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Como cada año, la Asociación Dominicana de Zonas Francas (Adozona) celebró con la honrosa presencia del presidente Danilo Medina su acostumbrado almuerzo.
En esta oportunidad no sólo se limitó su presidente José Tomás Contreras, a quien felicitamos, a resumir los logros y los aportes de este importante sector, sino que pudimos contar con la interesantísima charla de su Excelencia Sultan Ahmed Bin Sulayem.
En este artículo me limitaré a los logros alcanzados por las zonas francas en el país. La próxima semana trataré sobre la importantísima charla del Chairman de DP World, que más que todo fue una lección acerca de la importancia de las zonas francas en el desarrollo de Dubai.
Empezó el presidente de Adozona recordando que el inicio de las zonas francas tuvo su origen en La Romana, gracias a la visión de la Gulf & Western. Luego se desarrollaron parques en Santiago y San Pedro de Macorís.
El crecimiento se acentuó con la promulgación de la Ley 8-90 y sin duda con el apoyo que los diferentes gobiernos han venido dando al sector, que ya representa un 3.2% del producto interno bruto, genera el 12% del empleo formal y la no despreciable proporción del 50% de nuestras exportaciones.
Los datos de la Tesorería de la Seguridad Social informan que el sector cotiza RD$4,700 millones anuales, con una presencia de empresas en 25 de nuestras 32 provincias.
Como dato importante en las provincias de San Cristóbal y Barahona el 40% de los empleos formales son generados por las zonas francas, mientras que en San Pedro de Macorís es del 35%; Santiago el 27% y Hato Mayor el 25%. Si a estos sumamos que cada empleo directo genera ocho indirectos, sin duda tenemos que llegar a la conclusión de que es un sector responsable de la estabilidad económica de que gozamos.
Pero las zonas francas no solo inciden en el empleo y las exportaciones, pues su efecto multiplicador incide en la industria, el comercio, transporte, servicios, en las áreas financieras e inmobiliarios, en ventas hacia estos sectores estimadas por la Dirección General de Impuestos Internos en más de RD$41,000 millones.
Todos estos datos son importantes para que no cometamos el error de creer que las zonas francas representan un sacrificio fiscal para la economía. Todo lo contrario: Por cada peso de incentivo el país recibe por diferentes vías cinco pesos. Todo esto sin contar que las empresas de zonas francas han sido fundamentales en el entrenamiento de nuestra mano de obra en un país donde nuestro fuerte no es la educación.
Es un sector que se ha ido adecuando a la demanda cambiante de los mercados. Ya no somos un país textil, descollamos en joyas, en tabaco en electrónica, en químicos, en centros de llamadas, etc. Sin duda, sectores inimaginables cuando La Romana soñó con el primer parque de zona franca.
Como bien dice José Tomás, no estamos libres de enfrentar mayor competencia de la que ya tenemos, los avances del Tratado de Libre Comercio Transpacífico (TPP) permitirá acceder a naciones como Vietnam, Singapur, Malasia y Japón al mayor de los mercados y nuestro mejor cliente: Estados Unidos.
Nunca he temido a la competencia, pues ella crea mejores métodos de producción y de oportunidades. Nuestra situación geográfica no la cambia nadie y si logramos mantener la excelente relación pública-privada, de lo cual no me cabe la menor duda, seguiremos siendo una nación que cada día logra colocar más productos en los diferentes mercados y mejora la calidad de vida de nuestros ciudadanos.
Precisamente la próxima semana hablaremos de eso con esa visión tan atinada que nos dejo el Chairman de DP World, Sultan Ahmed Bin Sulayem y que más que enseñanzas para el sector de zona franca deben constituirse en políticas públicas que faciliten el desarrollo de más empresas y de nuevos empresarios que tengan presente que un esfuerzo pequeño crece y se desarrolla hasta convertirse en una gran empresa, siempre y cuando el Gobierno cree las condiciones adecuadas y los empresarios hagamos nuestro trabajo.