La semana pasada un airado legislador de Santiago protestaba porque a todos los diputados se les tiene como corruptos y han estado en la mira pública como resultado de las medidas que ha tomado el Presidente de dicha cámara con relación al famoso “barrilito”.
Para todo el que no conozca las necesidades que pasan los legisladores especialmente los del interior frente a los miles de reclamos que reciben al llegar a sus comunidades, es fácil la crítica. Me tocó por tres años compartir con muchos de ellos frente a las necesidades de electrificación y fui testigo de la cantidad de necesidades que resolvían.
Posiblemente para que el mecanismo sea transparente y las críticas no recaigan a todos por el mal proceder de algunos, lo ideal sería buscar un mecanismo transparente, pero, tal como decía el molesto legislador, le siguen llegando las solicitudes de recetas, de pago de hospitales, de funerales y miles de demandas que aún no puede proveer el estado y es un mecanismo que aun no siendo idóneo sin duda llega a los más necesitados.
Sin embargo, mi preocupación es mayor con lo que pasa en los municipios. Tenemos ciento cincuenta y tres municipios en un país de apenas cuarenta y ocho mil kilómetros cuadrados. En promedio, aunque sabemos que hay municipios de tamaño diferente, es de trescientos trece kilómetros cuadrado por municipio. Esto implica trescientos seis alcaldes y vice alcaldesas, si en promedio tienen cinco regidores son setecientos sesenta y cinco. Exigen mil setenta y un vehículos con choferes y ayudantes. Todo esto sin contar con los distritos municipales.
Pocos hablan del barril que significan los ayuntamientos. Pocos respetan el presupuesto participativo, gran parte de los ingresos se va en nómina violando la ley en cuanto a la forma en que deben estar distribuidos los recursos: para nomina un 25%, actividades y servicios un 31%, inversión 40% y educación, género y salud un 4%.
Cuando se crea nuevo distrito municipal, son los residentes los primeros en entender que mejoran su calidad de vida. Es todo lo contrario porque cuando el municipio tenía como presupuesto diez millones mensuales recibían para inversión cuatro millones mensuales, ahora que son un distrito municipal y solo le llegan como partida presupuestal dos millones mensuales, apenas tienen para inversión ochocientos mil pesos.
Vamos poco a poco haciendo el país invivible, se construyen viviendas en zonas industriales, se construyen negocios en zonas residenciales, los colegios hacen el tránsito un caos, las construcciones se hacen sin el más mínimo respeto, sin parqueos suficientes. Extranjeros violan los derechos de suelo impunemente como sucedió en el Ensanche Julieta, donde un catalán alquiló una vivienda a un negocio que no solo trajo intranquilidad sino que llevó peligro a la zona y nada pasa, volverá como en oportunidades anteriores a burlarse de las autoridades y de la población. Igual se me acercó un periodista desesperado porque en su sector se ha instalado una antena que tiene a los vecinos sin poder dormir.
No quiero caer en el error de calificar a todos los alcaldes por igual, algunos son reelectos varias veces, no por simpáticos, sino porque se les reconoce su capacidad gerencial, pero resultan no ser la mayoría.
A llegado el momento de poner orden, ya estamos lamentando el caos, pero de no actuar será aun peor y debemos recordar que somos un país turístico y debemos vender una imagen donde los turistas deseen volver a nuestras ciudades.