La crisis de los partidos es evidente y las personas que son afectadas por los descontroles de la economía, agravan esa crisis porque responsabilizan a los partidos de su situación, excluyendo a los empresarios y su único interés en hacer dinero.
La crisis económica mundial, manifestada en el 2008, no ha sido superada. Los EE.UU., por ejemplo, tiene el más alto Producto Interno Bruto, que cualquier otro país , situado por encima de los 17 billones de dólares; en cambio, su deuda bordea los 20 billones.
Esa deuda se incrementa anualmente porque el Gobierno coloca en la economía de ese país 85 mil millones de dólares mensuales, para mantener activa la economía. Es que el Estado debe ser el gran facilitador, no el gran empresario.
Los partidos gobernantes no se sostienen en el poder, sean de derecha o de izquierda, porque la crisis económica lastima. El presidente Obama fue mágico creando un espejismo de bienestar que no pudo mantener al Partido Demócrata gobernando.
Las naciones se están recogiendo hacia adentro y añorando pasados de gloria, por agobios económicos. Lo sucedido en el referéndum de Inglaterra y ahora los resultados electorales en los Estados Unidos, evidencia que esos pueblos están improvisando en la búsqueda de líderes políticos para salir de la crisis.
Los lideres políticos confiables saben manejar las crisis; fíjense que de lo que se trata es de líderes políticos, no líderes electorales. El líder electoral le dice que sí a todo el mundo, para no contrariar, pero en realidad no le dice sí a nadie. El líder político asume el costo político al tener que decir no, pero lleva a la nación a puerto seguro.
Un buen ejemplo es nuestro país; la crisis económica dejada por Hipólito Mejía fue resuelta por Leonel Fernández a corto plazo y, luego, cuando fueron sacudidos los mercados mundiales en 2008, aseguró que la economía dominicana estaba blindada; algunos lo pusieron en duda. Sin embargo, a la fecha ha quedado demostrado.
Las naciones cabezas del capitalismo, Estados Unidos e Inglaterra, han sentido la crisis porque en ellas brotó, incubada en el sistema financiero. Lo sucedido en las elecciones norteamericanas y, antes, en el referendo inglés, es consecuencia de esa crisis. Es evidente que se agrava más por la precariedad de un liderazgo político en esas naciones.
Obama se supo manejar y sale de la Casa Blanca con un alto posicionamiento; pero, por el juego democrático y mandato constitucional sale del gobierno. Algo muy similar ocurrió en el 2012 con Leonel, pero con la diferencia de que el PLD retuvo el poder.
Las dos opciones que se le dejó al pueblo norteamericano fue un “magnate” empresarial y una dirigente político sin el liderazgo de Obama. El pueblo norteamericano echó mano, improvisando, del “magnate”. Ahora, parodiando a Juan Bosch, “van a llorar lágrimas de sangre”.
El liderazgo fuerte detiene el racismo, el chauvinismo, la desigualdad y violación a los derechos; en medio de la crisis económica logra expandir al país y lanzarlo al mercado mundial. La falta de ese liderazgo recoge los pueblos y buscan salidas rápidas e impensadas.
Ahí está Trump, un empresario que sabe hacer dinero, pero el Estado no es para hacer, sino facilitar hacer; para que los emprendedores y empresarios lo hagan. l