En una entrevista a Frank Perozo, tras su designación como director de Antena Films, él preguntaba “¿qué quieres ver en el cine dominicano?”, la respuesta fue una sola palabra, sin pensarla, solo salió como un grito desesperado, “cine”. En ese momento, él prometió que eso vería en lo adelante. Hace un año de esto, y anoche, en la premier de ¿Quién manda?, cumplió aquella promesa.
Como en toda producción dominicana, lo cierto es que no quise hacerme muchas expectativas, así podría sentirme bien si la cinta se partía en el intento, en especial cuando se habla de comedia. Sin embargo, durante la presentación de la película sentí un paso de avance para el cine dominicano, aun cuando el tema no sea para competir por un Oscar.
¿Quién manda? se estrenará este jueves en todos los cines del país y vale la pena verla, está bien trabajada en cuanto a dirección, edición, fotografía y la música, realmente hay que darle un mérito a este renglón que nunca estuvo fuera de lugar. Es una comedia, es cierto, pero porque sus personajes y sus situaciones son graciosos, no porque tengan una obsesión por sacarnos una carcajada, es cómica y punto.
Veremos caras conocidas, pero sin abuso de ellas, otras poco explotadas en nuestra industria cinematográfica pero que se portan a la altura de una producción de este tipo y finalmente, algunas totalmente desconocidas, que demostraron ser lo bastante profesionales como para obtener más propuestas en lo adelante.
Cabe resaltar que la dupla Frank-Nashla encaja bastante bien, es creíble y sus escenas sensuales fueron tratadas con mucha delicadeza. Sobre los personajes secundarios, hay que reconocerles que jugaron un gran papel durante toda la trama. Podemos ver a Micky Montilla (Manuel), poco utilizado en el cine local, que le pone la chispa al bando masculino y una Laura Díaz (Ana), revelación, que ofrece un toque muy gracioso al equipo femenino como la prima de Natalie. Las actuaciones de Amauris Pérez (Eduardo) y Akari Endo (Melissa), en sus papeles de amigos sensatos también merecen su reconocimiento.
En el caso de la fotografía, Peyi Guzmán hizo un gran trabajo, que junto a la edición de José Delio Ares, nos hacía por momentos pensar que se trataba de una producción internacional, al nivel de cintas cómico-románticas argentinas, por ejemplo.
Por fin, una película local muestra que no solo somos dembow, mambo o bachata, sino que tenemos buena música que ofrecer. Esta vez la tarea fuerte recayó sobre la banda “Be Crazy”, que tuvo el tema oficial “Quién te entiende” y que ya había demostrado su talento en la apertura del concierto de Ricardo Arjona. Esta agrupación, liderada por León Yamil, y compuesta por César Ramiro, vocalista; Ernesto Núñez, bajista; Robert Rosario, guitarrista; Andrés David en la batería, Efraín Cuello en congas y percusión y Rony Khoury en piano, tiene mucho que ofrecer en materia de temas a nuestra carpeta musical.
Otros temas que sobresalen durante la cinta son “Discúlpame” de Rafely Rosario, que realmente suena muy bien, y “Pégate de la botella”, de El Batallón, en la parte más bonchera de la película.
Finalmente, el director, Ronni Castillo, entró por la puerta grande, puesto que hay que darle su mérito de que a pesar que este film siguió la misma línea del corto tiempo de filmación, lo cierto es que hizo un trabajo de dirección fenomenal. Esto demuestra que no sólo se trata de presupuesto o de tiempo, hace falta buenas cabezas detrás de una buena producción, deseo de que el trabajo quede bien por encima de vender taquillas.
En conclusión, no es una cinta con un tema jamás tratado en la industria del cine, tampoco ganaremos con ella un Globo de Oro, pero es un trabajo digno, bien tratado, que merece ser apoyado. Esperamos que su éxito motive a Frank Perozo a seguir buscando e impulsando al talento joven y anónimo del país, que siga apostando por directores como Ronni y actores como Laura, Akari, Amauris y el siempre gracioso Mickey.
¿Lo mejor?
- Adiós a las escenas sobreactuadas o a ese acento teatral que parecía imposible de borrar.
- La notable y bien recibida ausencia de las malas palabras o el vulgar lenguaje exageradamente callejero.
- El manejo de la publicidad, salpicado a veces hasta con situaciones que resultan graciosas.
- El que no insistieran en hacernos reír sin razón alguna y simplemente sus personajes en sí mismo fueran graciosos.