Era Ernesto Ché Guevara, paradigma del arte de la guerrilla finalizando la décadas de los 60s, quien afirmaba que la guerrilla se debía mover al paso del más lento. Esta afirmación tiene una buena valoración militar, aunque posiblemente sea mucho mayor el significado político.
Esa expresión vale para entender lo que sucede en Grecia, país en el cual se está dando un proceso donde la “emotividad ideológica” no ha podido impedir lo que debe hacerse.
Alexis Tsipras es el primer ministro del gobierno y líder de la organización política Siryza, la cual ganó las elecciones en enero de este año. Siryza es una organización progresista con diversidad ideológica en su seno. Pero Alexis Tsipras es un joven de 41 años con una recia, definida y bien formada personalidad política; su caso nos recuerda el papel de la personalidad en los procesos políticos e históricos.
Grecia con un PIB de 237 mil millones de dólares, ha estado en crisis económica porque su deuda del 180% de ese PIB ha estado recayendo en el pueblo con una austeridad inhumana, desde mucho antes de Siryza ganar las elecciones.
El gran debate para salir de la crisis ha sido austeridad o estimular el crecimiento. El primer ministro Alexis Tsipras y su partido apostaron al crecimiento sin austeridad.
Logró negociar con la llamada Troika europea (Banco Central Europeo, FMI y Comisión de la Eurozona), cediendo en aspectos que tienen sus riesgos, pero obligado a asumirlos.
El sistema de gobierno griego es parlamentario, por lo que su primer ministro lo elige el Congreso y si pierde el apoyo debe renunciar y convocar a elecciones. Es lo que ha hecho Alexis Tsipras porque una tercera parte de los legisladores de su propio partido Siryza votaron en contra de los acuerdos a que él llegó con la Troika.
Alexis Tsipras renunció el jueves 20 de agosto pasado, lo hizo con estas palabras:
“Mi mandato del 25 de enero ha vencido. Ahora el pueblo debe pronunciarse.
Ustedes con su voto decidirán si negociamos bien o no(…) Sé que no logramos todo lo que prometimos al pueblo griego pero hemos salvado al país, diciendo a Europa que la austeridad debe terminar”. (El País, 20/08/2015).
Esta decisión fue adoptada, no porque la oposición de derecha lograra su renuncia, sino por la reacción emotiva de la tercera parte de los legisladores de su partido que no entienden que los procesos que involucran a todo un pueblo deben ir a un ritmo racional que permita no apartarse del centro de lo buscado y deseado.
¿Cual es el propósito central del gobierno dirigido por Siryza? Debe ser salvar el país griego de la voracidad de los bancos alemanes y de la Troika europea y darle término a la austeridad que castiga al pueblo heleno, tal y como ocurre con la mayoría de los pueblos europeos; ellos pagan los malos manejos de la economía justamente al sistema financiero que creó la crisis.
La “emotividad ideológica” en los legisladores de Siryza entorpece el proceso de lo posible. Habrá que recordarles la frase del Ché y decirles que el proceso griego debe ir al paso de todo el pueblo y avanzar lo posible. Al llamar a elecciones no cabe duda, el pueblo respaldará a Alexis Tsipras. l