Apesar de que la Defensa Civil es una organización gubernamental con presencia en todo el país, no cuenta con un presupuesto propio y solo recibe al mes menos de tres millones de pesos para el pago de nómina y los gastos administrativos.Los recursos son aportados de la cuenta del Ministerio Administrativo de la Presidencia, pero cuando hay alguna emergencia como un huracán o tormenta, la entidad solicita un fondo operativo que se canaliza a través de la autoridad a la que pertenece por ley.
El director general de la Defensa Civil, mayor general (r) Luis Luna Paulino, dice que dependen administrativa y económicamente de la Presidencia, pero que en ocasiones otros sectores aportan.
“Nosotros no tenemos como práctica pedir dinero. El sector privado a veces nos puede facilitar por ejemplo un vehículo si lo necesitamos para un servicio, nos puede aportar combustibles para los operativos y otros nos ofrecen agua, nosotros nos cuidamos mucho”, dijo Luna Paulino.
Los alimentos para todos los miembros de la Defensa Civil durante las jornadas de apoyo y rescate, así como los medicamentos para operativos y consumo institucional son suministrados por las autoridades gubernamentales.
Los Comedores Económicos del Estado suministran permanentemente raciones alimenticias para los voluntarios que están al servicio de la institución y que reciben muy poca o ninguna paga por el trabajo que realizan.
En las áreas que no cubre el Estado, el sector privado hace sus aportes como está previsto en la ley por ser miembro de la Comisión Nacional de Emergencias, sobre todo en las provincias, donde facilitan camisetas, gorras y otros atuendos que se requieren.
La falta de recursos no es una limitante para que los miembros de la Defensa Civil hagan su trabajo, porque quienes la integran son hombres y mujeres solidarios que se ponen al servicio del país.
Durante las llamadas temporadas altas, en Semana Santa y las Navidades aumenta el número de voluntarios llegando hasta 14,000 y 15,000 miembros entrenados para desempeñar diversas funciones como orientación ciudadana, aplicación de primeros auxilios, rescate y asistencia en carreteras, playas, ríos y otros espacios.
Activados durante huracanes
La activación de brigadistas, socorristas y voluntarios en tiempos de emergencias no es un problema, porque cada uno de los miembros está activo, sobre todo durante los seis meses de la temporada ciclónica. Se mantienen informados a través de la Oficina Nacional de Meteorología, de los medios de comunicación y cuando se dan las condiciones acuden a sus respectivos centros en disposición de entrar en acción.
Al recibir los niveles de alerta del Centro de Operaciones de Emergencias, en el caso de lluvias, se tiene un estimado de la cantidad que afectaría al territorio dominicano y se activan los planes de emergencias de acuerdo con los colores emitido en cada localidad.
Cada color conlleva su protocolo: el verde significa activación de planes; el amarillo activación de todas las áreas de manejo de crisis en todo el país e inicio de evacuaciones y el rojo es la declaratoria de emergencia inminente.
“Por no saber nadar perdí a un amigo”
José Capellán
Encargado Nacional de voluntarios
Cuando yo me gradué del bachillerato, hicimos una gira al río Masipedro de Bonao para recaudar fondos, y allí perdimos a un amigo porque ninguno sabíamos nadar, eso hizo que me acercara a una unidad de salvamento acuático que se llamaba PPA en Cristo Rey”. Relata Capellán, quien continuó perfeccionando la natación y se inscribió en la Defensa Civil donde se entrenó en rescate acuático.
Recuerda que la muerte de su compañero de estudios, Juan Lizardo, afectó a todos los estudiantes, principalmente a él que lo vio hundirse en el agua sin poder hacer algo.
“Eso causó en mí un deseo de ayudar a la gente y por eso ya tengo 24 años en la Defensa Civil”, dijo al respecto.
Narra que su momento más difícil como socorrista fue en el lugar llamado La Playita, del kilómetro 13 de la autopista 30 de Mayo, donde estaban desalojando a los moradores porque había un mal tiempo y una ola de casi 18 pies lo arropó junto a sus compañeros, por lo cual debieron actuar rápidamente, para evitar perder sus vidas.
Dice que la mejor paga que recibe es cuando luego de rescatar a una persona de una riada o derrumbre escuchar las gracias por salvar una vida. “Es como que el Señor (Dios) nos tiene a nosotros para ésto, para salvar vidas aquí”, dijo, afirmando que no piensa abandonar su trabajo porque cada día le llena de satisfacción.