Ego: valoración excesiva de uno mismo, considerarse diferente o mejor que los demás.
Les cuento un anécdota. Hace unas semanas hablaba con una amiga que solicitó una referencia para un trabajo que se haría en el país con capital extranjero. Recomiendo a una persona, pero mi amiga la rechaza a causa de sus comentarios negativos colgados en las redes sociales. Me detuve a pensar en ello, después que defendí a “mi recomendación” hasta que no me quedó de otra que ceder. ¿Cuántas veces hacemos comentarios hirientes en torno a otra persona solo para defendernos? Creo que casi todos los días. Y uno, en el camino del éxito, de cierto poder social o estatus, puede perder la perspectiva y tener una valoración excesiva de uno mismo (que tire la primera piedra el que esté libre de pecado). ¡Qué nos golpeamos cuando el reconocimiento se esfuma! O cuando los años pasan y vemos que hay talento que sube como la espuma.
Domar el ego es una de las tareas más difíciles del ser humano en toda su vida. No me malentiendan, aunque alguien pueda decir que no, el ego es necesario en ciertas circunstancias.
Es más, me atrevo a decir que muchas veces no tenemos la culpa de cultivarlo, pueden hacerlo nuestros familiares cuando somos pequeños o potenciarse en la adultez con las personas aduladoras que tenemos a nuestro alrededor. Esas, que cuando el éxito, el estatus o la solvencia financiera desaparecen, ellas también lo hacen.
Pido a Dios todos los días para que me ayude a controlar mi ego, que cuando pierda la perspectiva (porque créanme, sucederá), siempre haya alguien a mi alrededor que me deje volar y que a la vez me acerque más a la tierra; que sin importar cuán “grande” llegue a ser mi nombre, la humildad, el respeto por el trabajo de los demás –sin importar si llevamos más años que ellos en el negocio, si tienen o no talento, el tiempo será el mejor juez–, y sobre todo la sinceridad, sea lo que reine a mi alrededor. Los vampiros emocionales y los que inflan el ego vienen en todas las formas, incluso disfrazados de “amigos”.
@AiramToribio