Son muchas las columnas que no me pierdo de la prensa escrita, pero sin dudas la que siempre busco, sin importar donde me encuentre, es la del decano del periodismo nacional, doctor Rafael Molina Morillo.Del buen amigo, quien se distingue no sólo por su experiencia y su talento, lo que más admiro es la profundidad de los temas que toca, desarrollados en muy pocas palabras.
En su artículo de la semana pasada definía el bla, bla, bla, como la forma de salir del paso de políticos y empresarios cuando tienen que opinar sobre algo de lo cual no saben escurrir el bulto sin mayores consecuencias.
Cuánta razón tiene, sin dudas, porque la inmensa mayoría de los temas nacionales terminan en un bla, bla, bla y cuando se quiere que adquieran importancia o relevancia y no hay el menor interés en la seriedad del mismo se recurre a esta salida para no definir el tema nunca.
Eso se parece a las famosas comisiones que se crean para llegar a nada. Especies de válvulas de escape de temas nacionales de importancia, a los cuales no se les quiere dar el frente, ya sea por los intereses involucrados o porque pueden minar la popularidad del funcionario, del Gobierno y en caso del empresariado, meterlos en problemas.
Empecemos por el pacto eléctrico. ¡Cuánto bla, bla, bla, ha habido ahí! Ya hasta el amigo José Antonio Vanderhorst ha dejado de enviar los miles de correos sobre teorías del pacto, muchos interesantes, pero otros parte del bla, bla, bla, que no nos lleva a nada.
La ley de partidos ha sido manoseada por años, ahora está en manos del Consejo Económico y Social y ojalá no termine en un bla, bla, bla. Es una ley importante que no sólo debe limitar los gastos de campaña, sino que debe obligar a informar sobre la proveniencia de los fondos y la transparencia del uso de los mismos.
En estos días se inicia un experimento para paliar el caos del tránsito. Sin quitar méritos al Ministerio de Obras Públicas, que ha venido haciendo un gran trabajo, esperamos que la cantidad de instituciones envueltas en mantener el caos del tránsito no conviertan lo que parece un esfuerzo serio en otro bla, bla, bla.
Recientemente la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de ley que penaliza el aborto. Son miles los que han salido a criticar un proyecto que aún cuando no es perfecto, como nada lo que produce el ser humano, pretende defender el derecho a la vida. Es mucho el bla, bla, bla que se ha escrito y dicho al respecto.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo rápidamente enfrentó el proyecto, pidiendo que se despenalizara el aborto y para poder complacerlo tendremos que cambiar la Constitución. Más bla, bla, bla.
Posiblemente debíamos pedir consejos a Uruguay, aprovechar que la Organización de los Estados Americanos la dirige un uruguayo y legalizar el aborto, la mariguana y los matrimonios del mismo sexo para continuar con el bla, bla, bla del tema.
Sobre el tema de la seguridad, el mismo es percepción porque el resto es bla, bla, bla. Los empresarios hacemos seminarios, convenciones y sus conclusiones son importantes por varios días, el resto del año dichas conclusiones se convierten en bla, bla, bla.
Incluso, criticamos a los políticos y cuando un grupo de empresarios se reúne con fines de aportar al país de forma seria, entendiendo que el país no es de un grupo ni mucho menos de una organización, estos esfuerzos son boicoteados por otros empresarios con más bla, bla bla.
Sin embargo, hay que admitir que la estabilidad de la economía, aunque escasee el dólar, no es bla, bla, bla. El turismo y las remesas no son bla, bla, bla, la educación ha mejorado y la popularidad del Presidente son hechos concretos que nos animan a entender que en algún momento saldremos del bla, bla, bla que no nos permite tener un desarrollo más integral.
Y esperamos que a diferencia de como concluye nuestro amigo Rafael Molina Morillo, en un momento sea más provechoso aprender inglés que practicar el bla, bla, bla, tal vez para que podamos entender las sandeces del candidato republicano de los Estados Unidos un gran experto en el bla, bla, bla.