Huellas de un desaparecido Juan Almonte, apresado entre las brumas de un secuestro

La última vez que vieron con vida a Juan Almonte Herrera fue a media mañana del 28 de septiembre de 2009, cuando cuatro individuos armados lo introdujeron violentamente en el asiento trasero de un automóvil sin placa en el que viajaban y desaparecieron

La última vez que vieron con vida a Juan Almonte Herrera fue a media mañana del 28 de septiembre de 2009, cuando cuatro individuos armados lo introdujeron violentamente en el asiento trasero de un automóvil sin placa en el que viajaban y desaparecieron en cuestión de segundos.

Más de una persona fue testigo de la acción en la calle Padre Pina, casi esquina Independencia, en el sector de Gazcue, próximo a la empresa “Guardianes Rangers, de la que Almonte era contador.

Al día siguiente, la vivienda de Almonte, marcada con el número cuatro de la calle Hatuey, en Manganagua, fue allanada por agentes policiales en compañía del fiscal adjunto del Distrito Nacional, Gerinaldo Contreras, alegando que desde esa casa se produjo una llamada al celular 829-862-6358 de Cecilio Díaz, sindicado como el principal autor del secuestro del joven casacambista Eduardo Baldera Gómez, un hecho ocurrido la noche del 18 de septiembre de 2009, cuando el raptado se encontraba en la residencia de su novia Rosalba Paniagua Peralta.

En la requisa fueron detenidas once personas y se ocuparon catorce celulares, un libro de guerra de guerrillas y la suma de 700 mil pesos en efectivo. En horas de la noche del mismo día todos los apresados fueron liberados “por no tener vínculos con el secuestro”, aunque el dinero nunca le fue devuelto.

A raíz de los reclamos de familiares y organizaciones de los Derechos Humanos, Rafael Guillermo Guzmán Fermín, a la sazón jefe de la Policía Nacional, declaró que Almonte Herrera se encontraba detenido y que se le investigaba en relación al hecho. Sin embargo, seis días después echó para atrás la versión dada anteriormente y calificó de “fugitivo” a Almonte, un ingrediente más que se agregó al cuestionamiento de la opinión pública a la credibilidad de una investigación criminal contaminada desde el mismo principio de las pesquisas del secuestro.

A partir de esa contradicción policial también surgieron confrontaciones entre oficiales de los departamentos de Investigaciones Criminales (Dicrim) y de Inteligencia Delictiva (Dintel), al extremo de que los dos generales a cargo de ambas unidades, Enrique Pérez y Juan Manuel Fructuoso, fueron luego retirados de la institución del orden.

Aparentemente, el destino del desaparecido ya había sido decidido cuando sus familiares se dispusieron a encender velas  en las calles del sector de Manganagua en demanda de una respuesta sobre su paradero, la cual nunca llegó.

Unos sospechan que fue muerto con un bate de aluminio en la cabeza durante el interrogatorio, atado de pies y manos en la sede del Dintel, aunque hay quienes no descartan que el activista del Movimiento de Unidad Dominicano (Mundo) fuera eliminado de un balazo y luego su cuerpo lanzado al mar Caribe.

Chiara Ligouri, investigadora para la región del Caribe de Amnistía Internacional (AI), escribió en el portal de Internet de la organización que Almonte fue apresado por efectivos de la Unidad Antisecuestros, los mismos a quienes se les responsabilizaba del asesinato de Cecilio Díaz y Willian de Jesús Checo alegando un “enfrentamiento a tiros”, a pesar de que el día anterior fueran entregados a la policía de la zona por alcaldes y campesinos de la sección Sabana Cruz, en el municipio de Villa Vásquez.

Un día después del apresamiento y desaparición de Almonte, dos cadáveres carbonizados fueron hallados en el baúl de un carro marca Mitsubishi en la sección Sierra Prieta. La Policía e Monte Plata, a cargo de las investigaciones por ser parte de su jurisdicción, adelantó que probablemente uno de los cuerpos  correspondía a Almonte Herrera.

Yuberkis Almonte, hermana del desaparecido, tras las pruebas de ADN practicadas en el Laboratorio Rivas por encargo de la comunicadora Nuria Piera, aseguró que su hermano tenía una prótesis dental “y uno de los cadáveres coincide” con ese detalle y con la edad de su pariente.

Sin embargo, no fue posible que el estudio estableciera la identidad de los cuerpos debido a que estaban reducidos completamente a cenizas.

Mientras esas diligencias particulares se realizaban para lograr dar con el paradero de Almonte, la familia denunciaba que era sometida a una constante vigilancia por parte de la Policía, al extremo de que Ana Montilla, su esposa, tuvo que abandonar el país.

Virgilio Almánzar, presidente del Comité Dominicano de los Derechos Humanos, organización a la que pertenecía Almonte, declaró a la sazón que “tenemos testigos de más, nombres y rangos, de quienes lo lanzaron al mar y de quienes lo apresaron”.

Según esa versión, después de su apresamiento, el desaparecido fue toturado y posteriormente lanzado al mar, posiblemente en las inmediaciones del puerto de Sans Soucí, en Villa Duarte.

Empero, al desaparecido parece que lo tragó la tierra momentos después de su detención, pese a que se produjo en presencia de varios testigos, incluyendo varios vigilantes de la empresa “Guardianes Rangers”, donde Almonte laboraba, y de vendedores de frutas de la calle Padre Pina.

Ninguna autoridad, ni policial ni del Ministerio Público, dispuso una investigación sobre el caso, cuyas brumas arropan más de una duda.
Al contrario, el tiempo ha transcurrido y la desaparición de Almonte Herrera ha quedado, enredada en una madeja de circunstancias sospechosas que comprometen con el descrédito a una institución del orden constitucionalmente llamada a ser garante de la seguridad ciudadana.

En realidad, el caso Juan Almonte dejó huellas que no se borran, aunque no figuren en expedientes incriminitorios ni tampoco se purgen las culpas de los responsables, quienes, sin embargo, desvelan sueños en las noches de las complicidades.

Juan Almonte
Egresado de la Universidad O&M donde estudió Administración de Empresas, era miembro del Movimiento de Unidad Dominicano (Mundo), formado por ex dirigentes de la izquierda.

 

 

Elérsido Díaz
Hermano de Cecilio Díaz, alias Manuel, fue sometido a torturas tras su apresamiento por la Unidad Antisecuestros de la Policía que lo vinculó al rapto de Eduardo Antonio Baldera Gómez.

 

 

Virgilio Burgos
Nativo de San Francisco de Macorís, murió de los golpes recibidos durante los interrogatorios días después de ser puesto en libertad por el juez que revisó las medidas de coerción.

 

 

 

 

 

Rubén Cisneros
Desde su número de celular 809-334-1028, la Policía dijo que Juan Almonte fue llamado a la una de la madrugada del 19 de septiembre de 2009 desde el sector Los Guarícanos, en Villa Mella.

 

 

 

Rafael Leonardo
Conocido por el apodo de Huáscar, la Policía lo sindicó como uno de los cuatro principales sospechosos del secuestro y alegadamente “hombre de confiaza de Juan Almonte”.

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