían 20 años de casados y no tenían hijos, y como yo quedé huérfana y ella era hermana de mi padre, ellos me tomaron como su hija y me criaron con ese amor con que se cría a un hijo. No me pudieron adoptar porque ya yo estaba reconocida por mis padres biológicos. Te puedo decir con toda sinceridad que fui una niña feliz. Éramos 43 hermanos de padre, a muchos no los conocí.

2. Hija de su tío
Cuando descubrí que no era hija de mis padres de crianza, fue un golpe muy duro para mí, pero yo dije, que si yo hubiera tenido una madre, no me hubiera querido tanto como ésta, ni yo la hubiera querido tanto. Crecí como hija única. Cuando pasé al primer teórico, se necesitaba el acta de nacimiento y ahí yo vi que no tenía el apellido del papá de crianza, indagué y me dijeron el porqué. Pero te aseguro que en esos padres yo tuve todo el amor que puede recibir un hijo.

3. Casada muy joven
Me casé muy joven. Mis padres me casaron para asegurarme mi porvenir, porque ellos se habían quedado en la ruina. Ellos, de la opulencia se vieron reducidos a la miseria. Mi papá era vendedor de frutos y tenía un almacén de frutos, cacao, café y lo exportaba, y teniendo un almacén repleto hasta el techo de café y cacao, que lo había comprado a 20 pesos, Trujillo, de un plumazo, lo bajó a tres pesos y mi papá perdió mucho dinero. Hipotecó y perdió su casa y su finca para poder pagar sus deudas y para mayor desgracia el club que nos quedaba al lado de la casa en que vivíamos, en San Francisco de Macorís, Trujillo lo mandó a incendiar y se quemaron nueve casas, entre ellas la nuestra. Quedamos en la miseria, con lo que teníamos encima. Como mis padres me querían tanto, quisieron asegurarme mi porvenir y entonces, este señor… de muy buena familia, un hacendado muy bueno, que para ellos reunía todas las condiciones, además de tener buena posición económica, se enamoró perdidamente de mí, él me llevaba 13 años. Entonces ellos acordaron que me casara y yo, obediente, porque siempre he sido obediente, le dije: “bueno, me voy a casar con usted, pero yo no lo quiero”. Y él me dijo: “eso no importa, el amor nace después”. Pero no nació, porque él tomaba mucho y yo no compartía eso, y hasta la fecha no tomo nada de alcohol. Gracias a Dios, de esa relación tuve mi único hijo, mi razón de vivir. Dios me tenía destinado eso, para que yo tuviera un motivo para vivir.

4. Enfermera
El bachillerato lo hice en Naturales, porque yo quería ser enfermera. Tenía un hermano que era médico y le pedí que hablara con el director del hospital de San Francisco de Macorís, para comenzar a estudiar enfermería, porque luego yo quería estudiar Medicina. Mi hermano le habló y el director del hospital aceptó. Él, al verme tan entregada a mi trabajo, cuando inauguró su clínica me llevó para allá. En esa clínica estuve 12 años, terminé mi bachillerato, estudié para enfermera en una escuela que tenían los americanos, ahí me gradué como enfermera quirúrgica. Después de 12 años, mi sueldo era muy poco y ya mi hijo iba para el octavo curso, yo necesitaba más recursos, porque yo era el sostén de mi mamá, mi papá, de mi hijo y de una niña que yo estaba criando. Entonces yo le pedí aumento al médico y me dijo que no podía aumentarme y decidí venir a la capital. Me sentía segura porque tenía mi título de enfermera y tenía experiencia. Estaba segura que conseguiría trabajo como enfermera.

5. Cambio de planes
El día que llegué a la capital, llegué viernes y el sábado, el enamorado de una prima mía, donde yo me estaba quedando, nos invitó para que fuéramos al Bazar del Aire, que era en la Voz del Yuna en esa época. Ella me preguntó que si los podía acompañar y le dije que con todo el amor. Cuando llegamos a la Voz del Yuna, era una casita de dos plantas, y en la azotea se hacía el Bazar del Aire. Allí se presentó Rivera Batista y dijo: “su atención por favor, se solicitan los servicios de cinco locutores, se requiere que sean bachilleres, que tengan buena voz y buena dicción. Los interesados deben pasar a partir de mañana por la dirección general”. Yo le dije a mi prima y a su enamorado: “yo voy a venir a solicitar eso”. Ellos se rieron, porque claro, qué ignorancia la mía, pensarían ellos. Entonces, al otro día, ni corta ni perezosa me presenté y cuando me hacen pasar, me encontré con el director, Petán Trujillo, él me había visto una vez en mi pueblo, en un agasajo que le habían hecho en el club, porque él tenía una noviecita allá, y yo había ido como invitada a ese agasajo. Él, que tenía una retentiva bastante buena de las personas, cuando me vio me preguntó que qué yo buscaba ahí y le dije que venía por lo del anuncio,  me preguntó que cuál anuncio y le dije que estaban solicitando locutores. Me preguntó que si yo era locutora, le dije que no, pero que era bachiller, tenía buena dicción, que solo había que probarme la voz. Me hicieron una prueba, le gustó y ese mismo día me nombró. Figúrate, yo ganaba 20 pesos en mi pueblo y me nombran aquí con 75 pesos, para enseñarme a ser locutora, yo me sentí la Reina de Saba, millonaria. Entonces me mandaron a que el jefe de los locutores me adiestrara y a los 15 días me aumentaron a 100 pesos. Eso fue en 1948, después de eso traje a mi familia. Ya tengo 65 años en esas labores.

6. Una gran preocupación
En mi vida recuerdo haber vivido algunos momentos muy dolorosos. Uno de ellos, cuando mi hijo se me enfermó a los pocos años de haber venido a vivir aquí. Él tenía un fuerte dolor en una pierna y no le encontraban nada, y los médicos me llegaron a decir: “mire señora, su hijo, o tiene tuberculosis del hueso o tiene leucemia o cáncer en el hueso”. Cuando a la madre de un solo hijo se le dice eso, ya tú sabes. Para mí fue como si me hubieran dado la peor puñalada en el corazón. Pero ahí se manifestó el gran poder de Dios. Él tenía 19 años. Era solo un pequeño quiste en la cabeza del fémur.

7. Madre desesperada
En los días que mi hijo estaba enfermo, Trujillo había hecho traer al país un médico para que atendiera al señor Pucho Catrain. Entonces yo, cuando me dijeron lo de mi hijo, lo que hice fue ir al Sagrario y tirarme a los pies del Señor y llorando, en la iglesia de San Juan Bosco, le decía al Señor que él me lo había dado, que me lo quitara cuando él quisiera, pero que yo prefería irme primero. Cuando salgo llorando de la iglesia me encuentro con Freddy Miller, un compañero mío, y me preguntó lo que me pasaba y le conté. Él me dijo que le pusiera un telegrama al Jefe, como le decían a Trujillo, y le pidiera que el médico que él trajo para el señor Catrain, viera a mi hijo. Así lo hice. Llegando a la empresa, llegó el carro número uno a buscarme, parece que le sorprendió que yo le pidiera audiencia con carácter de urgencia. Nunca en la vida pensé que a mí se me iban a hacer tantos saludos por donde quiera que pasaba, pensando que era Trujillo, pero era esta pobre infeliz.

8. Ante Trujillo
Cuando llegué, le dije a Trujillo que ahí no estaba la locutora, le dije que ahí estaba la madre. Le conté lo que me estaba pasando. Le dije que era una madre con un solo hijo y que me habían dicho lo que posiblemente él tenía y que yo iba ante él para ver si me podía ayudar a que el médico que él había traído viera a mi hijo. Llamó de inmediato al encargado de Salud Pública y le dijo: “esta joven necesita que el doctor que vino a ver a don Pucho le vea a su hijo y que le hagan todo lo que necesite. Resuélvale el problema”. Entonces el médico lo vio, dijo que era un quistecito y lo operó.

9. La Lotería
Aun en medio de la Revolución yo iba a cantar la Lotería. La ciudad estaba dividida en dos, yo vivía en el Ensanche Luperón. Yo amanecía donde las Teresianas, que estaban en la José Conteras esquina Máximo Gómez. Ellas dirigían el Véritas en esa época, y yo dormía allá para poder trasladarme a la Lotería, pero yo quiero que sepas que a mí me pasaban balas silbando, las oía. Cantaba mi lotería como si no estuviera pasando nada. Desde el primer sorteo hasta la fecha, tengo 64 años ahí. Cantando la Lotería he pasado ciclones, guerra y temblores de tierra muy fuertes.

10. El mismo día que Jesús
A mi nieto yo le decía que yo había nacido el mismo día que había nacido el Nino Jesús y él, un día, viene y me dice: “maíta, tú me dijiste que tú naciste el mismo día que nació el Niño Jesús, y le respondí: “sí mi amor”, y me contestó: “oye, ¿pero tú eres tan vieja?, porque a mí en la escuela me dijeron que Jesús tiene dos mil años”. Él pensaba que fue el mismo día y el mismo año.

Un camino que inició hace 65 años

Cuando comencé a trabajar como locutora, comencé a estudiar locución y arte dramático, trabajaba como locutora y como actriz, pero cuando se comenzó a planificar que se iba a traer la televisión a la República Dominicana, Petán trajo un equipo de la RCA Víctor para que nos enseñara al equipo de locutores de la emisora cómo conducirnos ante las cámaras, cómo vestirnos y algunos gestos que no se debían hacer. Cuando llegó el día primero de agosto del año 1952, a las 12 del día, fecha en que se cortaron las cintas para dejar inaugurada la televisión, el primer programa que se hizo, luego de finalizados los discursos,  fue Romance Campesino, de Macario y Felipa, y me tocó a mí la dicha, la gloria y el gran privilegio, de ser el primer rostro femenino que apareció por televisión. Yo siempre hago el aclarando de que habían mujeres preciosas, modelos bellísimas, pero a mí se me designó por ser la única locutora del staff de locutores de la empresa. Habían 13 hombres y yo era la única mujer. Yo presenté el programa y luego, ellos vinieron a hacer su comedia y después despedí el programa. Fue una experiencia muy bonita que llevo grabada en mi corazón.

Confesión
“Duré casada muy poco tiempo y nunca más me volví a casar. Realmente yo no quería casarme. La gente se ríe, porque yo digo que soy una monja frustrada”.

Privilegiada
“Soy una privilegiada porque en la actualidad, no hay aquí una actriz en los medios de comunicación que tenga mi edad y si alguna hay, no está activa”.

Activa
“Ahora es que estoy activa. Con esto del cine, ahora mismo tengo ocho películas filmadas, ya comencé la novena y el próximo mes filmo la décima”.

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