Asesino de Boyá aún anda suelto

El día más trágico del antiguo pueblito de Boyá se registró el domingo 8 de mayo de 2011, cuando la ráfaga de una pistola calibre 9 milímetros silenció la música de amargue del estridente equi

El día más trágico del antiguo pueblito de Boyá se registró el domingo 8 de mayo de 2011, cuando la ráfaga de una pistola calibre 9 milímetros silenció la música de amargue del estridente equipo de sonido del único cabaret del caserío.Minutos después, cuando cesaron los tiros, el inventario de las víctimas fue de tres muertos, incluyendo un menor de 17 años, los cadáveres fueron levantados y montados de prisa en una camioneta que los trasladó a la emergencia del hospital de Monte Plata, con la esperanza inútil de que alguno de los baleados estuviera vivo.

Sabino Marte, de 60 años, Manuel Mueses, de 45, y el menor Ariel Leyba murieron inmediatamente después de ser heridos, según la autopsia practicada al día siguiente por el Instituto Nacional de Patología Forense.

El sospechoso del triple asesinato, identificado como Juan Manuel Sánchez, un forastero del que sólo se sabe que es nativo de algún lugar de la zona rural del municipio de Bonao, desapareció de la escena del crimen sin dejar rastros.

 Nadie vio huir al fugitivo, ni siquiera los parroquianos del bar, a pesar de que desconocía los caminos de acceso porque apenas tenía seis meses viviendo en la comarca, adonde llegó como encargado del negocio propiedad de su hermana Minerva Sánchez.

Las circunstancias en que se produjo el triple asesinato tampoco han sido establecidas por los investigadores policiales, porque los testigos “nada vieron” cuando fueron interrogados, aunque luego aseguraron que las causas fueron pasionales.

La máxima, de que pueblo chico infierno grande, no se cumplió.

Mueses habría discutido momentos antes con el homicida por una meretriz que ambos se disputaban, pero en medio de la bachata “El hombre de tu vida”, de Joe Veras, los ánimos se caldearon y de las palabras pasaron a la riña.

La discusión se tornó violenta. Sánchez buscó una pistola, y a “boca de jarro”, disparó de inmediato contra Mueses, hiriéndolo en el estómago y en el tórax, aunque, agonizando, la víctima le habría pedido que lo rematara.

El asesino, según versiones contenidas en el expediente, no vaciló y comenzó a disparar por todas partes hasta vaciar el “peine” del arma.

En tales circunstancias fue que Sabino y Ariel, lejos del lugar del tiroteo, fueron alcanzados por las balas del homicida, quien salió por detrás del negocio y se internó en los montes para evitar la persecusión de los lugareños, quienes dieron parte a las autoridades policiales de Monte Plata.

Toda búsqueda por las inmediaciones fue en vano. El imputado logró burlar la búsqueda, algo que para los habitantes del poblado resultó muy extraño porque el sospechoso no conocía la zona.

Nueve meses después del hecho, el homicida anda suelto y nada se sabe de su paradero, mientras los familiares de las víctimas temen que las autoridades hayan “engavetado” las investigaciones.

Pero los investigadores de Homicidios de Monte Plata aseguran lo contrario. Sostienen que las pesquisas abarcan allanamientos domiciliarios y visitas a lugares señalados como posibles escenarios de los movimientos del prófugo. De su lado, la Procuraduría Fiscal también asegura que el caso no está cerrado, “pero nadie ha aportado el más leve indicio donde pudiera ser localizado el fugitivo”.

Del múltiple homicidio, Minerva Sánchez fue acusada de complicidad, por lo que permaneció cuatro meses en la cárcel Najayo-Mujeres, de donde salió en libertad en octubre pasado mediante el pago de una fianza hasta que el juicio de fondo se pronuncie sobre la culpabilidad imputada por el Ministerio Público o su inocencia.

Minerva era la propietaria del arma homicida. Esa fue la vinculación que hallaron las autoridades para incriminarla y someterla a la Justicia.

En realidad, en Boyá nunca antes se había producido un hecho sangriento de esa naturaleza. Es un pueblito de apenas cuatrocientas casas, donde todos se conocen y casi siempre comparten sus problemas comunes.

Pero los tiempos han cambiado. Boyá no escapa a la espiral de violencia que se observa en las últimas décadas en la sociedad dominicana en su conjunto. El más tranquilo y apartado pueblito se convierte, en cualquier momento, en escenario de una tragedia.

“Nunca habíamos visto que tres personas fueran muertas en una riña. La gente aquí, generalmente, vive en armonía y cuando surgen discusiones no pasan de discusiones, sin agresiones físicas”, comenta Emiliano Sosa, un habitante del poblado.

Juana Mueses, hermana de una de las tres víctimas, recibió la trágica noticia en su residencia de Santo Domingo. No lo podía creer, aunque su hermano era un hombre que discutía cada vez que ingería bebidas alcohólicas.

De acuerdo a sus consideraciones, Manuel había vendido una casita en 60 mil pesos y se “enchuló” de una de las meretrices hasta que el dinero se le acabó y, entonces, surgió la rencilla en el cabaret.

El día del triple asesinato, Pindín, como le llamaban a Manuel, se sentó en el bar a beber cervezas y, cuando se le pidió que pagara, se produjo la discusión con su victimario, de quien se asegura también sostenía relaciones amorosas con la meretriz, cuya identidad también se desconoce porque se ausentó del pueblito al otro día de los hechos sangrientos.

Reclamo
Los vecinos de Boyá demandan de las autoridades que el caso no quede impune y que se reanuden las investigaciones hasta dar con el sospechoso.

Tema
La Policía de Monte Plata asegura que el caso no está cerrado y que tarde o temprano dará con el señalado autor del triple asesinato.

Nota
Las personas imputadas en este caso se presumen inocentes hasta sentencia en su contra con el carácter de la cosa irrevocablemente juzgada.

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