Herencia ecológica urbana
La más grande herencia ecológica que tienen los residentes del Gran Santo Domingo es el Cinturón Verde que dejó el extinto presidente Joaquín Balaguer. En varios decretos del año 1993, el mandatario expropió grandes aéreas verdes en los cuatro puntos cardinales de la ciudad, denominándolos Parques Miradores Norte, Sur, Este y Oeste.
Esos espacios protegidos bajo el amparo de los derechos presidenciales, la Ley de Parques, derogada por la ley 64-00, Ley General de Medio Ambiente y la Constitución del 2010 se convirtieron en patrimonios ecológicos del pueblo dominicano.
En el país, las áreas protegidas siempre han sido codiciadas por empresas e individuos que creen que por ser propiedad del Estado son pasibles de ser invadidas. Ha ocurrido con el Parque Mirador Sur, donde empresas con locales arrendados pretendieron apropiarse de más espacio para parqueos o áreas de uso; en el Mirador Norte se recuerda la gran batalla que libraron el ayuntamiento y los vecinos en 2008, para impedir que los dueños del Cementerio Jardín Memorial se apropiaran de una gran extensión del parque.
En 2009, la lucha de Medio Ambiente para desalojar a familias que fueron asentadas en el Mirador Oeste generaron enfrentamientos entre ciudadanos y militares, y al final primó la ley y hoy los dominicanos pueden disfrutar de un área protegida de más de cuatro kilómetros cuadrados.
Los enfrentamientos del fin de semana en el desalojo de los farallones del Parque Mirador Este es otro ejemplo de lucha de las autoridades por preservar el patrimonio ecológico, amparadas en la ley.
El acceso a una vivienda digna es la mayor aspiración de un ciudadano, pero ese derecho no puede ser enarbolado o impuesto mediante el uso de la fuerza o la ilegalidad, porque violenta otro derecho fundamental: el derecho colectivo, establecido en el artículo 66 de la Constitución: preservar la biodiversidad, la habitabilidad y un entorno urbano adecuado como garantía de un mínimo de sostenibilidad para la conservación de la vida.
[email protected]