Durante todo el año nos envolvemos en el trabajo, en las responsabilidades del hogar, las tareas de los niños, es decir, en todo lo que es el diario vivir de los seres humanos que hemos adquirido la facultad de desempeñar varios roles en el mismo espacio y al mismo tiempo.
Esa es la vida de las personas en sentido general, y la que nos ha tocado vivir a los periodistas, que a pesar de coincidir en diferentes escenarios con tantos colegas y amigos, por las prisas que nos impone el mismo trabajo, apenas alcanzamos a saludarnos con una sonrisa o simplemente agitando la mano a otro que se encuentra en el mismo salón y que alcanzamos a ver cuando salimos apresurados hacia otra actividad a la que debemos dar cobertura para nuestros respectivos medios de comunicación.
Así corren los días, las semanas y los meses, a veces sin tiempo ni para levantar un teléfono y recordar el cariño que sentimos por los demás.
Hoy en día el BB se ha convertido en un aliado para decir “ lo siento”, a un amigo que atraviesa una situación difícil o para felicitarlo por algún logro, dejando de lado el afectuoso abrazo.
Lo cierto es que las obligaciones nos han impuesto una camisa de fuerza, nos mantienen ceñidos a los horarios y casi no nos dejan respirar, pero no sé porqué razón en diciembre todo cambia, bajamos un poco las revoluciones y nos dejamos llevar por la alegría que rodea el ambiente.
En estos tiempo hacemos un espacio para acudir a las invitaciones que nos hacen para compartir una fiesta, un coctel o un almuerzo para festejar la Navidad, y es ahí donde nos encontramos con los amigos que solo podemos ver de lejos en los afanes del trabajo y poder darnos un fuerte abrazo con nuestros queridos amigos.
Esos eventos se convierten en el escenario donde nos reencontramos con personas que no vemos desde hace años y que nos llevan a revivir esos momentos inolvidables que llevamos guardados en los corazones, junto a las personas con quienes los compartimos en su momento. Esos momentos nos recuerdan la importancia de estar cerca.
