Algún día todo cuanto hemos hecho, aquello por cuanto nos hemos entrenado, sufrido y pagado un alto precio tendrá sentido cuando digamos sí, aquí estoy, yo iré Señor, lo asumo.
Sin duda, hemos venido a cumplir un plan maestro, somos piezas clave para que en el engranaje de la vida, una misión continúe dándole sentido al propósito divino. Somos la felicidad de alguien, el bien de muchos, la respuesta de algo, pero también el peón de Dios para una jugada magistral.
Tu andar largo o corto no será estimado por aplausos o reconocimientos humanos, sino por la métrica divina. Dios busca fruto real y eterno, lo pasajero es sólo para las celebridades. Ese día, tal vez no pasarás a la historia, pero sí a la eternidad. l