Como dice la RAE, el placebo no es más que una “sustancia que carece de acción curativa pero que produce un efecto terapéutico si el enfermo la toma convencido de que es un medicamento realmente eficaz”. Tiene el mismo aspecto, gusto y forma que un medicamento verdadero, pero está hecho de productos inertes y sin ningún principio activo. La pregunta que llevan haciéndose investigadores de todo el mundo durante años es qué mecanismos neurobiológicos juegan, cuando uno toma un placebo, en la activación de las mismas áreas específicas del cerebro activadas por los medicamentos que sí son terapéuticos en sí mismos.
Son muchos los avances científicos que en los últimos años han mejorado la credibilidad del efecto placebo. Se sabe, por ejemplo, que en dicho efecto se ponen en juego la activación de neurotransmisores (por ejemplo, endorfinas, cannabinoides y dopamina) y de áreas específicas relevantes que también se activan a través de medicamentos convencionales.Además, se están empezando a identificar las marcas genéticas de pacientes propensos a responder de forma positiva al placebo. Por otra parte, se han aportado pruebas convincentes de que estos efectos son auténticos fenómenos biopsicosociales que van mucho más allá de la remisión espontánea de una enfermedad.
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