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Madrid, 6 ene (EFE).- Aproximadamente 1 de cada 10 nuevos casos de diabetes de tipo 2 y 1 de cada 30 nuevos casos de enfermedad cardiovascular son atribuibles al consumo de bebidas azucaradas (refrescos, bebidas de frutas, bebidas energéticas y limonadas), según una investigación con datos de 184 países recogida en Nature Medicine.
El estudio, liderado por la mexicana Laura Lara-Castor, investigadora en la Universidad de Washington (Seattle, Estados Unidos) concluye que donde más nuevos casos de diabetes y enfermedad cardiovascular asociado al consumo de bebidas azucaradas se da es en Latinoamérica y Caribe, seguido de África Subsahariana.
Los datos del estudio, correspondientes al año 2020, provienen del Global Dietary Database, que incorpora estimaciones del consumo de bebidas azucaradas basadas en encuestas dietéticas a nivel individual, junto con datos sobre obesidad y tasas de diabetes.
Su análisis pone de manifiesto que la ingesta de bebidas azucaradas fue responsable de 2,2 millones de nuevos casos de diabetes tipo 2 y de 1,2 millones de nuevos casos de enfermedad cardiovascular a nivel global en 2020.
Los hallazgos presentan una gran variedad regional, según ha explicado Lara-Castor en una entrevista con EFE: un 24,4 % de todos los nuevos casos de diabetes atribuibles al consumo de bebidas azucaradas se dieron en Latinoamérica y el Caribe, mientras que solo un 3 % se produjeron en el Sureste y Este de Asia.
Respecto a los nuevos registros de enfermedad cardiovascular, un 10 % de los casos relacionados con el consumo de refrescos azucarados se produjeron en Latinoamérica, frente a menos de un 1 % en el Sur de Asia.
A nivel global, la carga de diabetes tipo 2 y de enfermedad cardiovascular atribuible al consumo de bebidas azucaradas fue mayor en hombres que en mujeres, y más común cuanto menos formación tenía la persona.
Más intervención pública
“El porcentaje de enfermedad atribuible a bebidas azucaradas continúa siendo muy alto, particularmente en países de Latinoamérica y el Caribe, por lo que se requiere mayor atención en intervenciones de salud pública para mitigar este factor de riesgo”, añade Lara-Castor.
África subsahariana mostró los mayores incrementos en la carga metabólica atribuible a bebidas azucaradas, “posiblemente por la falta de políticas públicas en esta región así como por la influencia de la industria de bebidas azucaradas para incrementar sus ventas”, agrega.
Lara-Castor incide en que “hacen falta más esfuerzos internacionales para apoyar a países con menor estructura administrativa, como en África, para la implementación y seguimiento de políticas públicas que ayuden a disminuir la carga de enfermedades atribuibles a bebidas azucaradas”.
Entre estas políticas, la investigadora cita los impuestos a los refrescos, limitar su publicidad, obligar a poner etiquetados que informen del riesgo de su consumo para la salud, restricciones de venta en espacios como escuelas o lugares de trabajo, mejorar el acceso al agua potable y concienciar de la importancia de una dieta saludable.
La investigación se ha centrado en datos de personas adultas y no hay analizado el impacto del consumo de bebidas azucaradas en otras enfermedades, y no ha incluido ni tés y ni cafés endulzados, cada vez más populares. EFE