Jorge Rolando Bauger: “Le debo y agradezco todo al fútbol”

Jorge Rolando Bauger llegó al país invitado por el Ministerio de Educación. Su esposa, que conocía bien las diferencias entre Europa, Argentina y República Dominicana, le pidió que viniera primero a probar un tiempo.

Jorge Rolando Bauger llegó al país invitado por el Ministerio de Educación. Su esposa, que conocía bien las diferencias entre Europa, Argentina y República Dominicana, le pidió que viniera primero a probar un tiempo.Al principio, él estaba seguro de que vivir en el país, junto a la mujer que amaba, no sería algo difícil. Sin embargo, luego de un mes, no aguantó y se devolvió a Argentina, pero los lazos que le unían al país eran ya muy fuertes para volver atrás.

Solo fue cuestión de un tiempo para que se adaptara a la forma de ser de los dominicanos, un proceso que le resultó más sencillo porque en el país comenzaba a sentirse la fiebre del fútbol, el deporte que le apasiona desde que tiene uso de razón.

Asegura que ha sido feliz en el país, donde ha sentido la acogida de la gente, el respeto por su trabajo y la confianza que cada día depositan los padres de los alumnos de su escuela de fútbol, por lo que está seguro de que “uno no es de donde nace, sino del país que lo acoge”.

1. En La Patagonia
Mi vida se inicia en la fría y lejana Patagonia.  En medio de la cordillera de Los Andes.  Mi padre era militar; mi madre, una orgullosa ama de casa, con un antecedente de abuelo francés. Puntualizo eso, porque eso marcó el resto de mi vida. Como los dominicanos de cualquier lado juegan béisbol, yo, como los argentinos de cualquier parte, jugaba fútbol.

2. Mala elección
El director de la escuela era nuestro vecino; y siempre, al término del año escolar, venía lo clásico, la pregunta de los profesores para saber qué uno quería ser cuando grande. Cuando me preguntaron a mí, yo tendría 10 ó 12 años, yo dije que quería ser futbolista y que jugaría en Francia. Eso era como decir comunista en la época de Balaguer. En la tarde, el director del colegio, el señor Otero, llama al señor Atilio, que era mi papá, y le dice con mucha formalidad: “Don Atilio, tengo algo que decirle, (fíjate, como que yo era un traficante o algo así), cuando le preguntamos a Jorgito que qué quería ser cuando grande, él respondió que futbolista y que iba a jugar en Francia”. El director estaba indignado, pensando que iba a encontrar apoyo en mi padre. Pero él le dijo, que si eso era lo que yo quería que lo hiciera.

3. Desconcertante
Nunca he fumado. No fumo, pero a la edad de 13 ó 14 años, con los amiguitos, uno quiere experimentar, y un día antes de misa, nos pusimos a fumar y nos vio el fuñido vecino, y yo sabía que nos iba a chivatear. Recuerdo que después de misa, uno iba a pasear y luego a almorzar. Cuando llego a la casa pensé que me iban a decir algo, pero papá solo me miró. ¡No me dijo nada! Y yo creo que en el fondo yo quería que mejor me dijera algo, pero no, solo me miró.  Eso me dejó marcado, todavía hasta hoy, porque sabía que lo había hecho mal y que merecía una reprimenda, pero no algo tan grave como para que mi padre no me hablara.

4. En Francia
Desde pequeño jugaba fútbol y alguien vio que yo tenía algún tipo de cualidades. Se aferraron a mi origen francés y a los 21 años terminé en Francia, donde viví casi seis años y medio jugando fútbol. Allí conocí a mi esposa. Ella era estudiante, becada por el gobierno francés, es dominicana. Tuve una lesión, era y sigo siendo muy cobarde, y no me quise operar en ese momento, y aparte mi esposa ya había terminado sus estudios y yo había comenzado a hacer cursos de entrenadores y enviamos el currículo aquí,  a República Dominicana, en 1978.

5. ¡Me voy contigo!
Pero el reto fue fenomenal.  Me di cuenta de que el amor a mi esposa era más grande de lo que yo pensaba, porque en 1978, viajamos a la Argentina a ver el mundial y cuando termina el mundial, estamos en el aeropuerto, ya ella tenía trabajo aquí. Entonces yo tenía un pasaje para venir acá y un pasaje para volver a Francia: y en el aeropuerto, en vez de despedirla, le dije: “me voy contigo”. Francia tiene una división geográfica natural, que es el río Laloire, la parte sur es la de la gente informal, la chabacanería y al norte está la gente un poco más fría, pero con mucho sentimiento, a nosotros siempre nos tocó vivir al norte.

6. ¡Salí corriendo al mes y medio!
Argentina tiene mucho de Europa y Francia tiene todo de Europa, ¿entiendes? Entonces, cuando eres joven eres muy intolerante, aunque ahora que soy viejo, sigo siendo intolerante, con la hora por ejemplo. Eso es lo que marca la disciplina en Bauger. Si te digo a las tres y media, si no estás ahí a esa hora, te quedas y yo me quedo igualito. Es más, lo disfruto. Como comprenderás, con 27 o 28 años, llegar a la informalidad elevada a la máxima expresión era muy difícil. Querer desarrollar un proyecto de fútbol como yo lo tenía concebido con estructura francesa, era misión imposible. El Ministerio de Deportes me invitó a venir y mi esposa me dijo que viniéramos primero de vacaciones, para que yo viera el paisaje, el ambiente…, y yo estaba decidido, quería venir al Caribe. Al mes me devolví a Francia. Hice tres o cuatro viajes de ida y vuelta. Y cuando estábamos en el aeropuerto que le dije que me iba con ella, ella me dijo que si no cambiaba el “switcher”, que mejor no viniera. Que si no cambiaba y me daba cuenta de que iba a vivir en Dominicana, que mejor no viniera; porque yo salía a la calle a pelear y la gente se incomodaba conmigo, me decían de todo. Porque cuando se me cruzaban en los carros yo bajaba el vidrio y les gritaba de todo. Todavía lo sigo haciendo… Por ejemplo, saco el carro limpiecito del car wash y viene un des… con una esponja sucia y se la tira en el cristal. Todo eso rebasaba mi nivel de tolerancia, que es cero. Ella me decía que si no me acostumbraba iba a ser infeliz, la iba a hacer infeliz a ella y a los demás.  No cambié el “switcher”, pero lo adecué y las cosas cambiaron mucho. (Risa).

7. Familia
Tengo una familia hermosa. Mi esposa, Guillermina Saiz, (Mimina), es doctora en idiomas, autora de libros. Todos los libros de la serie Hello Hello, del Ministerio de Educación, son autoría de ella. Hacemos trabajos juntos de motivación y valores en el fútbol, en escuelas carenciadas. Trabajó mucho en el Ministerio de Educación, es intérprete judicial. Es campeona del mundo en paciencia, por aguantar a Bauger, que no debe ser fácil. Fue ballerina y su arte lo heredó mi hija Stephanie Bauger, que ha ganado dos premios Casandra. Es la primera ballerina clásica graduada en la Escuela de Arte de La Habana, tuvo el privilegio de bailar con Julio Bocca. Duró cinco años recorriendo el mundo entero. Ahora se lesionó y está aquí; y Jorge Allen, mi hijo y amigo, se graduó de INTEC. Cuando mi esposa queda embarazada, no es como ahora que al ratito de estar embarazada se sabe si será niño o niña. Entonces, ella siempre me preguntaba que qué yo quería que fuera, y yo le decía que lo importante era que ella estuviera bien. Siempre preguntaba, y yo le decía lo mismo. Hasta que ya como a la décimo quinta vez, le dije: “Escucha, quiero que sea varón, que se llame Jorge Rolando Bauger y que sea futbolista”. Entonces, ella dijo muy triste: “Si es hembra, no la vas a querer”. Yo sabía que esa sería su reacción. Pero nació varón. Él quería hacer periodismo deportivo, se fue dos años a Argentina. Cuando vino me dijo que quería hacer la carrera de entrenador de fútbol y se fue a hacerla a los Estados Unidos. Al llegar aquí, me dijo que quería trabajar conmigo, pensé que sería en la televisión, pero me dijo que no, que quería trabajar conmigo en todo. Hay una relación. Yo me crié en una academia militar, fui autoritario. Cuando tengo que ejercer como papá y jefe no titubeo, pero cuando tengo que ser el amigo, su pana full, lo soy.    

8. Magic
Algo muy triste en mi vida fue la muerte de mi perro. Lo lloré muchísimo, era un Chow chow. Se llamaba Magic, porque Jorge Allen nunca quiso saber de las mascotas y para involucrarlo hicimos que él lo bautizara, y como Jorge era admirador de Magic Johnson, y el perro era negro, le puso Magic. Magic era una cosa preciosa. Estábamos en la escuela, en San Gerónimo, el día que la muchacha de la casa nos llama y me dice: “don Jorge, a Magic le dio un ataque al corazón subiendo las escaleras”. Mi esposa no estaba, yo fui con dos profesores de la escuela. Uno ve que en las películas cogen un pico y una pala y hacen un hoyo de inmediato. Pero en el jardín de mi casa, con las jodidas raíces de las palmas, me dio un trabajo enorme hacerlo. Le di tantas gracias a Magic por los tantos momentos buenos que nos dio, pero fue una pena tan inmensa que se volvió un dolor físico. Lo enterramos y como no pudimos hacer el hoyo muy profundo, quedó una totuma. Cuando llegó mi esposa le dijimos lo que había pasado. Un día, ella estaba mirando por el ventanal de la casa, y de pronto me pregunta: “¿no habrás enterrado a Magic en el patio de la casa?”, le dije que no.., pero es que a esa totuma solo le faltaba la cruz. Vestíamos a Magic con la camiseta de nuestra escuela, lo llevábamos a todos lados. Solamente recibió amor. Fue muy fuerte.

9. Funerales
No me despedí de mis padres cuando murieron. Es más, en Argentina, no asistí al velorio de ningún familiar, de ningún amigo. Sin embargo, hace un tiempo le comentaba a alguien cuán integrado estoy con la sociedad dominicana, que he llorado múltiples amigos, ya sea despidiéndolos en la funeraria o en el cementerio. Esas cosas te demuestran que uno no es del lugar donde nace, sino del país que te cobija, que te abre sus puertas y en el que vas sembrando amistades y enemistades. Pero, cada vez que desafortunadamente voy a la funeraria, me llega un pensamiento, y es que yo no estuve ni siquiera en el entierro de mis padres. Eso me valió una enemistad familiar con mi hermano, porque en el último viaje que hice a Argentina, papá era muy activo y jovial,  yo dije que con ese recuerdo era que yo me quería quedar. No pensando que al no estar ellos físicamente, mi hermano necesitaría mi apoyo. Eso fue muy egoísta de mi parte y entonces se alejó un tiempo. Luego, le pedí perdón mil veces. Yo no lo entendía, porque miraba de un solo lado, y desafortunadamente eso fue un marcado egoísmo. Eso es algo de lo que me arrepentí, pero ya estaba hecho.

10. Feliz en este país
No tengo muchas aspiraciones. Quiero vivir 200 años, seguir enseñando fútbol, tomando café con mis amigos, filosofando…, porque el fútbol es una escuela de vida. Ya lo dijo y lo escribió Albert Camús, premio Nobel de Literatura en Francia.
Una persona nacida en Argelia, entregado a la sociedad Francesa. Él decía que todo lo que conocía acerca de la moral y de las obligaciones de las personas lo aprendió en el terreno del fútbol: la lealtad, la solidaridad, el respeto, el sentido de pertenencia. Soy un enamorado del fútbol   como institución, no me voy a ir de este mundo debiéndole nada a ninguna persona, pero al fútbol como ente sí, porque nací en la Patagonia y me jacto de haber recorrido el mundo, gracias al fútbol. He vivido como he querido. Le debo todo al futbol y a una compañera que papá Dios me puso en el camino, tolerante, inteligente, pana full.

Desde Europa hasta el Caribe

Llegar a este país, tan diferente al lugar del que venía, fue muy difícil, pero poco a poco comencé a adaptarme, gracias a que me dedicaría a mi gran pasión.
Comencé a disfrutar lo que hacía y a disfrutar el país con el Ministerio de Deportes, dando clínicas, charlas, capacitando, y al cabo de 10 años di por cumplida mi experiencia con el gobierno y pasé a la universidad.

Fui director de Deportes de INTEC por 10 años. Era un departamento de deporte atípico, porque me permitían canalizar todo tipo de inquietudes relacionadas a la actividad física.

Te vas a morir cuando te diga que el asta que está en el Pico Duarte la colocamos en un tren. En total, subimos 11 veces al Pico Duarte. Recuerdo que al rector de INTEC, Rafael Toribio, un día le dije que tenía una propuesta para hacerle. Y le dije: “Ni se ría, ni me diga que estoy loco. La propuesta es que vamos a llevar a los estudiantes de INTEC en un tren”. Él se ríe y me dice: “tú estás loco”. Fuimos y alquilamos un tren cañero, en San Cristóbal, aprovechando que el director del CEA era un intecsiano.

Recuerdo que cuando pedí la cita con él, le dije lo mismo; que le llevaba una propuesta, pero que no debía reírse, ni decirme que yo estaba loco. Él también se rió y me dijo que yo estaba loco. Pero conseguí una locomotora y tres vagones y la llenamos de estudiantes y nos fuimos a Sabana Grande de Boyá.

Los estudiantes nunca habían estado en medio de un cañaveral, que es algo infernal. INTEC fue una plataforma para desarrollar la creatividad. Creamos los primeros torneos universitarios de fútbol. Fue un reto, INTEC es excelencia y me sentí muy bien. Soy intecsiano de sentimiento.

La escuela
Me dije que lo que había no me gustaba, que quería hacer mi oasis, y toda la fuerza la dediqué a crear la Escuela Bauger, entre los años 1982-86. Somos la primera escuela creada por ley.

Responsable
Cuando me preguntaban por el nombre que le iba a poner, yo decía que tenía que llamarse Escuela Bauger. Porque yo les decía que quería que la responsabilidad, para bien o para mal, fuera mía.

En deuda
Soy un enamorado del fútbol, no me voy a ir de este mundo debiéndole nada a ninguna persona, pero al fútbol sí”.

Exigente
Soy muy exigente conmigo mismo. Nadie puede ser exigente con los demás si no lo es consigo mismo”.

Gratitud
Le debo todo al fútbol, porque nací en la Patagonia y me jacto de haber recorrido el mundo, gracias al fútbol”.

Comprometido
La pasión que se ha despertado en los dominicanos por el fútbol me hace sentir una responsabilidad tremenda”.

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