En la República Dominicana, la democracia está sustentada en los partidos políticos. Su ascenso a los Poderes del Estado está basado en los trabajos de las organizaciones políticas, que son las que presentan y apoyan las candidaturas en los procesos electorales; en un contexto en el que los hombres son actores fundamentales.
Los hombres predominan en los organismos de dirección de los partidos, por lo que las decisiones que se toman son mayoritariamente desde sus perspectivas y, generalmente, están permeadas por discriminación de género.
La participación de la mujer en los organismos de dirección de los partidos en República Dominicana no ha experimentado cambios importantes en los últimos años. En el Partido de la Liberación Dominicana, en el 2005, se realizaron elecciones internas, eligiéndose a 409 miembros del Comité Central, entre quienes resultaron electas 48 mujeres, el 11.7%; y de 25 miembros del Comité Político, apenas fueron tres.
En el año 2013, el PLD celebró su VIII Congreso Ordinario, el cual incluyó la elección de sus máximos organismos. El Comité Central quedó integrado por 634 miembros, de estos 98 son mujeres, un 15.4% y el Comité Político 35 integrantes, 29 hombres y 6 mujeres, un 17%. A pesar de estos porcentajes, se afirma que la mayor parte del trabajo en el interior de los partidos es realizado por las mujeres. El problema es que su actividad ha estado circunscrita a los organismos de base.
En la actualidad, el tema se entiende como una interacción de mutua influencia en la que hay que tomar en cuenta las actividades y los resultados para ambas partes. A partir de este pensamiento, se debaten dos enfoques en los estudios dedicados a analizar la relación entre las mujeres y los partidos políticos en función de diversos aspectos.
Estudios realizados a nivel organizativo han estado dedicados, fundamentalmente, a analizar los procesos que se dan en las estructuras internas.
La presencia de las mujeres en las estructuras internas de los partidos está directamente relacionada con su posición dentro de los mismos. A pesar de que las diferencias de participación hombres/mujeres en la militancia de los partidos tienden a reducirse, estas continúan teniendo una escasa representación en sus órganos de dirección. Esto significa que, a medida que se asciende en la jerarquía partidaria, la participación de las mujeres va descendiendo.
En los tres partidos mayoritarios, la tasa de participación femenina es de 18.8 %. En los minoritarios (24 en total) las mujeres ocupan el 20%.
Los avances en la participación de la mujer en los cargos congresuales han sido muy lentos, pasando de un 19.7% en el año 2006 a apenas un 27.5% en el 2016 en la Cámara de Diputados. En el Senado de los 32 senadores y senadoras electos, el porcentaje avanza de 6.3% en el 2006, (dos senadoras de 32), a 9.4% (3 senadoras) en el 2016 de igual cantidad de escaños.
A nivel municipal, en el caso de las regidurías o Concejales, el crecimiento en la participación de las mujeres entre 2006 y 2016 es de apenas 5.3% al avanzar de un 26.9 en el 2006 a 32.2% en el 2016. En el caso de las alcaldías, el crecimiento de la participación de la mujer en la década 2006-2016 es apenas imperceptible, al pasar de 11.3% en el 2006 a 12. % en el año 2016.
En virtud de lo anterior, la participación política de la mujer en los cargos de elección popular, no parece tener correspondencia con los avances logrados en el área legislativa respecto los derechos a la igualdad de las mujeres y la no discriminación, incluyendo la Constitución de la República y las leyes adjetivas referentes al tema.