Son incuestionables los grandes aportes que a favor de la educación nacional hizo el extraordinario educador antillano Don Eugenio María de Hostos, nacido en Puerto Rico, pero quien seleccionó a este país como su segunda patria y pidió que sus restos mortales se mantuvieran aquí mientras su patria no recuperara su independencia. Por sus grandes méritos, el Gobierno nacional aprobó que sus restos reposaran en el Panteón Nacional junto a los grandes hombres que en febrero y agosto nos legaron nuestra nacionalidad.
Quiero comentar las tres visitas que el señor Hostos hizo al país y en ellas los excelentes aportes que desinteresadamente nos legó.
Primera visita: Aconteció el 30 de mayo de 1875 a la ciudad de Puerto Plata donde según escribió: “Ignoraba que conquistaría algunos de los mejores amigos de su vida, como fueron: el doctor Ramón E. Betances, el general Gregorio Luperón con quien cultivó una gran amistad, así como con don Segundo Imbert y el doctor Federico Henríquez y Carvajal.
De este viaje se destacan algunas de sus principales actividades culturales y educativas:
a) Colabora con el periódico semanal Las Dos Antillas, dedicado exclusivamente a la defensa y propaganda de los intereses políticos de Cuba y Puerto Rico.
b) Funda y redacta el periódico Las Tres Antillas y crea, con los mismos objetivos, el periódico los Antillanos.
c) Aunque no se inició de inmediato, Hostos ideó en 1875, el Plan de Escuelas Normales para la República Dominicana que iniciaría formalmente en 1880.
d) El 5 de marzo de 1875, el señor Hostos funda la sociedad-escuela denominada La Educadora, con el propósito de educar al pueblo en sus deberes cívicos. Ello suponía: conocer y difundir las ideas del derecho individual y público, así como las constituciones dominicana, norteamericana y latinoamericanas con sus principios económicos y sociales.
El 5 de abril de 1875 abandona a Puerto Plata con destino a la ciudad de New York, viajando luego a Venezuela donde es designado Rector del Colegio Nacional de Puerto Cabello y allí contrae matrimonio el 9 de abril de 1876 con la señora cubana Otilia de Ayala.
Segunda visita: Aconteció en marzo de 1879. Esta vez a la ciudad de Santo Domingo, donde fue objeto, el 23 de ese mismo mes, de una entusiasta bienvenida por parte de la prensa local; iniciando de inmediato su gran labor cívica y educativa en un curso de nueve años. El 3 de julio de 1879, realiza un recorrido de estudio por el interior del país acompañado del Ministro de Educación, Segundo Imbert.
El 14 de febrero de 1880 se abrieron las inscripciones de la que sería la primera Escuela Normal de Varones de Santo Domingo, creada por el señor Hostos.
El 18 de febrero se iniciaron las labores de la escuela. A este respecto escribe el maestro: “La situación de la Escuela Normal se hizo como se hacen las cosas de conciencia: “Sin ruidos, ni discursos”. Se abrieron las puertas y se empezó a trabajar. Eso fue todo. Estaban presentes dos padres de familia, y esa fue toda la concurrencia.
Entre las motivaciones presentadas por el señor Hostos para justificar la creación de la mencionada institución educativa, se pueden destacar las siguientes: “Era indispensable formar un ejército de maestros en toda la República para enfrentar la ignorancia, la superstición, el cretinismo y la barbarie. Era indispensable para que esos soldados de la verdad pudieran lograr su objetivo, una noción clara en relación con la magnitud del problema y que cuanto más combatieran, tanto más los iluminaría la nación tanto más estoica resolución que los impulsara”.
Hostos preconizaba, además, que la primera profesión de trascendental importancia es la del maestro, porque como cosecha de su consagración siente y contempla el benéfico placer de despertar las inteligencias”, que es el verdadero propósito de su misión apostólica y lo que le da dignidad a la grandeza de su obra.
Hostos estructuró la Escuela Normal en dos secciones: una práctica y otra teórica. La primera servía de preparación para la segunda y abarcaba la enseñanza primaria: la segunda estaba destinada a los estudios formativos que debían cursar los futuros Maestros Normales; quienes también debían realizar prácticas pedagógicas, como un medio eficaz para adquirir las destrezas necesarias para transmitir con eficiencia y capacidad el proceso de enseñanza-aprendizaje.
La Escuela Normal incluía, en su plan de estudios, Elementos de Pedagogía en el curso segundo; y Ampliación de Pedagogía, en el tercero. Además de las prácticas mencionadas que se impartían en dos cursos, confiriendo a los que salían airosos en los exámenes los títulos de Maestros y Profesores de Segunda Enseñanza.
Paralelamente a la Escuela Normal, funcionaba la escuela de Bachilleres estructurada en su plan de estudios de 4 años académicos al final de los cuales se otorgaba el título de Bachiller.