Juan Bosch en la literatura infantil

Continuando con nuestras reflexiones en torno a la vida y otra de Juan Bosch, en esta oportunidad queremos compartir algunas ideas novedosas de su pensamiento que no han sido abordadas con regularidad en la sociedad dominicana, como el caso de su…

Continuando con nuestras reflexiones en torno a la vida y otra de Juan Bosch, en esta oportunidad queremos compartir algunas ideas novedosas de su pensamiento que no han sido abordadas con regularidad en la sociedad dominicana, como el caso de su incursión en la literatura infantil.

En el contexto anterior, pocos sabemos que él fue escultor en sus años mozos en La Vega Real, y que desde los inicios de la labor como escritor, incursionó en la literatura infantil, lo que puede explicar el amor más que paternal que siempre expresaba por los niños, el cual manifiesta en sus primeros cuentos infantiles, como son “Un niño” incluido en “Más cuentos escritos en el exilio” y en “Simón Bolívar, biografía para escolares”.

Consideraba que la vocación de escultor lo ayudó en la configuración de sus personajes literarios, puesto que, “al moldear la cabeza de alguien, el escultor va añadiendo pequeñas masas de dúctil arcilla y con la yema de los dedos va pulseando las formas, hasta encontrar el parecido del personaje”.

Su primera etapa como escritor se revela a través de publicaciones vanguardistas de las décadas de los años 20 y 30, del pasado siglo, como las revistas Alma Dominicana y Bahoruco, donde publicaba poemas románticos y cuentos infantiles.

Los cuentos infantiles iniciales de Bosch fueron “El General Don Gallo”, “Don Gato y Don Ratón” y “El negocio de Doña Hormiga” publicados bajo el seudónimo de “Juan Niní”, en la revista Alma Dominicana, en 1934, de la que llegara a ser uno de sus redactores, específicamente en la sección titulada “Por el niño y para el niño”. En esta revista dio a conocer también en 1935 sus leyendas “La ciguapa”, “El destino de la tierra” y “Atariba” de la que hizo una versión para niños. Con Indios: Apuntes Históricos y Leyendas (Ciudad Trujillo: Editorial La Nación, 1935), Bosch “se convierte, en el primer escritor en dar a conocer leyendas con las que, al decir de Manuel Antonio García Arévalo, “enriqueció el acervo histórico y literario dominicano en una época en que el indigenismo representó la búsqueda de nuestra identidad cultural, a través del rescate de las tradiciones, costumbres y leyendas de Quisqueya” (“Presentación” de la segunda edición de dicha obra: Santo Domingo, Ediciones Fundación García-Arévalo, 1985, pág. 10).

Lo anterior ocurría, tras un primer viaje por Europa en 1929, de donde había regresado dos años después para emprender una labor que lo llevó a convertirse en un maestro del cuento, dándose a conocer en revistas y el periódico Listín Diario, donde aparece por primera vez “El prófugo”, uno de sus primeros relatos, junto a “La mujer, Revolución, Papá Juan, Sombras, El alzado, La pájara, El algarrobo, Forzados, El cuchillo, Cundito, Guaraguaos, La sangre, Lucero, Lo mejor, San Andrés, Bumbo, La negación, Camino real, Dos pesos de agua, La verdad, Chucho, El cobarde, El resguardo, Piloncito, La pulpería” que figuran en el último libro de la triada que publicó: “Cuentos escritos antes del exilio”.

El “Cuento de Navidad” fue publicado en Santiago de Chile en 1956, en una novedosa edición a cargo de la editorial Ercilla. Con ello Bosch se convierte en el primer escritor dominicano en publicar un libro de ese género. Este libro de Bosch fue reeditado en 1958, por la Editorial Cordillera de Caracas (Venezuela), que motivaba su publicación señalando que “este encantador Cuento de Navidad está llamado a causar una inolvidable impresión en sus lectores, sean niños o adultos. Se cuenta en él, con el más exquisito buen humor, la historia de los Reyes Magos y de San Nicolás, la misma leyenda milenaria que los pueblos católicos han venido oyendo desde tiempo inmemorial; pero en este libro esa leyenda, sin perder nada de su conmovedora ternura, tiene una atmósfera nueva.

Ya siendo el escritor dominicano más leído y célebre, vuelve Bosch a incursionar en la literatura infantil, cuando en 1983, para atender una petición de su amigo y también intelectual Manuel Rueda, escribe el cuento “El culpable”, para el suplemento cultural Isla Abierta, del diario Hoy.

Guillermo Piña Contreras, uno de los biógrafos de Bosch, en su valiosa obra Juan Bosch: Imagen, trayectoria y escritura. Tomo I: Imágenes de una vida, nos habla de ese cuento de manera elogiosa: “El culpable”, escrito a petición del poeta Manuel Rueda para incluirlo en una antología para niños, representa una suerte de construcción en abismo de las razones por las que abandonó la literatura: se trata de un viejo que había ganado fama entre sus familiares como creador de historias que fascinaban a los niños, hasta el día en que contó a uno de sus sobrinos la última historia que había inventado, la de un brujo capaz de transformarse en lo que quisiera. Al notar que a su sobrino no le llamaba la atención la habilidad del personaje y que, además, le replicaba con insolencia que lo que hacía el brujo no tenía nada de extraordinario porque Supermán lo hubiera hecho mejor…

El viejo narrador se enfada. ¿Qué nos quiere decir Bosch con esta historia 19 años después de haber escrito ‘La mancha indeleble’? –se pregunta Piña Contreras, y él mismo contesta-: Las interpretaciones son múltiples, aunque nos quiere hacer comprender que la literatura actual había evolucionado tanto que no era posible hoy una literatura como la que él hacía cuando interrumpió su obra de ficción. Ahora había otra mentalidad, otra literatura latinoamericana, la que hacían Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa, entre otros. ‘El culpable’ es en realidad una picada de ojo, a buen entendedor…”.

Este es uno de los incontables aspectos y valores de la obra de Juan Bosch, mostrados con compromiso y coherencia desde que se iniciara como escritor desde su adolescencia. Una obra donde pone en evidencia su profunda sensibilidad social y humanística y donde el tema sobre la mujer y la niñez ocupan un lugar preponderante. De ahí dos de sus más conmovedoras expresiones muy propias del tema que nos ocupa: “La mujer es la mitad de la humanidad, y la otra mitad por ser la depositaria de la vida…” y, “Cuando un niño nace, nadie sabe lo que hará en la vida. Por eso cada vez que un hogar se enriquece con uno, es como si naciera una esperanza para el mundo”.

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