Como es tradición durante 18 años, cada 23 de abril, Día Internacional del Libro, los dominicanos nos unimos para celebrar la fiesta de la cultura, la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo. Este año dedicada a uno de los escritores nacionales más sobresalientes: Manuel Rueda, y con Perú como país invitado de honor. Este evento, desde su creación ha concitado la atención de la población, que asiste a las diferentes actividades que se ofrecen en el marco de la feria, como charlas, conferencias, exposiciones, críticas y representaciones artísticas, aunque este año serán menos. Son muchos los que asisten al menos un día a la Feria del Libro.
Sin embargo, como todo aquello que se hace dirigido al público, genera sus críticas, y posiciones a favor y en contra que se levantan cada vez que se anuncia, inicia y desarrolla la llamada fiesta de la cultura. Muchos se quejan del calor, del inclemente sol bajo el cual se realiza el evento, las críticas a aquellos que solo se acercan en busca de degustar algunos de los platos y bocadillos que son vendidos en los diferentes establecimientos que ofrecen alimentos y bebidas.
Aquellos que le buscan el lado malo a todo, no se detienen a pensar que la del libro, es la feria más significativa y un esfuerzo loable por fomentar la lectura y por encaminar a los niños y jóvenes a un conocimiento más amplio de la cultura.
Las actividades son todo el día, por lo que a quien le afecte mucho el sol y el calor, puede elegir en la cartelera los eventos que se desarrollan después de las seis de la tarde, pues hasta el momento, el mejor lugar para llevar a cabo la feria es la Plaza del Cultura, no solo por la vinculación con el tema, sino por la amplitud de ese espacio, que lo convierte en un punto ideal para un evento multitudinario.
Quienes critican la cantidad de lugares para expendio de comida, se olvidan de que a la feria vienen personas desde los lugares más apartados del país y pasan todo el día en el área, antes de abordar de nuevo un autobús en el cual permanecerán a veces hasta por cuatro horas.
Quienes se resisten a asistir a la Feria Internacional del Libro alegando una de las causas mencionadas, no deben tratar de persuadir a otros para que no acudan. Esta es nuestra fiesta del libro y la cultura y debemos apoyarla y llevar a los más pequeños.