Hace unos días leía un artículo sobre el cumplimiento tributario y la honestidad de los noruegos. Al igual como refiere el artículo, siempre nos preguntamos cuánto es necesario pagar, para que con el fruto de nuestros impuestos se puedan cubrir todos los servicios.No creo en nada perfecto. En estos días me cuestionaban por teléfono sobre los excelentes servicios médicos que he recibido en estos días y la amable joven que me hacía las preguntas, al mostrar mi satisfacción, preguntaba si entendía que había espacio para mejorar. Mi respuesta de empresario, no de paciente, es que siempre hay como mejorar y hacer las cosas más eficientes. Ese es el parámetro entre el éxito y el fracaso, no sólo de las empresas sino de las sociedades.
Para nadie, pagar impuestos ha sido agradable. Pero lo que lo hace menos simpático es el uso que se da a los mismos. Si estos impuestos no cubren los servicios para los cuales pagas, entonces existirá la inevitable tentación de no pagarlos o pagar lo menos posible.
En Noruega existe un sistema de transparencia de tal magnitud que cualquier ciudadano puede investigar lo que se le paga a otro. Se entiende que la transparencia viene de su religión luterana, pero la católica también promueve la justicia y castiga la iniquidad, la evasión y la corrupción.
Javier Vidal, Provincial de los Jesuitas decía: “Que basado en el evangelio de Jesús y en los principios enarbolados hace más de 40 años quieren caminar junto a la población, quieren ver crecer a una República Dominicana libre de impunidad, hacer esfuerzos por una mayor institucionalidad que permita caminar por senderos más justos”.
La transparencia de Noruega ha sido fundamental para ese equilibro social, muchos pensarán que esto afecta la privacidad y que en países de alto riesgo podría llevar al aumento de secuestros.
Sin embargo, creo que la transparencia no conlleva riesgos, todo lo contrario, porque si saber cuánto paga de impuesto una persona implica riegos, el simple hecho de demostrar estilos de vida lujosos indica que la persona goza de ingresos importantes y debía conducir a los mismos riegos.
La educación es un factor importante, ausente en nuestras sociedades, que además vienen de una cultura de la evasión y del pillaje, desde la época de la conquista donde nuestro oro servía no para nuestro desarrollo, sino para acumular mayores riquezas en las potencias colonizadoras. De ahí debió surgir la evasión como forma de preservar parte de nuestra riqueza.
La transparencia en Noruega ha permitido que los salarios entre hombres y mujeres sea el mismo, que salarios en posiciones similares sea el mismo y fácilmente se puede reclamar a la autoridad de no ser así.
Por eso los servicios son muy eficientes, a nadie se le ocurre hacer trampa, las viviendas son accesibles para todo el mundo, la educación es gratuita y obligatoria.
En países como los nuestros los que más bulla hacen son los que menos pagan, son los que más critican. En los ochenta la lucha era entre empresarios e importadores, se hablaba de los millonarios que había creado la política. Poco ha cambiado, aunque ahora se adiciona una parte del sector de las comunicaciones, que definen a empresarios como evasores pero no saben dónde está la Dirección General de Impuestos Internos.
Muchos de los voceros de los noventa siguen tan activos como en esos años, sólo que ahora no hablan de evasión sino que critican las exenciones. Queda demostrado que ni los enfrentamientos de los noventa ni los actuales conducen a eliminar pobreza.
Refiere el artículo a que hago referencia, que desde 1814 la constitución de Noruega incluye realizar registros que eviten dar tratamientos diferentes a todos los ciudadanos, evitando la evasión y la corrupción.
En esos años nuestro país era invadido por Haití para generar riquezas, con las cuales poder pagar impuestos a Francia.
Los sindicatos, la sociedad y el gobierno trabajan por la igualdad, nosotros trabajamos para hacer riqueza sin distribución justa.
Es necesario un cambio de modelo que implique instituciones más fuertes, que quien evade pague las consecuencias y un sistema de transparencia que al igual que Noruega, todos podamos tener la información de cada ciudadano, esto evitaría ocultar fortunas que por otro lado no se pueda identificar su procedencia o su justa contribución al desarrollo.
Nunca seremos igual que Noruega, tenemos culturas diferentes pero debemos aprovechar el momento de la elección de las altas cortes, las exigencias de la población, para olvidarnos de colores y aplicar los principios de la Doctrina Social de la Iglesia: dignidad de la persona humana, primacía del bien común, destino universal de los bienes, principio de solidaridad, propiedad privada, principio de subsidiaridad, participación social, cultura de la vida y de la calidad de vida y la existencia de la ley moral.