Juez José Manuel Hernández: “Mi papá inculcó en nosotros el amor al trabajo”

José Manuel Hernández Peguero, nació en Constanza, dentro de una familia numerosa, guiado por un padre recto y amoroso, que le enseñó el valor de la retribución económica producto del trabajo. En su casa, junto a sus siete hermanos recibió…

José Manuel Hernández Peguero, nació en Constanza, dentro de una familia numerosa, guiado por un padre recto y amoroso, que le enseñó el valor de la retribución económica producto del trabajo. En su casa, junto a sus siete hermanos recibió el ejemplo de una madre solidaria.

En este diálogo, el magistrado del Tribunal Superior Electoral, exfiscal del Distrito Nacional, destaca la influencia que las mujeres importantes de su vida han tenido en él positivamente.

En lo profesional, se siente satisfecho con su labor como abogado y la oportunidad que ha tenido de ayudar a las personas que lo han requerido; como Fiscal del Distrito Nacional, desarrolló políticas tendentes a mejorar las condiciones en que las mujeres recibían asistencia, a través de la iniciativa de las Fiscalías Barriales. En lo personal, lo más triste fue ver morir a su padre, ser testigo de su último hálito de vida. En lo familiar, define a su esposa e hijos como la mayor de las bendiciones que ha recibido.

1. Constancero
Mi familia materna es oriunda de Constanza, adonde mi padre, como abogado, acudió a ejercer la profesión, luego de haber sido juez de paz en La Vega y de haber sido cancelado por cuestiones políticas en la época de Trujillo. Entonces, mi papa se traslada a La Vega, a pesar de que siempre mi madre iba a La Vega a dar a luz, el parto se le adelantó y en mi caso, nací en Constanza. Soy el único de ocho hermanos que no nació en La Vega. Ahí me tocó vivir el primer año. Luego de la muerte de Trujillo, mi padre regresa a La Vega y allí cursé la primaria y la secundaria.

2. Tiempo para todos
En una familia numerosa como la mía, suceden muchas cosas…porque la diferencia de edades era muy poca, a lo sumo dos años y a veces un año, éramos contemporáneos, ya tú sabes, trabajamos en equipo en todo. El que peleaba con uno tenía que pelear con todos. Ocurrieron tantas cosas. Tengo que destacar cómo mis padres interactuaban con todos y a la vez con cada uno en particular. A cada quien le dedicaban su tiempo especial para sentirse querido, amado, respetado y eso es importante en este tipo de familia, por la diversidad entre nosotros, en cuanto a los caracteres y temperamentos. Éramos diferentes. Entonces el padre y la madre tenían que armonizar. Hacer posible la convivencia.

3. Rectitud y amor
Mi padre era muy recto y nos imponía disciplina. Supervisaba constantemente nuestros closets y a partir de los resultados, tanto de nuestra organización, como de nuestro desempeño escolar, de nuestras notas, estaban nuestras compensaciones económicas. Es decir, él, al que mejor se portaba y mejores notas sacaba, ese obtenía la gratificación mayor. Eso nos estimulaba. En mi casa, éramos de una familia de la sociedad vegana, media alta, y en el garaje de la casa, mi papá tenía una granja de pollo, donde habían 200 gallinas poniendo huevos y nosotros nos íbamos rotando todos los días a la cinco de la mañana, para recoger los huevos, limpiar el gallinero, ponerles comida y agua. Mi papá tenía negocios y en esos negocios nosotros trabajábamos. Mi papá era representante de La Curacao, tenía dos cines, y allí, nosotros vendíamos las taquillas y realizábamos todas las labores propias de ese lugar. Eso no pasaba con otros contemporáneos de nosotros. El concepto de la educación no se circunscribió solo a lo académico, sino que inculcó en nosotros el amor al trabajo, el valor a la retribución económica producto del trabajo. Mi madre se llama Altagracia, pero nadie le dice así, porque todos la llaman Tatica Peguero. Las mujeres en mí han ejercido, yo diría, una influencia importante, las mujeres que me acompañan. Desde mi madre, en el aspecto de moldear el temperamento fraternal, solidario, amoroso, pasando por mi esposa, can la cual llevo más de la mitad de mi vida; mi suegra y mis hijas, que son dos excelentes jóvenes, que me merecen mucho respeto y valoración.

4. Tremendo
Yo era tremendo, siempre he tenido un carácter y un temperamento fuerte. De los ocho hermanos, el único que se iba de la casa, cuando se molestaba, era yo. En tres ocasiones me le fugué y vine a la capital. Volvía negociando con ellos. Te estoy hablando de un muchachito de 14 años, que cogía una guagua y arrancaba para la capital y me quedaba donde mi tío, al cual mi mamá ya había llamado para avisarle. Yo he sido siempre una persona fuerte, no mal humorado, de convicciones. Yo era el único que hacía eso. No me daban pela.

5. Una “galleta”
Mi papá me dio una vez una galleta y fue por un hecho por el cual yo era inocente. Don Hugo Álvarez, que fue vicepresidente de la Suprema Corte de Justicia, un abogado prestigioso de la ciudad de La Vega, era vecino nuestro, y en su casa tenía unas matas con unas naranja preciosas. Entonces, cuando nos íbamos a jugar béisbol, nos gustaban las naranjas. Él tenía dos perros pastor aleman grandísimos y guapos, pero los muchachos son traviesos y como la casa era grande, dos amigos se ponían en una esquina a entretenerlos, mientras los otros dos cogían las naranjas. La esposa de don Hugo estaba cansada de eso, y en una ocasión, en vacaciones, ella nos persiguió y cuando vio que yo entré a mi casa con mi hermano, nos enfrentó con nuestros padres. Pero yo no estaba maroteando naranjas. Mi padre recibe la queja, le dio mucha vergüenza y delante de ella me dijo: “eso es lo que yo te he enseñado”. Y me dio una galleta y me mando a mi habitación.

6. La pensión…su independencia
En el año 1978, tengo la oportunidad de iniciar mis estudios de Derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, para lo cual, en el traslado a la capital, tuvimos que vivir en una pensión, mi hermano y yo. Fue una experiencia satisfactoria, la independencia que logramos mi hermano y yo. Es decir, no independencia económica, pero sí en lo que respecta al diario vivir, a lo que respecta al trato inmediato con los padres, a la supervisión. Allí comenzamos una nueva vida. Mientras estudiaba Derecho, estudié y me gradué de técnico en Seguros en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña y durante ese tiempo de estudios de Derecho que concluí en 1984, trabajé en el área de seguros.

7. Abogado
Yo quería ser abogado, pero quería formarme y vivir la experiencia de no estar bajo la sombra y la supervisión de mi padre, quería independencia. Cuando me gradué en 1978, ya yo tenía tres hermanos que estaban estudiando en la Universidad Católica Madre y Maestra de Santiago y mi papá no quería que yo viniera a estudiar a la capital porque en la UASD siempre había líos y se perdía el tiempo; eran tiempos de Balaguer. Pero ocurrió que en el 1978, cuando yo me gradúo hay cambio de gobierno, y entonces tomé un examen de admisión en la UCMM de Santiago y en el examen salió que yo podía estudiar Arquitectura o Derecho, pero como mi papá no quería que yo viniera a la capital y quería que yo estudiara Derecho, le dije que si me quedaba estudiando en Santiago, estudiaría Arquitectura. Y él me dijo: “mi hijo no me hagas eso”. Fue así que nos permitió a mí y a mi hermano estudiar en la capital.

8. El ejercicio
Desde antes de graduarme fui acogido en la oficina de un hermano de mi padre, Rafael Acosta; es decir, que antes de graduarme ya me había involucrado en el ejercicio del Derecho. Dos personas fueron determinantes durante mis estudios, que fueron Manuel Vicente Felliú y Rafael Acosta. Ellos hicieron énfasis en una parte muy importante, que es el estudio de los procedimientos en las distintas ramas del Derecho. Ellos le daban mucha importancia a eso y al análisis de las sentencias dictadas por los tribunales. Fueron referencias muy importantes en mi vida. Entonces, en el año 1990 reuní en una oficina de abogados, Hernández & Hernández, a mi familia profesional, es decir, a mi padre, Oscar Hernández Rosario; a mi hermano Lincoln Hernández, a mi otra hermana, Ana María Hernández, y a mi otro hermano Rafael Hernández, que se dedicaba a Bienes Raíces.

9. Fiscal
Al estar involucrado con esas maravillosas mujeres, cuando tuve la oportunidad de devolverle a mi pueblo el agradecimiento por lo que yo había tenido, cuando a los 44 años fui escogido para ser fiscal del Distrito Nacional, puse de manifiesto la admiración que siento por la mujer, y es a partir de ahí que inicio toda una serie de acciones para cambiar todo lo que era la atención a la mujer, y logramos muchísimo; desde cambiar aquel departamento que funcionaba en Villa Juana, un lugar destartalado, que era el único lugar donde se atendía a la mujer, a lo que pasó a ser la Unidad de Atención y Prevención de la Violencia, en la Rómulo Betancourt, lo que fueron las Fiscalías Barriales… Es decir, toda esa visión no es más que el fruto, yo diría, de una identificación que tengo con un segmento poblacional bastante desvalido, maltratado, que es la mujer dominicana.

10. Una bendición
Me casé en el año 1987, con la periodista Yanira Fondeur. Debo mucho agradecimiento a Dios por lo que me ha permitido ser, por tener una excelente y digna mujer que me acompaña desde el año 1982, cuando logré conquistar su amor, después de dos años de duro batallar para convencerla de que mi amor era el más puro y el que más le convenía. A partir de ahí ya han pasado 28 años de matrimonio y tenemos tres amorosos hijos; las dos primeras: Laura Patricia, abogada, experta en asuntos de género, y Pamela Yanirah, administradora de empresa, ahora está realizando una especialidad en Cocina de Restaurante, en Nueva York, y el tercero Enrique José, que cursa el cuarto de bachillerato.

Desde el primer caso, hasta el TSE

Uno de mis primeros casos fue tener que asistir a un empleado de escasos recursos económicos, que fue acusado de haber violado y matado a una hijastra. Fue tanta la impresión y la conmoción cuando me explicó por qué no se declaraba culpable, que me dediqué de manera gratuita a defender su inocencia. Y lo logré, después de seis años y de haber conocido no dificultades, sino la tragedia que es para un imputado de hechos tan malvados como ese, en una cárcel como La Victoria, donde cuando lo recibieron le dieron una golpiza que duró dos días interno, y ver su fortaleza cuando me decía : “doctor, yo no me puedo declarar culpable de algo que no he hecho”. Después de haber sido fiscal cuatro años, volví al ejercicio profesional independiente, y como siempre la respuesta de mis amigos fue siempre buena. Sin embargo, opté por participar en esta posición por entender que por ser este tribunal una entidad nueva me daba la oportunidad para poner en marcha muchas iniciativas. Soy muy emprendedor. Mi esposa me dice que yo siempre tengo de 15 a 20 fogones encendidos, es decir, asuntos diversos. Siempre estoy activo. Eso me motivó a participar con un riesgo en la evaluación, porque todos los participantes eran excelentes profesionales. 

Experiencia
“Antes de graduarme, ya me había involucrado en el Derecho. Fui acogido en la oficina de un hermano de mi padre, Rafael Acosta”.

Independiente
“Yo quería ser abogado, pero quería formarme y vivir la experiencia de no estar bajo la sombra y la supervisión de mi padre, quería independencia”.

Formación
“Mientras estudiaba Derecho, estudié y me gradué de técnico en Seguros en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. Trabajé en el área de seguros”.

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