“Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; Él rescata tu vida de la fosa y colma de gracia y de ternura” Sal. 103: 3, 4.
Aunque parezca una contradicción, es un lenguaje figurativo y literal al mismo tiempo: Dios pesa nuestros corazones.Gramo a gramo, nuestro Padre sabe cómo andamos.
Su medida es diferente; quizá no es el volumen lo que interesa, más bien es el contenido. Por grave que sea tu pasado, la nueva persona que eres borra, para Dios, todo aquello; por algo murió Jesús, por algo nos lavó con su sangre, por algo Dios materializó en la cruz el más grande sacrificio y el más maravilloso milagro de amor.
Si Dios te perdonó ¿por qué no hacerlo tú? Vela por tu presente y por tu futuro, haz un compromiso con el bien hacer, pero no dejes que tu pasado te torture. Haz que tu corazón tenga nueva medida.