Alberto Pujols le dice cada día a las Grandes Ligas que su pobre abril se perderá en el olvido tras los palos que pegó en mayo.
El mes que ayer llegó a su final significó un despertar para el primera base de Anaheim, equipo que tuvo un ascenso directamente proporcional a su mejoría con el bate. Conjunto y pelotero estrella dieron un giro en el llamado mes de las madres.
Alberto presenta promedio de .243 con ocho jonrones, 28 remolcadas y 22 anotadas, pero en los últimos siete días es lo más parecido a una caldera: average de .429, porcentaje de embasarse de .484 y slugging de .893. Ha conectado cuatro vuelacercas con ocho impulsadas.
Esto quiere decir que los lanzadores de Texas, la escuadra a vencer en el oeste de la Liga Americana, se medirán desde esta noche a un bateador totalmente diferente al que vieron en su última serie.
Vale resaltar que en el período de marras, Pujols tiene cinco ponches y tres bases por bolas, un aspecto que a nuestro entender es vital en la continuidad de su recuperación ofensiva.
El tres veces Jugador Más Valioso de la Liga Nacional siempre ha sido un hombre paciente al punto de superar con creces los ponches con sus bases por bolas, una virtud del que suma a favor de su causa.
Nunca se ha ponchado 100 veces. Su cifra tope en una campaña es 93 y fue en 2001, su primera estación en el negocio. Hasta el momento dobla con ponches (28) las transferencias (14) y es algo que debe corregir a la mayor brevedad para encausarze por el verdadero sendero de un año a la altura de su investidura.
Si bien es cierto que los jonrones llaman la atención y son indicadores de producción, me inscribo en la parcela que prefiere ver turnos de calidad del dominicano, esas visitas al plato en las que los pitcheos fuera de la zona se le dejan al receptor.
Un Pujols con esa filosofía es candidato a seguir aumentando promedio y porcentaje de embasarse. Los cuadrangulares llegan. Primero hay que estar cómodo en el plato.