La semana pasada presenté los datos de las zonas francas que ofreció en su charla el presidente de la Asociación de Zonas Francas, José Tomás Contreras, y prometí escribir sobre la interesante conferencia del sultán Ahmed Bin Sulayen, presidente del Consejo de directores de DP World que sin duda nos dejó pensando a muchos.
Empiezo por preguntarme ¿por qué crece un país de apenas 4,000 kilómetros cuadrados, cuya única riqueza en un tiempo lo fue la arena y que a pesar de encontrar petróleo no representa su mayor fuente de ingresos y se convierte en una nación desarrollada?
¿Qué hace que un país como el nuestro, con mayor tamaño que Dubái, con grandes reservas de minerales, una importante agricultura, industrias, zonas francas, turismo, remesas, no logre salir del subdesarrollo y la mitad de su población carece de los bienes y servicios a los que tiene derecho todo ser humano?
Pienso que lo más fácil sería culpar a la clase política que sin duda tiene alguna responsabilidad de nuestro atraso, pero sería injusto decir que son los únicos culpables, culpa también tiene el sector privado y la sociedad en su conjunto. Pero sin duda a falta de planes de largo plazo, la falta de visión, el conformismo, los cambios constantes de políticas son la verdadera razón de nuestro atraso.
En 1983 al sultán Sulayem le piden que estudie el modelo de zonas francas, que determine porqué es exitoso en unos países y en otros no. Porqué muchos gobiernos y la misma sociedad entienden que es un régimen de privilegios sin tomar en cuenta que es un verdadero mecanismo de desarrollo.
Mientras el Sultán estudia el modelo, el jeque Mohammed, líder de Dubái, encabeza una visión de desarrollo, nosotros nos perdemos en discusiones estériles, en crear leyes que no aplicamos ni entendemos y en contratar miles de asesores que ganan millones para decirnos qué hacer sobre algo que ellos nunca han llevado a la práctica.
Mientras Dubái debió desarrollar puertos antes de tener nada que ofrecer, nosotros que tenemos una posición geográfica envidiable no logramos fletes competitivos ni las suficientes frecuencias para colocar nuestros productos a tiempo y con costos eficientes. Mientras Dubái se preocupa por capacitar choferes nosotros tenemos uno de los mejores récords en accidentes de tránsito, un desorden que permite a los “dueños del país”, hacer y cobrar lo que deseen. Sin respeto por el ordenamiento del tránsito, construyendo paradas de pasajeros o de cargas en las aceras frente a la mirada indiferente de nuestras “autoridades municipales”.
Esto que dijo el Sultán debíamos repetirlo cada día “las zonas francas ayudan a motorizar la cadena de suministro global, ayudan a desarrollar el comercio, ayudan a crear negocios”.
Mientras nosotros discutimos si las zonas francas son una carga económica para el Estado, Dubái reconoce que motoriza el comercio mundial.
Sulayem está desde el 1983 estudiando y desarrollando el modelo de zonas francas. Nosotros por suerte en los últimos casi doce años hemos tenido a Luisa Fernández, con su pasión y su dedicación. Pero eso es raro, lo usual es el cambio de funcionarios y muchas veces no es la cabeza de una dirección o de un ministerio quienes obstaculizan el desarrollo, son funcionarios de segunda que se sienten con poder y entienden que haciendo las cosas difíciles es que realmente demuestran que son invencibles.
Olvidan como bien dice el Sultán que para generar cualquier proyecto se debe contar con facilidades que agilicen el negocio y el comercio, eso incluye la facilidad de obtener permisos, contar con una ley de silencio administrativo que evite el retraso de un proyecto por falta de una autorización.
En Dubái la innovación es una pasión, nosotros aun hablamos de los escasos niveles de educación y no es hasta hace poco tiempo y gracias al director de Aduanas, Fernando Fernández, el país cuenta con un verdadero laboratorio de investigación y desarrollo.
Me impresionó cuando en su conferencia el presidente de DP World dijo que Dubái era una ciudad de comerciantes que no veían ni entendían el valor de la inversión de largo plazo. Me pregunto ¿será que aun somos un país de comerciantes, que no vemos la importancia de decisiones de largo plazo? Que los frutos de buenas inversiones y decisiones toman tiempo en madurar.
Cuando habló del servicio al cliente me hizo pensar en las veces que he repetido eso, tanto en el sector privado como en el público. Facilitar en un solo sitio todas las transacciones necesarias para cualquier negocio, que podamos vender al país como facilitador de la inversión es servicio al cliente.
Terminó de esta manera: “La persona que en un país tenga una buena experiencia se lo comunica a dos o tres. La persona que haya tenido una mala experiencia se queja con veinte o treinta personas”.
Bien podríamos aplicar las experiencias de Dubái, nuestro país debe convertirse en una gran zona franca que facilite el intercambio comercial, que atraiga inversiones, que entrene nuestra mano de obra, que exporte tanto que logremos una balanza comercial positiva. Pero más que nada que podamos establecer una visión de largo plazo que nos saque del subdesarrollo y permita que todos los dominicanos puedan disfrutar de una vida digna.
No veo el porqué si fue posible lograrlo en 4,000 kilómetros cuadrados no podemos hacerlo en 48,000 kilómetros cuadrados y con el mayor de los mercados a escasos kilómetros de nuestro país y que cada persona que invierta y visite nuestro país termine alabando las facilidades, la apertura y sea un multiplicador para muchas inversiones más.