Dedico el comentario de hoy a un importante aspecto del proceso educativo: La educabilidad, para luego hacerlo con la Educatividad.Desde el punto de vista científico encontramos que en el proceso educativo intervienen dos elementos básicos: el educador y el educando cuya importancia, características y condiciones tienen que ser conocidas y estudiadas por todos los que de alguna manera inciden en la educación.

Educador y educando constituyen dos clases de límites a la educación, conocidas bajo los términos de educabilidad y educatividad. En lo que respecta a la primera consideración, Víctor García Hoz la concibe “como la capacidad del sujeto paciente de la actividad educativa para recibir las determinaciones que integran la educación; pero ésta sigue afirmando, no constituye al hombre en su subsistencia, sino que viene sólo a perfeccionarlo en calidad de accidente”.

Dos factores importantes limitan a la educabilidad: la herencia y el ambiente.
En cuanto a la herencia, la limitación proviene del pesimismo educativo, al concentrar su posición en la invariabilidad de los elementos hereditarios y al prescindir de algo esencial y valioso del ser humano, como en la libertad, pues el hombre al estar dotado de una voluntad libre puede dominar su propia naturaleza.

El educador debe de tener presente, en consecuencia, el ambiente en que vive y se desenvuelve el educando, aprovechando los elementos favorables para el proceso educativo y dejando de lado los elementos nocivos.

Para el profesor Ray Lankester, “la educabilidad puede ser trasmitida -es un carácter congénito- pero los resultados de la educación no pueden ser transmitidos… cuando menos se transmite por herencia al animal educable un mecanismo especializado, tanto mejor. La pérdida del instinto es lo que permite y hace necesaria la educación del cerebro receptor”.

La educabilidad es la receptividad de la acción educativa por parte del sujeto para asimilar el proceso educativo, la cual se ve limitada por los factores de la herencia y el ambiente.

El pedagogo Manuel Sanjuán Nájera, interpreta la educabilidad como “la categoría humana que constituye al hombre en sujeto de educación”.

Según el citado pedagogo, el “ser sujeto de educación” puede ser entendido en forma activa o pasiva. La educabilidad alude al doble aspecto: primero es condición activa por la que el hombre se educa. Es también receptividad ante el efecto educativo que permite que el hombre sea educado. Pero este “ser educado”, que se alcanza por la educabilidad, no le viene de fuera, sino que es el efecto de su propia acción. En este sentido hay que convenir en que la educabilidad no es la capacidad receptiva de asimilar educación provocada por un agente exterior -educador, sociedad, etc,- sino una potencia operativa capaz de crear educación y a la vez de asimilar la educación creada.

Ante los requisitos que le son propios como espiritualidad, libertad, imperfección, perfectibilidad, previsión, etc., la educabilidad la encontramos sólo en el hombre.

Los requisitos señalados precedentemente buscan alcanzar el proceso perfectivo en que se fundamenta la educación.

Paralelamente a estos requisitos, encontraremos que la educabilidad tiene por finalidad un anhelo de superación porque la acción educativa es impulsada por un motivo que se sintetiza en el ansia de ser más.

Al señalar que la educabilidad es la condición por la que el hombre se educa, surge la pregunta: ¿Cómo se engendra la educación?

La respuesta es sencilla, pues de lo estudiado hasta ahora podemos inferir que la educación es engendrada por la asimilación de los valores propios y ajenos que dan origen al perfeccionamiento y al enriquecimiento del ser humano.

Por todo lo explicado se puede concluir diciendo que la educabilidad es la condición que convierte al hombre en educando, quien se esfuerza por su educación obteniéndola a través del perfeccionamiento y enriquecimiento de su ser.

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