SANTIAGO. La Iglesia católica llamó la atención de las autoridades de salud sobre el aumento de personas con problemas mentales que deambulan por las calles. Advierte que su condición de abandono también evidencia que han sido olvidados o descuidados por sus propias familias.
La profundidad de este malestar lo atribuye a la secuela de pandemia del COVID 19, la que según dijo ha dejado al descubierto otros casos y en su mayoría están regidos por la condición de pobreza en que han quedado muchos hogares. “La situación es dramática, porque sus familiares más cercanos no cuentan con los recursos para ir a un especialista, y menos para comprar los medicamentos.
Esto aumenta su pesar”, precisa la iglesia en su editorial del periódico Camino del pasado fin de semana, a través del cual llaman a despertar la conciencia dormida de los indiferentes frente al dolor de los demás. Hacen un llamado urgente al Ministerio de Salud Pública para que dentro de sus prioridades, la salud mental de la población ocupe uno de los primeros lugares. “Los enfermos mentales merecen vivir con la dignidad con la que Dios los creó”, concluyó.
Pocas unidades
La preocupación no es exclusiva de la iglesia católica, recientemente psiquiatras del país advirtieron sobre el aumento de enfermedades mentales pos covid y la necesidad de ampliar la cobertura de servicios para las personas afectadas. Anteriormente habían coincidido en la necesidad de ampliar las unidades de salud mental y el personal que asiste a estos pacientes en los hospitales públicos. Tanto en Santiago como en otros pueblos de área se incorporan nuevas personas a las calles tras perder el rumbo de su vida, ya sea por no poder satisfacer problemas cotidianos o ante el agravamiento de su salud mental, al no recibir las atenciones y el tratamiento adecuado cuando su caso lo requiere.
La capacidad para rescatar a estas personas que se ven los parques, plazas públicas o en las vías expuestas al peligro, es cada vez más escasa. En la provincia de Santiago la única unidad pública para atender a las personas con estas dificultades está en el hospital regional José María Cabral y Báez, pero su capacidad es limitada y su internamiento requiere de un familiar responsable de dar seguimiento a las indicaciones médicas. El Cabral y Báez tiene 20 camas, hay cuatro en Puerto Plata y ocho en San Francisco de Macorís, con lo que suman 32 para toda la región norte, lo que evidencia incapacidad de espacio para responder a creciente demanda.
Hace falta personal para atender demanda
Según han informado, a nivel nacional solo hay 70 camas disponibles para asistir a las personas con trastornos que ameritan internamiento, mientras un profesional debe atender hasta el doble de pacientes debido a la falta de psiquiatras y psicólogos en estas dependencias. Sobre estas dificultades habló hace unos meses Hilda Valdez, del Departamento de Salud Mental del hospital Cabral y Báez, quien explicó que con en la pandemia los departamentos de salud mental, prácticamente se sumieron en el caos, ya que los profesionales de mayor edad abandonaron sus consultorios por temor a los contagios, mientras los más jóvenes debieron asumir el vacío y ver a un mayor número de pacientes.