A propósito de conmemorarse el pasado primero de noviembre el 15 aniversario del fallecimiento del profesor Juan Bosch y de la visita, en esa misma semana, de Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz 1992, a la República Dominicana queremos referirnos a los valores, actitudes y convicciones que ambos líderes han asumido como políticos y humanistas.
La vida de Bosch fue marcada cuando siendo apenas un niño se produjo la intervención norteamericana de 1916, lo que despertó en él un profundo sentimiento patriótico y de amor a su patria. Mientras que Rigoberta, junto a su familia, sufrió las atrocidades de la guerra civil guatemalteca (1962-1996), en la que miles de indígenas fueron apresados, torturados y asesinados, lo que hizo florecer en ella el deseo de paz y de justicia social.
Bosch, desde muy pequeño, tuvo contacto con las clases más desposeídas, los campesinos dominicanos. Observó su cruda realidad, lo que despertó su conciencia social y motivó sus primeras denuncias a través de sus cuentos, para posteriormente convertirse en un maestro del realismo social, el cual es reconocido en Latinoamérica.
Rigoberta, siendo una infante, trabajó en fincas cafetaleras y padeció en carne propia la explotación, la exclusión y las iniquidades de que eran víctimas los indígenas y campesinos de su país.
Tanto Bosch como Rigoberta iniciaron en plena juventud su lucha en contra de férreas tiranías que se prolongaron por varias décadas: en República Dominicana, la de Trujillo; y en Guatemala con las dictaduras militares.
Ambos fueron víctimas de persecuciones políticas y de injustos apresamientos. Los dos recurrieron al exilio: Bosch por 23 años (1938-1961) y Menchú durante un lustro (1983-1988), para poder salvar sus vidas y seguir con sus luchas incesantes en procura de liberar a sus pueblos y conducirlos por el camino de la paz.
Durante sus vidas como exiliados políticos recorrieron el mundo denunciando las atrocidades de los regímenes dictatoriales que gobernaban sus países, logrando prestigio nacional e internacional y el respeto de quienes les conocían.
Los dos fueron candidatos a la presidencia en sus tierras natales, llegando Bosch a ocupar la presidencia en 1963, quien fue derrocado siete meses más tarde, debido a sus ideas progresistas, basadas en la paz, la igualdad y la justicia social.
El maestro Bosch siempre trabajó por el desarrollo de la conciencia social de su pueblo, para que gobernantes y gobernados pidieran vivir en un país con justicia por encima de los intereses particulares. Trabajaron para lograr sociedades libres y formar políticos dispuestos a servir a sus pueblos.
Queremos concluir recordando algunas expresiones de Bosch, muy vinculadas al contenido de este escrito: “La libertad es un bien que no puede ponerse en peligro por debilidades, y el aire de la libertad se contamina de sutiles venenos allí donde en su nombre se permite que florezca la villanía. La energía no tiene por qué ser arbitraria; pero si tuviera que ser excesiva en la formación de una conciencia social sensible a lo bello, rebelde a la grosería y a la maldad, es preferible padecer su exceso a sufrir el despotismo hamponesco de las tiranías, que en gran medida se alimentan de esa ausencia de sensibilidad social y en la incapacidad para rebelarse ante lo feo y lo malo”.
Menchú es la premio Nobel más joven, reconocida por su lucha por la justicia social y reconciliación etnocultural, basada en el respeto a los derechos de los indígenas, su lucha pacifista y tenaz le mereció el respeto de la comunidad internacional y de su pueblo, logrando establecer un movimiento tan fuerte que contribuyó a la instauración de la democracia guatemalteca. En esta misma dirección afirma: “La paz no es solamente la ausencia de la guerra, mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz”.
Ambos personajes han sido reconocidos en múltiples ocasiones por sus obras como humanistas y políticos, pero todos sabemos que para ellos lo importante ha sido conocer, amar y servirle a sus pueblos y ser personas de bien; para ellos, tal como señaló el profesor Juan Bosch, “los honores, los bienes reales, la nombradía, la gloria, nada de eso significa nada”.