¿Quién lo iba a decir? Lo que en agosto era un gran sueño con alta posibilidad de que se cristalizara hoy es un infierno. Los Lakers, clasifiquen o no, han sido la gran decepción de esta temporada regular.
Si pasa otra cosa en lo adelante, lo cual creo que puede ocurrir, no borraría lo decepcionante que ha sido esta campaña para la tropa angelina. Un campeonato sería algo así como un final feliz para una obra triste.
En julio todo era alegría con la llegada de Steve Nash, en agosto se empezó a soñar con el campeonato número 17 tras el arribo de Dwight Howard vía los Orlando Magic.
Pero la realidad es que ha sido una temporada muy larga en la que los Lakers han usado a tres dirigentes y en la que las lesiones también han hecho lo suyo.
Todavía recuerdo a los aficionados lakerianos de República Dominicana cuando se jactaban de tener al mejor centro del negocio y a uno de los armadores más respetado del juego junto con el que muchos consideran que tiene méritos para entrar en externa discusión del mejor de la historia.
Los Lakers, que hasta anoche estaba empatados con los Jazz de Utah en la octava posición del Oeste, tienen siete partidos pendientes en su calendario, seis de ellos de suma peligrosidad. Lo malo para ellos, ante un posible empate con los Jazz, es que Utah le ganó la serie particular y por ende sería el que avance a postemporada.
El único partido visiblemente fácil es ante New Orleans el próximo martes. Antes de eso, hay uno con los peligrosos Grizzlies de Memphis (mañana) y otro con los Clippers de Los Ángeles (domingo).
Ambos quintetos ya consiguieron un ticket para los playoffs. Después de New Orleans aparecen los Trailblazers de Portland, que si bien están por debajo de .500 y fuera de la clasificación, no es menos cierto que son un hueso duro de roer, sobre todo por tener a un armador de calidad en la persona de Damian Lillard. Golden State, San Antonio y Houston son el trío de rivales que tienen los Lakers para el final de la temporada. Los Spurs son el mejor récord de su conferencia, mientras los Warriors y Rockets también juegan por encima de .500.