Amparo Medina

No es empresaria, tampoco inició su vida como católica convertida, mucho menos con hábito de monja.

No es empresaria, tampoco inició su vida como católica convertida, mucho menos con hábito de monja.Esta dulce mujer, de hablar pausado, que piensa cada palabra, que estructura cada oración, da la impresión de haber sido toda su vida una maestra de escuela, una sencilla madre que nunca salió de su hogar para desarrollar las labores domésticas y cuidar de los niños.

Esta madre de tres hijos fue izquierdista radical, militante guerrillera, debió exiliarse en España para preservar su vida y luego pasa a trabajar al Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).

¿Qué la hace cambiar y presidir la Red Pro Vida del Ecuador?

Amparo promovió el aborto, promovió el uso de anticonceptivos indiscriminados. Se convenció que no era el camino por el que las enfermedades de transmisión sexual siguen propagándose. Que ninguna mujer que ha abortado por problemas económicos sale con un cheque. Que ver mujeres que al cumplir 40 o 50 años que han abortado lloran por tener un hijo. Que nunca conoció una mujer que luego de abortar fuera millonaria. Que sin duda fue testigo del vacío que le dejaba un aborto y el negocio del mismo, que se promueve como gratis pero cuesta a los contribuyentes millones.

Es importante educar, no entrenar a los niños a la sexualidad.
Desgraciadamente es lo que promueve el libro editado por Profamilia titulado “Hablemos”, el cual nos ha sorprendido con su contenido. En este se promueve más que la educación sexual, la iniciación sexual a temprana edad.

¿Qué pensarían los padres de niñas de once años que les enseñen el uso del preservativo?

¿Qué pensarían padres y abuelos de niñas y niños de once años que les enseñen que deben explorar todo, que las relaciones sexuales entre el mismo sexo es algo normal?

¿Cómo pensarían padres y madres cuando al tratar de hablar de sexo con sus hijos pre adolescentes les digan que el manual que leen en la escuela les dice que los padres no deben opinar en este aspecto?

¿Qué pensarán al oír la imputación de que tienen una mentalidad conservadora, que son chapados a la antigua o que son las ridiculeces de la religión?

¿Sabías que el libro de Profamilia, que no quieres que veas como padre, promueve el sexo grupal y los experimentos entre niños del mismo sexo con fotografías que no dejan nada a la imaginación?

¿Qué pensaría un legislador que al llegar a su casa su niña que no ha cumplido once años la espera orgullosa con un preservativo que le ha enseñado a usar un promotor para que se inicie temprano en el sexo y luego que quede embarazada le dijeran que su cuerpo no está listo ni física y mentalmente para tener un bebé y que lo ideal es abortar?

¿Habrá sido ese mismo legislador que pretende levantar la mano para complacer las políticas de las Naciones Unidas? ¿Que lo llevaron de viaje a convencerlo de que estas políticas son necesarias en un mundo moderno donde todo es permitido?

¿Saben ustedes que existe una industria que se desarrolla alrededor de los fetos abortados como edulcorantes, colágenos para cremas, para champú, en la industria del maquillaje y la farmacéutica? ¿Saben que si a esta industria se le ha puesto cierto freno no es por los abortos, sino porque aún no se sabe el efecto genético adverso que pueden producir en los seres humanos?

¿Sabían ustedes que la Federación de Planificación de la Familia (IPPF, por sus siglas en inglés) sólo en el 2007, y estamos ya muy lejos de ese año, ganó 77 millones de dólares por la venta de anticonceptivos? ¿Pueden creer que es esta misma organización que contribuyó en la campaña del presidente Obama con millones de dólares para mejorar sus beneficios? Sin duda que ha sido una inversión muy rentable. Ya vemos cómo en todos los Estados Unidos se legaliza el matrimonio de parejas del mismo sexo y que la industria de la pornografía y el aborto cada vez es más exitosa.

Que se ha logrado legalizar el “gaymonio”, sin tener en cuenta lo que dicen los sicólogos de la importancia de que los niños observen una clara distinción entre los papeles de mamá y papá. La forma de vestir, las actitudes, sin caer en la arcaica concepción de que el hombre trabaja fuera de la casa y la mamá se ocupa de las tareas del hogar. Enseñarles que se comparten las tareas, que mamá puede ser una ejecutiva de éxito, pero que papá puede también compartir las responsabilidades de la crianza de los hijos, siempre definiendo el papel de cada uno. No el hogar de dos mamás o de dos papás.

Respetar el derecho de aquellas personas que se inclinan por tener parejas del mismo sexo, pero sin llegar a promover que es lo de moda, que es lo correcto, olvidando que Dios creó al hombre y la mujer para crecer y multiplicarse.

Creo que existen muchas concepciones que deben cambiar. No creo en el celibato, en un sacerdote que instruye sobre cómo llevar un matrimonio cuando esa experiencia nunca la ha tenido. Creo en una verdadera educación sexual, en orientar a los niños bombardeados desde temprano con una televisión e internet llenos de escenas eróticas que incitan la iniciación sexual temprana. Creo que la Iglesia debe actualizar muchas de sus concepciones. Creo en el respeto a los que se inclinan por parejas del mismo sexo pero no en la promoción.

Pienso que la televisión, el internet, deben ser un medio para educar no para promover; para respetar, no para inducir que una familia correcta esté compuesta por personas del mismo sexo. Hasta los animales entienden la diferencia entre el macho y la hembra.

No permitamos que instituciones foráneas dañen las mentes de nuestros pequeños hijos. Gracias Amparo Medina por contar tus experiencias y estoy seguro que los dominicanos también sabrán agradecer que nos despiertes y nos abras los ojos.

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