Tener unión de banderas fue ideal acariciado por los actores de la rebelión del Saint Domingue francés, iniciada con apoyo militar y financiamiento de España talvez para lograr que retornara a ella la totalidad del territorio de la isla Española que por garrafales errores había perdido en manos de filibusteros, corsarios, contrabandistas, negreros y piratas cuando decidió eliminar a Santo Domingo como destino de la Flota Española, una decisión que eliminó las posibilidades de exportar de la producción local, así como la de adquirir artículos europeos en comercio indirecto con Sevilla. Para sustituir el papel jugado por la flota, se acercaron a los puertos de la isla navegantes franceses, holandeses y portugueses que la sustituyeron con ventajas para el comerciante de la isla.
Todavía hizo peor una España que ordena e implanta la destrucción de las villas porteñas del norte y el oeste y obliga a sus habitantes, con inmensas pérdidas y amenazas de procesamiento judicial a quien se negase a cumplir la orden monárquica a mudar su domicilio a pueblos del interior cercanos a Santo Domingo.
Si bien los generales de la rebelión firmaron un juramento de fidelidad a España, habría sido tonto que ésta esperara que un triunfo de su ejército de mercenarios se tradujera en la posesión española de toda la isla, cuando para los rebelados España, Inglaterra y Francia eran lo mismo: esclavistas blancos que explotaban inmisericordemente al negro. Por eso, en ambos lados de la frontera tenía sentido hablar de unión de banderas entonces, como ahora también, y que los líderes que conducen rebaños tuvieran conciencia de las diferencias entre colonia e imperio, para proponer alianzas que produjeran un Estado Federado, o dos naciones soberanas con estrategias de complementaridad económica, política, financiera y diplomática.
Con el triunfo de la Revolución Francesa, los mercenarios empleados por el gobernador Joaquín García cambian de objetivo militar, y en vez de pelear en favor de España luchan por el cese de la esclavitud en las dos colonias, y España permuta a Santo Domingo con Francia por tierras perdidas en Europa, que entrega el gobernador García al mercenario que había nombrado general de su ejército español.
Talvez yerre percibiendo a Joaquín García como causante de las matanzas indiscriminadas producidas durante la rebelión de esclavos de Saint Domingue en la isla entera, porque la falta de visión sobre la colonia española siempre signó absoluto abandono de la monarquía española a su histórica primera colonia.
El triunfo de la Rebelión y la toma de posesión de la parte española por parte de Toussaint en nombre de Francia significó la libertad de todos los esclavos de la isla entera. Pero sucederían nuevos acontecimientos.