Si Gabriel García Márquez hubiera nacido en los 90, probablemente en lugar de haber escrito El amor en tiempos de cólera, estaría redactando “El amor en tiempos de maestría”. Y es que decidir entre amar o ir en busca de la superación profesional, es uno de los dilemas de las parejas “2.0”.
“El amor conoce la importancia de la distancia”, dice el autor Chip Ingram en su libro Amor, sexo y relaciones duraderas. Y hoy en día, este es un ejercicio por el que pasan muchas parejas que deben decidir entre poner en pausa, terminar su relación, o mantenerla ante la posibilidad de que uno de los dos se vaya a otro país para ascender un peldaño en su carrera profesional.
Sucede sobre todo en parejas de 25 a 28 años, edades en las que normalmente ya ambos han terminado la universidad y cuentan con cierta experiencia de trabajo, suficiente para decidir cuál será su siguiente meta.
Es ahí cuando se presenta el dilema. Para nuestros padres la ecuación era sencilla: estudiar, graduarse, casarse y tener hijos. Para nuestra generación las prioridades se tornan diferentes, cuando al graduarse, hay que decidir entre dar el paso de formalizar la relación o aplazarlo para estudiar una maestría entre las oportunidades que se presentan en el extranjero.
Una decisión en conjunto
En la mayoría de los casos, cuando se trata de una relación que se vislumbra a largo plazo, es probable que la pareja haya discutido previamente sobre sus intereses y proyectos de vida, y tengan más o menos definidos las metas individuales de cada uno.
“La decisión de los integrantes de la pareja de continuar o no a distancia radica esencialmente en cómo esté fundamentada su relación. Si tienen una base sólida complementada con la fidelidad, la confianza y la comunicación efectiva. Un amor genuino hacia el compañero o compañera va a permitir que se alejen físicamente porque entienden que ese cambio va a ayudar a que el otro pueda avanzar para beneficio de la futura familia o simplemente porque se desee lo mejor para cada quien a nivel personal”, declara la psicóloga Liliana Cruz Pichardo, especialista en terapia sexual y de pareja.
La confianza en el otro es fundamental para hacer funcionar cualquier relación, especialmente si ésta se mantiene a distancia, pues allí es cuando el tema de la fidelidad se hace quizás más importante. Poner las cartas sobre la mesa y decidir cómo harán funcionar las cosas, será sólo posible si desde siempre han tenido buena comunicación.
El peligro del compromiso al vapor
Ante la posibilidad de que su pareja decida irse a estudiar “fuera” por un largo período de tiempo, son muchos los hombres que sacan de bajo la manga el anillo de compromiso. Al igual que son muchas las mujeres que deciden poner la posibilidad sobre el tapete, sin que antes hayan acordado con sus parejas que éste sería realmente el siguiente paso.
“La famosa costumbre de ‘amarrar’ al otro para que entienda que tiene un compromiso, es un práctica que realmente no lleva a ninguna parte”, afirma la psicóloga.
“Si se tienen sentimientos sinceros hacia el otro, no tiene por qué existir la necesidad de comprometerse al vapor como si el compañero se le fuera ‘a escapar’. Es una actitud un tanto inmadura. Ahora bien, es importante que ambos expresen su sentir y dejen ver su posición al respecto”, añade.
Terminar o no terminar
Al final, la decisión de terminar o probar cómo funciona la relación en espacios físicos diferentes, será sólo de la pareja y no existe una fórmula única para todos. La adaptación a la nueva dinámica puede ser difícil, más no imposible si ambos ponen de su parte.
No obstante, si a pesar de intentarlo las cosas no marchan bien, es tiempo de replantearse las cosas. “Si la relación no tiene esperanza de salvarse, que esperen que estén físicamente juntos para terminar, ya que así podrán confrontar sus diferentes puntos de vista y dejar todo claro. La distancia puede tergiversar lo que se quiera decir y empeorar más las cosas”, afirma la psicóloga.
Finalmente, dar larga a las situaciones no las resuelve, muy por el contrario, sólo las puede empeorar.
“El querer ‘amarrar’ a la otra persona con un anillo de compromiso, no lleva a ninguna parte”.
“El amor en tiempos de maestría” Prueba superada
Raquel Camaño y Hamlet Gómez
Raquel y Hamlet llevan 4 años y nueve meses juntos, de los cuales han estado casados los últimos 8 meses. Se conocieron en la parroquia a la que ambos asisten, luego de que una amiga los presentara.
Él se encontraba en término de la carrera de Ingeniería Civil, ella de la de Arquitectura. Al finalizar, ella tenía la oportunidad de estudiar Diseño de Iluminación en el Instituto Europeo de Diseño de Barcelona; una prueba para ambos.
“Nos dijeron una vez que las relaciones a distancia son como el fuego, que si es débil, el viento lo apaga; pero si es fuerte, el mismo viento lo intensifica. Esto último fue lo que nos sucedió a nosotros”, cuenta Raquel. “No teníamos fecha de boda ni nada por el estilo, pero ambos sabíamos que eso venía porque los dos estábamos conscientes de lo que queríamos. El celular fue nuestro primer medio de comunicación y luego se sumaron las famosas citas vía Skype.
Lo más difícil fue la diferencia horaria. Así que acordamos que al salir de clases yo me iba directo a casa para poder hablar con él, o él se despertaba dos horas antes de ir a trabajar para poder hablar antes de empezar su día. Así nos fuimos adaptando.
En resumen, lo que nos ayudó a sostener la relación fue el poner a Dios en medio, estar enamorados, mantener la chispa y saber que todos los plazos se cumplen”.
A punto de vivirlo
Carmelsy Confesor y Ángel Ramos
Carmelsy y Ángel, por su parte, están a punto de vivir esta experiencia. Llevan un año y tres meses de novios, tras conocerse en la puesta en circulación de un libro.
Este mes, Carmelsy partirá a Madrid, para hacer un Máster en Mercadeo y Relaciones Públicas del Arte, cumpliendo un sueño que siempre había tenido. Ángel se queda, pero está feliz y la apoya totalmente en su decisión. Él ya vivió la experiencia y la ha animado a hacerlo también.
“¡Ángel está feliz y creo que hasta un poquito orgulloso!”, dice Carmelsy entre risas. “Conocer otras culturas, estudiar, disfrutar y cumplir sus metas, es algo que él considera que todo joven debe vivir”.
Ella, sin embargo, intenta no pensar mucho en la separación. “Mi novio ha sido un inmenso apoyo para mí. Cuando sufrí una parálisis, no me dejó ir sola a ninguna de las terapias, se volvió mi complemento. Será difícil, pero los miedos y tristezas no deben estar en lo que Dios bendice”, afirma.
Ambos tienen claro que el amor no tiene por qué limitar las aspiraciones de cada uno y, aunque no han hablado concretamente de un futuro juntos, saben que éste dependerá de cómo vivan el presente.
Por supuesto, el internet será su mejor aliado en la distancia, pues en estos tiempos modernos, afortunadamente hay mucho más que cartas para mantener una relación.
Juventud que emigra
Desde el 2005, el Ministerio de Educación Superior Ciencia y Tecnología ha puesto en marcha su programa de Becas Internacionales, que permite a jóvenes de todas partes del país cursar estudios de grado o posgrado en el extranjero, lo cual ha contribuido a fomentar este fenómeno de migración masiva.
Este año, 3.210 jóvenes dominicanos han sido beneficiados con este programa para estudiar en universidades de Estados Unidos, Europa y Latinoamérica.
2005 – 215 de grado, 190 de posgrado: 405 becados.
2006 – 126 de grado, 483 de posgrado: 609 becados.
2007 – 189 de grado, 791 de posgrado: 980 becados.
2008 – 325 de grado, 1.390 de posgrado: 1.715 becados.
2009 – 74 de grado, 773 de posgrado: 847 becados.