Sin dudas, Amable Aristy Castro es un símbolo viviente del balaguerismo y del Partido Reformista. Un hombre orgulloso de la tierra que lo vió nacer, que profesa abiertamente su fe ciega en la Virgen de La Altagracia, patrona del pueblo dominicano.
Es en manos de esa madre espiritual, en la que afirma pone todos sus proyectos de vida. Amable, siente satisfacción al recordar su origen humilde y cuenta que de niño quería ser sacerdote, pero que la vida lo fue llevando por diferentes caminos. Explica que unos años más tarde, con gran esfuerzo, sacrificio y un trabajo intenso, se convirtió en un próspero empresario, no sin antes haber masticado el pan amargo de la pobreza.
Luego de alcanzar una sólida posición económica, un amigo le presentó al presidente Joaquín Balaguer, ese sería el comienzo de una larga militancia política, donde no todo ha sido color de rosa, porque, como casi todos los políticos, ha tenido que enfrentar ataques desde diferentes litorales, a veces hasta de sus opropios compañeros. “Pienso que el tiempo es el mejor aliado del ser humano, muchas cosas por las cuales me han cuestionado, el tiempo ha demostrado que no han sido ciertas. Yo nací para hacer el bien”. Hoy, aspira a dirigir el partido fundado por su maestro y guía, Joaquín Balaguer, con el objetivo de avivar en los corazones de los reformistas, la llama del balagarismo y como en sus mejores tiempos, hacerlos desfilar hacia el palacio de gobierno, “a paso de vencedores”.
1. De La Altagracia
Soy de la provincia La Altagracia. Nací en la sección El Bonao, del municipio de Higüey. Fui un niño un poco travieso. Inicié mis estudios primarios en la escuela de El Bonao. Recuerdo perfectamente a un profesor que se llamaba Manuel Arquímedes Jiménez y a una profesora que todavía aún vive que apodábamos doña Tita, una profesora muy querida, a quien recuerdo con mucho cariño.
2. Carpetoso
Yo daba mucha carpeta, porque en los pueblos existían los famosos huertos, donde habían muchas matas de mango y a uno siempre le gustaba ir a buscar esos frutos. Me crié con mis abuelos maternos, Andrés Castro y Magdalena Castro Castillo, y con mi madre, que felizmente está viva, se llama Oliva Castro. Mis padres se separaron cuando yo era muy chiquito. Recuerdo que la escuela quedaba frente a frente a mi casa. Mis abuelos tenían vacas y nosotros íbamos a ordeñar todas las mañanas y nos tomábamos la leche ordeñando la vaca.
3. Limpiabotas
Yo conozco lo que es la pobreza. Vengo de abajo. Estoy leyendo un libro titulado “Las siete cicatrices de un líder”, que en uno de sus capítulos relata la historia de un empresario muy poderoso, que surgió de la pobreza, que fue limpiabotas, igual que yo, y cuando la gente entraba a sus lujosas oficinas, lo primero que veía era una caja de limpiabotas y siempre le hacían la misma pregunta de por qué tenía ese adorno ahí y les respondía que ahí fue donde él se inició y lo mostraba con honor y orgullo. Estoy contemplando hacer lo mismo, porque yo fui limpiabotas y decirlo es para mí un orgullo. Y… ¡bien que limpiaba! Yo daba mucho brillo.
4. Desde cero
Además de haber sido limpiabotas, tenía una paletera. Nunca pensé que sería político. Mi primer trabajo fue en la oficina de la Ganadera y después fui secretario del magistrado, procurador fiscal de la provincia de La Altagracia, Carlos Norman Cornelio, un hombre muy recto. Fui empleado del Banco Popular por muchos años, me llegué a ganar tres premios como mejor empleado y llegué a ser funcionario del banco. También era distribuidor de los Refrescos Imperio. Renuncié cuando murió el padre de mi esposa, Andrés Cedeño, entonces me dediqué a los negocios. Compré mi primera estación de combustibles, entre el 1972 y 1973. Todavía la tengo. Compré una agencia de vehículos de la General Motors, hoy Santo Domingo Motors. Cuando eso, existía un negocio que se llamaba El Puente Motors, ubicado en la avenida Máximo Gómez esquina San Martín. Me levantaba a las tres o las cuatro de la mañana para venir con ocho o diez choferes a buscar vehículos en El Puente Motors. Por eso es que la gente tiene que conocer primero la historia de la persona, para saber de dónde viene. Por eso me alegra mucho esta entrevista. Después compré un terreno que todavía existe, está frente a mi estación de combustibles y ahí puse el dealer de vehículos Nissan y Datsun y de motocicletas Yamaha.
Pasé a ser distribuidor autorizado de la Santo Domingo Motors a través del señor Miguel Barletta, de quien he tenido mucho apoyo y respaldo, al igual que de los demás ejecutivos. Tengo más de 30 años trabajando con ellos. Hemos ganado varios premios como mejor vendedor del país. Con la Shell tenemos más de 40 años de trabajo.
5. El político
Llego formalmente a la política en el año 1978, en el último cuatrienio del Presidente Balaguer, a través de un amigo que se llamaba Zenón Castillo. El Presidente Balaguer, para conquistarme, me nombró Inspector de la Presidencia, cuando esa posición tenía validez y generaba respeto, pero lo acepté honoríficamente, es decir, sin sueldo. De modo que cuando comencé a hacer política ya era un empresario. Antes de eso, ayudaba a los munícipes de mi provincia, porque la pobreza no tiene colores, ni banderías políticas. Balaguer perdió las elecciones, de la forma en que las perdió, que lo sacaron por muñequito de papel y por todas las cosas malas. Pero el tiempo ha sido el mejor aliado de Balaguer. Las últimas encuestas que se han realizado afirman que es el hombre más admirado entre los vivos y entre los muertos. En ese tiempo me decían que cómo era posible que un muchacho joven como yo fuera balaguerista, pero seguí adelante.
6. El honor más grande
Balaguer tenía tanta fe en la Virgen de La Altagracia, que la persona que le tomó el juramento, la primera vez que se juramentó como presidente de la República, en 1966, fue Rodolfo Valdez, senador de la provincia La Altagracia; y por última vez, el 16 de agosto de 1994, le tocó el grandísimo honor y el privilegio a este humilde servidor, de colocarle la banda presidencial y tomarle el juramento. Ese fue el honor más grande de mi vida, juramentar a mi maestro, a mi guía.
7. Perder un hermano
De mis cinco hermanos de padre, solo tenía un varón y murió hace dos años. Su muerte y la de mi padre son los episodios más tristes de mi vida. Mi padre, Luis Aristy Rijo, murió del corazón, Dios me dio la oportunidad de hacer mucho por él, no tanto como yo habría querido. Otra oportunidad que Dios me dio, fue con mi único hermano varón. Le pedí mucho a Dios y a la Virgen de La Altagracia por su salud y después de un batallar largo, en Corazones Unidos, murió. Cuando murió lo sufrí intensamente, pero le di gracias a Dios y les dije a sus hijos y a su esposa que debíamos agradecer por lo que pudimos hacer por él. Se llamaba Luis Emilio Aristy.
8. Satisfecho
Me puedo morir satisfecho y contento en la vida, porque nunca le he hecho mal a nadie. Nunca. Jamás he utilizado el poder para hacerle un mal a nadie, ni he incitado a otros para que dañen a alguna persona, como lo han hecho conmigo. Siempre pongo todos mis propósitos en las manos de Dios y en las manos de la Virgen de La Altagracia. Todo lo que he hecho en la vida ha sido porque Dios me ha guiado. A través del tiempo me he dado cuenta de que a muchos políticos los cargos les hacen daño.
9. Quería ser cura
Mi bautizo fue en la iglesia de El Bonao, y como me daban el Catecismo, me gustaba la vida religiosa. Quería ser sacerdote, pero me convertí en padre de cuatro hijos. Recientemente, mi hija Karina y yo reconstruimos la iglesia donde me bautizaron, que ya tiene 101 años.
10. La familia
Soy padre de cuatro hijos. Estoy casado hace 42 años con Andrea Cedeño de Aristy, ella es una mujer maravillosa, ejemplar, buena madre, hermana, hija y amiga ejemplar. Es una madre concentrada en inculcarles valores a nuestros hijos y nietos. Nos casamos por el civil y a los 25 años, en esta casa, nos casamos por la iglesia. Nos casó el Cardenal López Rodríguez. Tenemos 15 nietos, con el hijo de Luz, que es una hija de crianza.
Levantar el reformismo
Quiero ser presidente del PRSC, porque entiendo que ya es hora de que nuestro partido comience a transitar su propio camino y deje de ser bisagra. Tenemos que llevar a nuestro partido al Palacio Nacional. Eso es lo que el pueblo espera de nosotros. Quiero seguir el legado de Balaguer y ser presidente del partido y con las nuevas autoridades convertirnos en un antes y un después de nosotros.
Entre las principales tareas que tenemos, está resaltar el nombre de Joaquín Balaguer, tal como lo hacen los peledeístas con Juan Bosch, en eso hay que reconocer a los peledeístas, por mantener vivo el legado de su líder y del doctor José Francisco Peña Gómez. Tenemos que rescatar la figura de nuestro líder. El próximo presidente de la República, que no me cabe la menor duda de que saldrá de las filas del PRSC, vendrá con la escuela del Presidente Balaguer. En el PRSC no seré un presidente de aire acondicionado, ya que el partido necesita esfuerzos, sacrificios. Seré un presidente humilde, respetuoso, que utilizará los recursos de esa entidad para construir y comprar un local en cada uno de los 156 municipios cabecera y en los 232 Distritos Municipales.