Julio 2, 1963. Candlestick Park, San Francisco. 8:15 p.m., hora de San Francisco. 15,921 observan a Juan Marichal, de 25 años, cuando se dirige al montículo para dar inicio “al mejor juego jamás lanzado”. Su rival es Warren Spahn, el veterano lanzador zurdo de 42 años de los Bravos de Milwaukee. Marichal enfrentaría una alineación de bateadores que incluía a dos futuros miembros del Salón de la Fama de Cooperstown, Hank Aaron y Eddie Mathews. Spahn tampoco la tenía fácil. Tendría que enfrentar a Willie McCovey, Orlando Cepeda, Felipe Alou y al “Say Hey Kid”, Willie Mays. Para compensar, ambos lanzadores tenían como aliados a los endemoniados vientos de oeste a este provenientes de la Bahía de San Francisco que atravesaban ondulantes desde el jardín izquierdo al derecho, prácticamente imposibilitando el jonrón sobre la verja del “left field”, una desgracia para los bateadores derechos. Al iniciarse el juego, estos soplaban a una velocidad de 34 kilómetros por hora. La temperatura de 56 °F, debido al “wind chill factor” se sentía mucho más fría.
Marichal había comenzado el juego con 13 ganados y 2 perdidos; Spahn, con 11-3. Marichal, con un salario anual de US$24,000 (US$207,750 de hoy) durante su corta carrera, se había enfrentado a los Bravos en 5 ocasiones; los había vencido en 4. Spahn, con un salario anual de US$65,000 (US$562,650 de hoy), había perdido 4 de sus últimos 5 enfrentamientos con los
Gigantes.
Los minutos y las horas fueron pasando. La pizarra, arriba y abajo, iba registrando ceros, como si los demás números del sistema numérico decimal hubiesen sido extraídos de la caja del encargado de colocar las carreras en la pizarra del Candlestick Park. La temperatura fue bajando a medida que el partido avanzaba. En la parte alta de la cuarta entrada, Marichal espera lo peor del batazo de Aaron hacia el “left field”, un jonrón en cualquier otro estadio. Los vientos de 34 kms. por hora levantaron una muralla china ficticia, logrando que el potencial jonrón terminara como un elevado profundo al jardín izquierdo.
Cerca de dos horas y media habían transcurrido, cuando la pizarra indica que el juego sigue 0-0 al concluir la novena entrada. Alvin Dark, el manager de los Gigantes, deseando proteger el brazo de Marichal, le preguntó al joven lanzador si no creía que había tenido ya suficiente trabajo. Marichal, no se anduvo por las ramas en su respuesta. “No voy a salir de este juego mientras ese viejo todavía esté lanzando”. Aquella primera reacción era apenas el inicio de la lucha entre el manager de los Gigantes y el lanzador dominicano, el primero tratando de sacarlo del partido y el segundo escapándosele a la dominicana: se hacía el chivo loco, se ponía su guante de lanzar cuando el último bateador de los Gigantes estaba a punto de ser el tercer out de la entrada, y salía corriendo hacia el montículo, dejando al manager con la grúa en las manos. En la entrada 12, Marichal vio que un lanzador relevista salía del bullpen en dirección de la lomita de lanzar. Marichal tomó rápidamente su guante y salió corriendo al montículo. En la entrada 14, Alvin le dice “no más para ti”; Marichal, señalando a Spahn, ripostó: “¿usted ve a ese hombre en el montículo? Ese hombre tiene 42 años y yo 25. No estoy listo para que me saque”. En un viaje desde San Luis a Miami, donde habíamos sido invitados por el presidente Fernández, de regreso de un viaje por el Asia, a ver un juego entre Chicago y San Luis el 8 de agosto de 1998, en medio de la batalla de jonrones de McGwire-Sosa, me correspondió el honor de sentarme al lado del Monstruo de Laguna Verde. Recuerdo cómo Marichal reía al contarme cada vez que se le escapaba a Alvin Dark.
Las escapadas de Marichal continuaron, pero su salida del juego resultaba ya impostergable. La entrada 16 comenzó a las 12:12 a. m. Bajo el toque de queda vigente, ninguna entrada podría comenzar después de las 12:50 a. m. Marichal, con su lanzamiento número 227 cierra el out 48 de los Bravos con rolata al pitcher de Larker. ¿Alguien imagina a algún lanzador hoy día realizando 227 lanzamientos?
Dejemos que Marichal narre lo que aconteció después. “Después de lanzar la entrada 16, me retiré despacio al dugout, esperando a que algunos jugadores entraran desde los jardines. Estaba esperando a Willie Mays. Al acercárseme, puse mi brazo sobre su hombro y le dije, Willie, esta va a ser la última entrada para mí. Alvin está enojado conmigo porque le dije que iba a salir del juego y no lo hice. No me va a dejar que siga lanzando”. La respuesta de Mays, con el tiempo, resultó memorable: “No te preocupes Kid, voy a ganar este juego para ti”.
Después del out de Harvey Kuenn, el primer bate de los Gigantes, Mays se acerca lentamente a la caja de bateo. Marichal, desde el dugout, le grita a Mays, “da un jonrón ahora”, mientras sus compañeros ríen ante el pedimento. Eran las 12:24 a. m. (3:24 a. m. hora de Santo Domingo). Sorpresivamente, los vientos provenientes de la Bahía de San Francisco, comenzaron a soplar con menor intensidad. Cuando Mays entra a la caja de bateo, estos soplaban a 16 kms. por hora. Posiblemente, Mays percibió el cambio y se preparó para honrar la promesa que minutos antes había hecho a Marichal. Sólo Mays y Spahn recordaban en ese momento que el primer hit de la carrera de Mays fue un jonrón contra Spahn en 1951. Spahn había dominado a los bateadores derechos de los Gigantes durante más de 4 horas con su lanzamiento de tirabuzón (screwball), similar al que Marichal lanzaba a los bateadores izquierdos. Spahn, que había dominado a Mays en los 5 turnos anteriores, decide recurrir al “screwball” como primer lanzamiento a Mays. El lanzamiento se queda colgado y no quiebra hacia fuera. El resto es historia. Willie bateó la pelota con toda la energía que le quedaba. La bola comenzó a elevarse en dirección del left field, dando lugar al más memorable de los 660 jonrones que el gran Willie Mays conectó en su carrera de 22 años. Marichal, incluso hoy, cierra los ojos y recuerda como viajó el batazo de Mays a las 12:25 a. m. de un juego que comenzó un día y terminó el siguiente.
Marichal tampoco olvida otro momento de ese histórico juego. Con dos outs en la parte alta de la cuarta entrada, Norm Larker, que corría desde la segunda base, salió disparado hacia el plato cuando Del Crandall conecta hit al center field. Mays corre hacia delante, espera que la bola pique, la recoge y realizando un asombroso movimiento, instantáneamente lanza un misil con 100 % de precisión al plato. Un Larker puesto out y un Marichal eufórico, no podían creer lo que había ocurrido.
Para muchos expertos, Willie Mays ha sido el más grande y más completo jugador de béisbol de la historia, a pesar de su estatura de 5’10” y su peso de 170 libras. En su carrera de 22 años y 2,992 juegos, interrumpida casi 2 años (1952-53) por el servicio militar, Mays tuvo un promedio de bateo de 302, disparó 3,283 hits, incluidos 660 jonrones. Los expertos indican que sin la interrupción de 1952-1953 y jugando en un estadio menos inclemente que Candlestick, Mays habría disparado 850 jonrones, superando a su ahijado Barry Bonds. Mays empujó 1,903 carreras y se robó 338 bases. Es el único jugador de la historia con más de 600 jonrones, 300 bases robadas y un promedio por encima de 300. Lideró la Liga Nacional 4 veces en jonrones, 4 en bases robadas, 5 en porcentaje de slugging, 3 en total de bases alcanzadas y 3 en triples. Fue electo Jugador Más Valioso en 1954 y 1965, y en 24 ocasiones para el Juego de Estrellas.
Sus 12 guantes de oro son sólo replicados por los 12 de Clemente. Es el único jugador de la historia con una atrapada que ha merecido un nombre: “The Catch”. Los Gigantes de New York se enfrentaban a Cleveland en el Polo Ground, en la Serie Mundial de 1954. Con el Juego 1 empatado 2-2 en la parte alta de la octava entrada, corredores en primera y segunda, y sin outs, Vic Wertz conectó un largo batazo que hubiera sido un jonrón en la mayoría de los parques. Mays, que jugaba relativamente adelantado, despegó y corrió de espaldas a la pelota un largo trecho, la atrapó por encima del hombro a aproximadamente 460 pies del plato, se giró y disparó. Larry Doby, quien tuvo que retroceder y marcar en segunda base, se vio obligado a detenerse en tercera. Los Gigantes ganaron el juego y la Serie Mundial. “The Catch” es considerada por muchos como una de las mejores jugadas defensivas de la historia.
El pasado 6 de mayo, Mays cumplió 90 años. La presencia de Marichal, de los hermanos Alou, y la excitante y divertida forma de jugar béisbol del Say Hey Kid, Willie Mays, explican el porqué, el articulista, a pesar de haber estudiado y vivido en New York, ha sido y seguirá siendo siempre, un fanático de los Gigantes de San Francisco.