No es fácil conjugar en una persona las muchas cualidades que se requieren para ser considerado un ciudadano ejemplar. Llevar a cabo una vida basada en valores como honestidad, solidaridad, honradez, responsabilidad y emprendimiento, se traduce en ser buen familiar, excelente amigo y ciudadano y profesional sin tacha.
Para mí, Juan Bautista Vicini Cabral, Don Gianni, es uno de esos casos excepcionales. Fue una persona que alcanzó el éxito, logró junto a sus hermanos una gran fortuna, sin que eso le impidiera uno de sus principales activos: la sencillez.
La fábrica fundada por mi abuelo, la cual fue mi primer lugar de trabajo, estaba ubicada en la calle Felipe Vicini Perdomo, en honor al padre de Don Gianni. Sin embargo, no fue hasta finales de los ochenta que lo conocí.
Desde el primer momento me llamó la atención tanto su trato amable y afectuoso, como la especial energía y seguridad que irradiaba. Hicimos mucha empatía y en esa ocasión conversamos sobre los procesos que requiere la producción de materias primas para pinturas, que es a lo que se dedica la empresa que dirijo. El había estudiado Química y por tanto, era muy versado en estos temas.
Un día llegó hasta mi oficina en Haina, solo, manejando un vehículo pequeño y sencillo. Le reclamé no haberme avisado que deseaba reunirse conmigo y ser yo el que se trasladara hasta su oficina. Su respuesta fue: “Imposible, Celso, vengo donde ti a tratar temas que nos interesan a los industriales”.
Hombre de fe, me regaló entonces una imagen de la Inmaculada Virgen María que aún conservo en mi cartera. De mi parte, le ofrecí una que llevaba de la Virgen de Lourdes, de quien soy devoto desde los días en que padecí la polio.
Su funeral fue familiar y sencillo como su vida. En la misa de novenario, Su Eminencia Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez destacó, además de sus muchas virtudes, sus muchos aportes a la iglesia, hechos de forma discreta, sin necesidad de publicidad.
En la ceremonia tomaron la palabra su amigo Ramón Cáceres Troncoso, su gran colaborador Campos de Moya y su hijo Felipe Vicini Lluberes.
El primero se refirió a las virtudes cívicas de Don Gianni, su preocupación por el bienestar del país y su actuación en contra del régimen de Trujillo, causa a la que dedicó cuantiosos recursos económicos y en la cual era conocido como Mr. X.
Campos se refirió a su faceta de empresario, del respeto y el afecto que profesaba a sus colaboradores, no se le escapaba el nombre de ninguno y velaba por el bienestar de cada uno de ellos.
Su hijo Felipe habló del padre y el abuelo cariñoso y del amigo solidario. Del hombre de múltiples intereses, tales como la ciencia ficción, la astronomía, el baile y la esgrima. Y sobre todo del hombre de fe cristiana que oraba al salir de su casa diariamente y a la entrada y salida de su lugar de trabajo.
Hoy queda a sus hijos Felipe, Amelia y Juan el tesoro de su recuerdo y su ejemplo. También para todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo y tratarlo y para todos aquellos a quien de forma anónima le extendió su mano amiga.
Don Gianni, ciudadano ejemplar, descansa hoy al lado del Altísimo y de la Virgen que tanto amó y veneró.