Desde el día en que tres hombres intentaron asaltar su farmacia, los días de Olga transcurren entre angustias y temores. Y lo peor: quienes intentaron robar su negocio, en Boca Chica, están nuevamente en la calle.
Ella solo recuerda que los delincuentes que quisieron cargar con las ganancias de su farmacia andaban en motores. “De repente, oigo una bulla. Lo primero que pensé es que era un pleito de los muchachos por aquí”, cuenta Olga Hart. Pero se equivocó. Eran tres sujetos que al sentirse delatados dispararon contra el personal de la farmacia que lleva su nombre, e hirieron a un guardián que hoy está a punto de perder un brazo.
El vigilante herido se llama José Miguel Torres. Recibió tres disparos, uno en el abdomen, otro en el tórax y un tercer balazo en el brazo derecho. La señora Hart dijo que a Torres esta situación se le complicó con un problema de diabetes crónica que padece de hace años.
Cinco días después del suceso que pudo acabar con la vida de varias personas, amigos y vecinos de Torres aseguran que este hombre no ha sido visitado por ninguna autoridad policial ni del Ministerio Público, a pesar de haber visto la cara de sus liberados agresores.
“Aquí no hay ninguna seguridad, porque hay cosas que se escapan de las manos de las autoridades. Hay personas conocidas como delincuentes y se pasean alegremente por la calle”, se queja José Miguel Paredes, residente de Boca Chica. El episodio criminal del que fue víctima el señor Torres ocurrió en el sector Andrés, bien cerca de otros barrios denominados por sus residentes como “zona apache”.
Esos barrios, en donde “hasta la Policía entra con miedo”, son La Seiba, La 27, La K, Monte Adentro y Campo Lindo. De acuerdo al informe de homicidios que cada mes realiza la Procuraduría General de la República, solo en el pueblo de Boca Chica el año pasado mataron a 45 personas en distintas circunstancias.
Pandillas en La Caleta
En el distrito municipal de La Caleta en el 2010 ocurrieron 9 homicidios, en asaltos, robos a mano armada y pleitos entre pandillas por el dominio de zonas o puntos para la compra, venta y distribución de drogas.
Además de estos crímenes y delitos, que representan un común denominador en cada rincón del país, en Boca Chica denuncian la existencia de pandillas organizadas que se dedican exclusivamente al robo de motocicletas, para después venderlas.
Contrario a lo que percibe gran parte de los barrios y sectores del Distrito Nacional y los municipios de la provincia Santo Domingo, los moradores de Boca Chica aseguran que hay policías suficientes para combatir los asaltos y poner a rayas a los ladrones y vendedores de drogas. “Pero el policía que trabaja aquí, generalmente viene buscando algo. Eso hay que tenerlo claro.
Hay policías que pagan para que lo trasladen para acá, porque aquí se mueve el peso”, denuncia Juan Castro, directivo de la Coordinadora de Organizaciones Sociales de Boca Chica.