Hace unas semanas dedicamos nuestra columna en este prestigioso diario a la importancia de las cooperativas como clave esencial de la economía solidaria. Incluso, mi gran amigo Álex Jiménez, movido por el artículo y el gran interés que él tiene sobre estas importantes iniciativas, me giró una visita y conversamos extensamente sobre la influencia del movimiento cooperativista en el desarrollo del país.
Al parecer no todo el mundo entendió mi columna, si tomamos en cuenta una publicación del periódico “El Cooperador”, órgano del Consejo Nacional de Cooperativas (Conacoop), en su edición correspondiente al mes de abril del presente año. El medio ofrece un titular en su portada que dice: “Nos atacan en RD, PR y Colombia”.
Se refiere a que en Puerto Rico el miembro de la Cámara de Representantes, Rafael Hernández, se expresó en términos despectivos contra el cooperativismo y que en Colombia el presidente Juan Manuel Santos anunció la eliminación del artículo 64 del Plan de Desarrollo, con lo cual, según “El Cooperador”, queda abierta la posibilidad de convertir en empresas privadas las más de 4,000 cooperativas que existen en Colombia.
En el país acusa a la columna Argentarium, producida por el analista financiero Alejandro Fernández W., y a quien suscribe de, junto con la empresa Cuna Mutual, a la cual no conozco ni guardo relación alguna con sus gestores, de manipular para estimular la regulación de las cooperativas. Incluso, va más lejos al dejar entrever que participamos en una presunta campaña, de la cual no tenemos ni la más mínima idea, si existiera.
Como respondo por mí y por lo que escribo –como un ejercicio responsable que no daña a nadie y que es en base siempre a la fuerza del dato, el problema estriba en que en el sector operan dos aseguradoras, una que es regulada por la Superintendencia de Seguros y que paga impuestos, mientras que la otra no es regulada ni tributa, pues opera como cooperativa y empresa de seguros al mismo tiempo. Nunca hablamos en términos despectivos del movimiento cooperativo, sino que al ser las aseguradoras empresas similares, ambas deben ser medidas con el mismo rasero. Por suerte no se podrá decir que estoy confabulado con el superintendente de Seguros.
Ahora la publicación de El Cooperador ha despertado en mí una enorme curiosidad que parte de una pregunta: ¿Cuál es el temor de ser regulado? Precisamente, la falta de regulación llevó al mundo al borde del abismo cuando capitalistas sin escrúpulos vendieron hipotecas sin valor que quebraron a una parte importante del sistema bancario y empresarial mundial, provocando una crisis a nivel planetario.
Para no ir más lejos, nuestros nietos y tataranietos pagarán la flexibilidad en la regulación de algunos bancos locales que en 2003 se fueron a pique, sobreviviendo sólo aquellos que cumplían las normas. Hace poco muchos de nuestros conciudadanos fueron timados por el esquema Ponzi Telexfree y todavía se desconoce la suerte de quienes colocaron su dinero en estafa sin que autoridad alguna aplicara medidas preventivas.
Siempre he sostenido que la función del Estado es la de regular y en este caso no puedo ser menos coherente, no para beneficiar al sector financiero, ya que no entiendo cuál sería su ventaja en este caso, sino que, por el contrario, lo que busco es que los miembros de cualquier entidad, llámese como se llame y que maneje recursos del público, cuente con la seguridad de que los fondos serán manejados con eficiencia y pulcritud.
Como en las empresas, quien teme ofrecer informes a sus accionistas y no tiene una contabilidad organizada, siempre despierta las mismas suspicacias. Esto es renegar de la regulación y transparencia. Por cierto, nunca he visto publicado un estado financiero auditado de las cooperativas. Asumamos que la ley no las obliga, pero deberían hacerlo como señal de transparencia.
Creo firmemente en el movimiento cooperativista y pienso que es poco lo que se hace para que crezca más. Si el Gobierno debe ofrecer todo su apoyo, que se haga, pero siempre rindiendo cuentas a sus asociados y al público sobre manejo de los recursos. Carece de sentido la imputación de que formo parte de una campaña contra las cooperativas por el simple hecho de sugerir transparencia, equidad y regulación. ¿Eso daña a alguien?