La semana pasada estuve en viaje de negocios. Visité a mi cliente y amigo Sergio, con quien comparto no solo negocios, sino también preocupaciones y quien tiene inversiones en nuestro país. Como lo ha repetido mil veces es un enamorado de la República Dominicana y de su gente, aunque, igual que a otros muchos, siente mucha vergüenza por la pobreza y diferencias socio económicas del país, sobre esto conversamos durante esta ultima visita.
La noche de mi regreso al país, me enteré de la muerte de un humilde ciudadano, que por muchos años trabajó como jardinero y realizaba otros pequeños trabajos para sobrevivir y mantener su numerosa familia. Con él, mi familia y yo, mantuvimos contacto por muchos años. Me dio lástima enterarme de que murió enfermo en medio de una gran pobreza, rodeado solo de algunos vecinos solidarios. Esta es la historia de muchos dominicanos, morir pobres y abandonados por el sistema luego de toda una vida de trabajo pesado.
Tal y como le comentaba mi amigo Sergio, las causas de este cáncer que carcome nuestra sociedad son múltiples y todos somos responsables.
Podemos comenzar mencionando la incapacidad de un aparato estatal hipertrofiado que invierte la mayor parte de sus recursos en el gasto corriente, dejando un bajo margen a la inversión social. Ejemplo de esto es la poca inversión que hasta ahora se había hecho en el sector educativo, lo que ha traído como consecuencia el bajo nivel cultural y poca preparación de una gran parte de nuestra población, lo que la ha mantenido alejada de empleos y mejores oportunidades dentro del sector formal de la economía.
No son pocos los políticos cuyas prioridades andan muy alejadas del bien común. Como sociedad debemos de mantener a más de veinte partidos políticos, muchos de los cuales fungen como negocio de unos pocos. Algunos no llegan a obtener el 5% de las votaciones en las elecciones, pero son nuevamente reconocidos para poder recibir fondos que se debían asignar a áreas prioritarias.
Aquellos que llegan al poder, lo utilizan en su provecho. Desde el gobierno se manejan proyectos millonarios que a veces favorecen a unos pocos y que además acaban por ser abandonados. No tenemos una cultura de rendición de cuentas lo cual favorece la corrupción y aparta los recursos de iniciativas para mejorar las condiciones de vida de la mayoría.
La oposición no presta mejor servicio, algunos desperdician sus energías en divisiones y desacuerdos que desembocan en sillazos y tiros que en nada aporta al país y su desarrollo. Otros se empeñan en levantar acusaciones contra un Presidente que en lugar de acumular villas y fortuna, prefirió pedir el apoyo de amigos y empresarios para constituir una organización, que aunque les cueste a algunos reconocer, se ha convertido en un centro de pensamiento en el que se discuten precisamente formas y maneras de combatir la pobreza, de mejorar las capacidades tecnológicas, de traer conferencistas internacionales para debatir la crisis económica y sus impactos, entre otras muchas cosas.
Para las empresas del sector privado el costo social es tan alto, que de cada peso pagado como remuneración se deben pagar sesenta y cuatro centavos al estado, lo que limita los aumentos salariales con las implicaciones que este hecho acarrea. Por otra parte, muchos empresarios evaden el pago de impuestos y otros viven de realizar negocios irregulares con el estado, como es el caso de un vecino que se ha beneficiado de la oscuridad, se atreve a criticar a otros y su único logro ha sido el de pasar a los libros de record mundial por haber quebrado a la mayor empresa de gaseosa mundial y no haber podido engañar solo a aquel que no haya hecho negocios con él.
Al igual que en otros países de la región son muchos los retos que obstaculizan el camino hacia el desarrollo verdadero y la dignificación y crecimiento de todos los sectores sociales. Afortunadamente, no todo está perdido, como le comentaba al amigo. La clase media ha despertado y ha empezado a reclamar sus derechos y mayor justicia social. El nuevo gobierno ofrece claras señales de sus intenciones de mejorar las condiciones de vida de los más pobres.
Para crear más empleos y atraer más inversiones, tanto desde el sector publico como del privado se está haciendo un esfuerzo serio para expandir la infraestructura y servicios turísticos. Por otra parte, el empresariado organizado está ofreciendo apoyo a políticas y proyectos educativos.
Son muchas las señales esperanzadoras de que por fin lograremos extirpar de raíz este infamante mal que nos aqueja, de que las oportunidades y el progreso llegarán a todos los sectores de nuestro país. De que cada vez menos se repetirá la historia de nuestro desafortunado jardinero y amigo.