Recorrer las calles y los barrios del Gran Santo Domingo es ser testigo de que algunos salen solo a socializar
Unos de los argumentos que se escucha a diario de por qué la gente continúa saliendo de sus casas a pesar del llamado de las autoridades a mantenerse aislado, es tener que buscar el sustento de su familia, sobre todo aquellos ciudadanos que viven de lo que producen en el día a día.
Otra gran cantidad tiene que hacerlo por la obligación de salir de sus hogares y cumplir con su trabajo, debido a la magnitud de sus empleos. En este renglón se cuentan a los médicos, policías, periodistas, empleados de supermercados, bancos y farmacias.
Igualmente, continúan saliendo de sus residencias, obviamente los que requieren algún servicio como comprar alimentos, medicinas y retirar efectivos de los bancos. Hasta ahí, las razones de salir a la calle parecen estar justificadas, sin embargo, algunas personas parecen dejar sus hogares sin una razón de peso mayor.
Recorrer las calles, barrios y distintas zonas del Gran Santo Domingo es ser testigo de que algunos salen con la única finalidad de socializar con algún vecino. Ese es el caso de Andrés Pimentel, un vendedor de jugo de 68 que a pesar que no está atendiendo su negocio, pues su hija mayor lo hace por él, asegura no quiere estar dentro su casa, debido al calor que hace en la vivienda, por lo que prefiere “botar el golpe” a unas cuantas cuadras de su domicilio, ubicado en el sector de Villa Juana.
Asimismo, indica Twin Domingo Santana, de 30 años, un empleado suspendido que a pesar no tener la necesidad de salir a la calle indica que la idea de estar encerrado en casa todo el día lo hace sentirse exhausto. “En realidad yo tengo temor de contagiarme, pero estar trancado todo el día en la casa me tiene exhausto. Digo ¡waoo! uno se está volviendo loco”, comenta Twin Domingo.
En tanto que sentirse abrumado de estar en casa con su familia no es el caso de Jairo Méndez, un joven de 31 años de edad que asegura que quisiera tener la opción de no ponerse en riesgo ni exponer a su familia, pero la responsabilidad de salir a trabajar se lo impide. Aunque la labor que realiza no es vital para la ciudadanía, su empleador ha decido seguir brindando los servicios de un pequeño taller de herrería ubicado en Villa Francisca. “Yo quisiera estar en mi casa, pero aquí no han cerrado y si me voy tampoco puedo cobrar. Y ahí si se pone feo esto uno sin dinero y encerrado en casa”, indica.
La idea de mantener a los ciudadanos aislados en sus casas resulta ser un reto, sobre todo con un gran porcentaje de familia que si no trabaja hoy no come mañana o incluso ese mismo día.
De eso está consiente Onésimo Maríñes, un taxista de 45 años que cuestiona el accionar del Estado ante las dificultades que enfrentan muchas personas por no poder beneficiarse de los planes que ofrece el Gobierno. “Hay un sector importante de la población que es vulnerable y que tiene un sistema de vida de trabajo diario para poder subsistir. Ese porcentaje importante de la población vulnerable está desamparado”, afirma.
El taxista, que reside en el sector María Auxiliadora, se encontraba en un parque de esa zona cuando fue abordado por este medio, aseguró que está cansado de estar en casa pensado en que no puede trabajar porque no hay mucho qué hacer.
Y saber que no puede recibir ayuda de las autoridades, ya que por ser trabajador independiente que vive del día a día su nombre no aparecerá en ninguna nomina, lo aflige aún más. “Es muy bueno decir quédate en casa y no suplir con las necesidades de la población. No por mí, porque gracias a Dios no me hace falta comida, pero ¿y los demás? ”, se cuestiona mientras espera que pase el tiempo sentado debajo de una sombra en el parque, próximo a la casa donde vive con su esposa y cuatro hijos.
Mientras, el motoconchista Tito Alcántara manifiesta que la única razón por la que sale de su casa es porque las autoridades no le garantizan su sustento.
“El que se lleva disque de ayuda del Gobierno se va a morir del hambre; si no anda en la calle no va conseguir nada: el que contó con ellos se embromó”, dice.
Asegura que no ha dejado de salir a la calle. y aunque no consigue mucho le alcanza para comer un día, aunque sea arroz con huevo.