La sombra de la muerte anduvo detrás de Luc Mj Vandermael una semana antes de que el cadáver del belga apareciera descuartizado y carbonizado en un basurero del batey Yacó, en las inmediaciones del kilómetro 22 de la autopista Duarte, tres días después de que su esposa denunciara a la Policía su desaparición.Zunilda Benítez, concubina del extranjero, fue interrogada en tres ocasiones y en cada una de las entrevistas ante los investigadores sostenía que su marido habría sido víctima de una banda de ladrones. La mujer basaba su coartada en que, efectivamente, el apartamento del belga, marcado con el número 201 del Residencial Onix IV, ubicado en la calle Canoabo del sector de Gazcue, había sido objeto de un robo.
Ninguno de los vecinos vio ni oyó nada,a excepción de un vigilante privado. La mujer enumeró entre los objetos robados cuatro laptops, tres maletas, un televisor plasma, varias joyas, una cámara digital, cinco celulares y una cantidad indeterminada de dinero en efectivo, “porque yo no sabía a cuánto ascendía la suma de dólares y euros que él tenía en la caja fuerte”.
En principio, los investigadores policiales encaminaron las pesquisas sobre la hipótesis de un robo y de un posible secuestro, como sugería la mujer, porque tampoco la yipeta del desaparecido había sido localizada.
Sin embargo, el crimen siempre deja rastros. El día del robo y de la desaparición de Vandermael, Zunilda salió del apartamento muy temprano. Contrario a que nunca conversaba con los vecinos, esa vez conversó con algunas personas y se mantuvo por un buen rato en el parqueo.
La idea era dar la impresión de que se había ausentado del apartamento con antelación a su marido, a quien luego llamó por teléfono para que fuera a compartir con unos amigos residentes en el sector Los Frailes I, en el municipio Santo Domingo Este.
Luc Mj fue visto salir del apartamento después de las dos de la tarde.
Ese domingo, 10 de octubre de 2010, el extranjero se dirigió a la casa número 18 de la calle Estrelleta del indicado sector, adonde había sido invitado por Johanna Cristal Aquino y su marido Jesús María Jáquez, una pareja con quien la víctima había compartido una semana antes en un car-wash del sector de Villa Mella, el mismo día en que Zunilda planificó el asesinato, según estableció posteriormente la investigación policial.
Mediante la interceptación de la llamada telefónica que hizo Johanna Cristal al belga, la Policía apresó a la sospechosa y luego a su marido, quienes, abrumados por las evidencias presentadas en su contra, optaron por admitir la comisión material del crimen, acusando a Zunilda Benítez de ser la responsable de la planificación con la intención de apoderarse de los bienes de su pareja.
La mujer del belga fue arrestada, y esta vez no tuvo argumentos para refutar las evidencias de los investigadores. Junto a los demás implicados, admitió que había entregado la suma de 200 mil pesos a sus cómplices para que llevaran a cabo la consumación del hecho.
La muerte de Vandermael fue cruel, aunque en principio al extranjero se le dio a consumir drogas en una bebida gaseosa. La intención, como al efecto lograron los asesinos, era que la víctima se durmiera.
Ya dormido y tirado en el piso de una de las habitaciones de la casa donde fue concebido el homicidio, con una bachata encendida a todo volumen para ahogar el ruido de los golpes, el belga fue amarrado y luego atacado a calderazos y palos en la cabeza hasta morir.
Entrada la noche, el cadáver del belga fue descuartizado y luego introducido a la yipeta de su propiedad y trasladado a unos matorrales del batey Yacó, en donde se le prendió fuego con gasolina comprada en una estación.
Luego, los asesinos condujeron la yipeta hasta el edificio donde vivía la víctima, se introdujeron al apartamento y cargaron con varias pertenencias con el propósito de que cuando se denunciara la desaparición del belga dar la impresión de que se trataba de un robo y de un secuestro, porque sólo de esa manera se podía justificar que el vehículo fuera visto al entrar la noche después que los implicados se desapoderaron del cadáver.
Luego, Zunilda se presentó al apartamento pasadas las diez de la noche y de inmediato se trasladó a la Policía a querellarse del “robo” de que había sido objeto.
Después, al día siguiente, la mujer visitó la sección de Personas Desaparecidas de la institución del orden, donde denunció que su marido no aparecía desde el día anterior, cuando “al apartamento penetraron desconocidos para robarle, ignorando el lugar donde había sido llevado” el belga.
Con esas “formalidades” ella estaba convencida de que el caso pronto sería cerrado y que los investigadores ni remotamente sospecharían de las circunstancias en que se desarrollaron los hechos en que fue asesinado su marido.
Así también pensaron sus cómplices. Empero, algunos detalles no fueron tomados en cuenta, entre ellos el que un vigilante de las inmediaciones del edificio los vio y para el testigo eran personas conocidas porque en otras ocasiones habían visitado al belga y a su mujer.
Partiendo de esa premisa y de las llamadas interceptadas, a los investigadores no les resultó difícil establecer las identidades y las complicidades de cada una de las personas que participaron en el homicidio.
En contra de los tres acusados, primero, se dictó tres meses de prisión preventiva, y, luego, fueron enviados al juicio de fondo, pendiente de fallo.
Víctima e implicados
Luc Mj Vandermael
Asesinado a golpes en la cabeza y luego descuartizado, su cadáver fue hallado en un basurero del batey Yacó, en las inmediaciones del kilómetro 22, tres días después de que su mujer denunciara su desaparición.
Zunilda Benítez
Concubina de la víctima, se le sindica en el expediente como la persona que planificó el asesinato del extranjero con el propósito de quedarse con sus bienes, simulando que el hecho fue cometido por desconocidos para robarle.
Johanna Cristal Aquino
En el expediente elaborado por la Policía y el Ministerio Público se le acusa de ser la persona que, actuando como cómplice, llamó al belga para que acudiera a su vivienda a compartir con su marido.
Jesús María Jáquez
Esposo de Johanna Cristal, está acusado de matar a golpes con un caldero al belga, quien primero fue endrogado con una bebida gaseosa que le dada a tomar, para luego acometer el crimen y el descuartizamiento.