En estos momentos que se celebran los caucus (asambleas electorales) en los Estados Unidos, se debate si el próximo presidente será liberal, si será socialista como se ha declarado el senador Sanders o por el contrario podría ganar la presidencia el contradictorio multimillonario Donald Trump.
El partido demócrata parecería tener la candidatura mucho más clara que el republicano, pues a pesar del apoyo que ha recibido el senador Sanders, ya la ex secretaria de Estado Hilary Clinton tiene asegurados casi la mitad de los delegados necesarios para ganar la nominación de su partido.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que su gran apoyo ha sido en los estados del Sur, donde tanto el presidente Obama como la señora Clinton tienen el gran apoyo de la enorme comunidad afroamericana concentrada en esos estados.
Para algunos ha sido una sorpresa el avance del senador Sanders y sus posiciones sociales, pero hay que entender que los norteamericanos pasaron por una enorme crisis que aún cuando han logrado superar en gran medida todavía no olvidan.
A esto hay que sumar las sombras que se ciernen sobre el manejo de Hilary Clinton de la crisis de Libia, ya que la culpan del descalabro, luego del asesinato de Gadafi, que sin duda y a pesar de sus métodos barbáricos, lograba controlar las milicias que no ha podido controlar el primer ministro Ali Zeidan, quien incluso llegó a estar secuestrado por los revolucionarios libios.
También, pende sobre la señora Clinton el problema de los correos, al utilizar una dirección privada para enviar información de Estado y que según las investigaciones habría borrado material sensible. Este caso le puede explotar en cualquier momento, fruto de las investigaciones del FBI y afectar sensiblemente sus posibilidades electorales.
Todo esto es motivo para que liberales, dentro del propio gobierno actual, estén apoyando al senador Sanders y sus políticas sociales que han logrado un enorme apoyo dentro de la juventud y todo aquel que está en contra de la oligarquía norteamericana y el poder de los capitales de Wall Street.
Sus críticas a la concentración de las riquezas en manos de unos pocos, mientras la mayoría de los norteamericanos no tienen un sistema de seguridad social adecuado y los jóvenes confrontan dificultades para conseguir puestos de trabajo, han calado en una parte importante del electorado.
Por otro lado, tenemos el caso de los republicanos y el apoyo que ha recibido en los caucus la candidatura del magnate Donald Trump. Inicialmente se pensaba que su candidatura sería efímera y a pesar de no tener un mensaje claro, de su postura engreída, sus insultos, ha logrado mantener la primera posición en la carrera por la denominación del “gran partido viejo” sus siglas en inglés GOP, de Abraham Lincoln.
Sus radicalismos contra México, su promesa de repatriar los once millones de ilegales, sus posiciones contra los problemas del Medio Oriente, un discurso contra el neoliberalismo donde promete desarrollar de nuevo la industria manufacturera afectada por las importaciones de China e India, todo lo contrario de lo que ha sido su accionar como empresario.
Sus camisas y corbatas son fabricadas en China, fue acusado no sólo de haber utilizado en la construcción de uno de sus lujosos hoteles mano de obra ilegal, sino que para colmo eran mexicanos que habían cruzado ilegalmente la frontera, que hoy promete dividir con una muralla que construiría el gobierno mexicano.
Su popularidad en las primarias y encuestas debe tener no sólo preocupados a los norteamericanos sino al mundo entero. ¿Qué podría pasar de Trump llegar a ser presidente?
En estos momentos se invierten altas sumas de dinero para evitar que pueda ganar la candidatura republicana. Cada día más, figuras importantes de la política norteamericana ofrecen su respaldo a Ted Cruz, quien ha tenido un muy buen desempeño en las últimas asambleas electorales.
Mitt Rommey, quien compitió en las elecciones del 2012 contra la reelección de Obama y en ese entonces calificaba a Trump como ejemplo de capacidad empresarial, hoy lo califica como “deshonesto, mentiroso, vulgar, xenófilo, temperamental, no apto para la presidencia”.
¿Podría este respaldo a Sanders y a Trump significar un giro importante en el electorado norteamericano? ¿Le estarían dando la razón a Sanders, que las políticas la controlan un pequeño grupo enquistado en Wall Street, cuando el dinero de los contribuyentes hay que gastarlo en el rescate de grandes instituciones que por su tamaño se entiende que no pueden quebrar?
¿Será que el éxito que vende Trump devuelve de alguna manera el perdido “sueño norteamericano”? Veremos cómo se siguen desarrollando las asambleas electorales y las primarias. Sin duda, en un mundo políticamente convulsionado.