Lo que distingue a Juan Bosch entre los líderes políticos contemporáneos y no contemporáneos de América Latina y el Caribe, es su fuerte compromiso, no sólo con valores y convicciones ideológicas, sino con las normas y reglas que rigen esos valores. Esta hace de Juan Bosch un líder democrático que se separa de los métodos paternalistas y clientelares tan extendidos en la región. Su liderazgo se configuró sobre la base de un pensamiento teórico e ideológico fundamentado en fuertes concepciones morales, Bosch supo mantener una coherencia de pensamiento intachable a lo largo del tiempo y en relación con sus acciones públicas.
El pensamiento teórico, ideológico y los valores morales de Bosch, ligados estrechamente a su concepción y visión sobre los partidos políticos están estrechamente relacionados con los valores, principios y convicciones que jugaron un papel fundamental en toda su vida.
Una cualidad incuestionable en la conducta de Juan Bosch fue precisamente su actitud intransigente frente a cualquier acción que riñera con sus principios morales, ejemplarizando con sus palabras y acciones una conciencia moral decisiva que hubo de marcar toda su trayectoria de ser humano, de ciudadano y de político. Sus convicciones morales lo llevaron siempre a actuar con un alto sentido de responsabilidad consigo mismo y con la sociedad.
En esa perspectiva y en un intento por sintetizar los valores encarnados por el Maestro, es preciso recordar que Bosch desarrolló una vida fecunda en la lucha por la conquista del bien, la verdad y la justicia; cuestiones fundamentales para una organización política como el PLD. A estos valores también deben sumarse la solidaridad, los principales democráticos y valoración de los derechos humanos. El patriotismo se configura como un valor especial en la vida del líder, el cual se constituyó en un referente nacional en la defensa de la soberanía y en la lucha por la libertad de la República Dominicana. En el caso del patriotismo, lo concibió como uno de los valores esenciales en la configuración de las naciones democráticas y soberanas del mundo.
Para Bosch, el ejercicio de la democracia y la ciudadanía pasa necesariamente por la educación y la formación en valores donde el Partido se convierte en el instrumento que articula la conciencia ético-social, con la acción comprometida de los ciudadanos y las ciudadanas, por la transformación de la realidad.
En su labor de político y escritor, Juan Bosch tenía bien claro que la educación es un factor clave para que un país como la República Dominicana superara sus condiciones de pobreza y pudiera garantizar un desarrollo económico sostenido. Estaba convencido de que sólo un sistema educativo basado en oportunidades iguales para todos y todas constituye la fuerza motriz para el desarrollo nacional.
Coherente con ese pensamiento sobre la educación, al relacionarlo con la actividad política, podría decirse que la concepción de Partido en Juan Bosch es una construcción histórica, del más alto contenido ético, político y social, reveladora de una visión que concibe la conciencia del ser como el ejercicio más pleno de la condición humana, garante de la libertad y la dignidad, en la cual su amplia visión sobre la educación juega un papel de especial relevancia.
Argumentaba además que los partidos no tienen que ser mayoritarios, lo que tiene que tener un partido político no es una mayoría de miembros sino una gran autoridad moral sobre el pueblo “lo que necesitamos en el PLD no son cientos de miles de miembros, sino capacidad política y mucha capacidad de sacrificio”. Desde su punto de vista lo necesario es contar con hombres y mujeres con la calidad política necesaria para dirigir el pueblo en su lucha por la liberación y con la voluntad de servir al pueblo, condiciones que según don Juan después mejoran con el estudio y la práctica diaria.
Juan Bosch entendía que “un partido político es el producto de la sociedad en que se halla, pero al mismo tiempo no puede dedicarse sólo a las tareas de cada día, sino que entre sus obligaciones está la de contribuir al desarrollo de la sociedad en la que actúa, y tiene que prepararse para ver con claridad no sólo lo que sucede en torno suyo sino además prever lo que sucederá para evitarlo si está llamado a ser dañino, o acelerarlo si está llamado a serle útil al pueblo”.
Un aspecto fundamental en la concepción de Bosch acerca del partido es el rol que éste debe jugar en la organización y conducción del pueblo. Considera que el pueblo no debe hacer por sí mismo lo que el partido debe hacer por servirle al pueblo, en tanto el partido representa al pueblo y actúa en el campo político para servir al pueblo, y hace en ese campo lo que el pueblo no puede hacer.
Se hace evidente que toca a los pueblos caribeños y latinoamericanos vigilar la práctica política actual, evitando caer en desviaciones que puedan ser tan dañinas que nos alejen de nuestra tarea fundamental. El populismo, el grupismo, el clientelismo y la demagogia son deformaciones que cada día habría que enfrentar, si queremos ser útiles al pueblo, Juan Bosch nos aporta las claves necesarias para convertir la política, y por ende el trabajo de los partidos, en una práctica de servicio, que requiere capacidad para entender la realidad y actuar para transformarla. Un partido organizado no sólo como un modelo de educación para la participación política, sino como una fuerza, que al llegar a la administración del Estado sea capaz de construir una sociedad democrática, con gran sensibilidad social y especial dedicación para el trabajo al servicio del pueblo.