Enfrenta un creciente cuestionamiento social, su base natural parece alejársele y la lucha entre Danilo y Leonel amenaza su papel de partido hegemónico
El Partido de la Liberación Dominicana (PLD), se encuentra en uno de los momentos más difíciles de su historia, tanto a lo interno como en su relación con la sociedad y la imagen que ésta tiene de la organización política oficial.
Diez y ocho años de gobierno, 14 de ellos de forma consecutiva, han ido erosionando las relaciones del PLD con los demás partidos políticos, organizaciones de base y los poderes fácticos.
En ese lapso, se ha visto a la dirigencia peledeísta actuar de forma avasallante ante quienes consideran sus adversarios políticos y ante el resto de la sociedad, imponiendo su visión e intereses sin tomar en cuenta a los demás, o simplemente echando a un lado compromisos asumidos.
Esta actitud de avasallamiento no solo se ha manifestado a lo externo del partido, sino también a lo interno; ejemplo de ello, las luchas entre el presidente de la organización y expresidente de la República, Leonel Fernández, y el Presidente Danilo Medina, donde cada uno ha maltratado al otro durante sus respectivos ejercicios del poder.
En base a esta percepción es que surge la pregunta de si al PLD se le está haciendo tarde para reencausarse y nuevamente jugar un papel exitoso en las elecciones de 2020.
Principios del PLD
En su “Declaración de Principios”, el PLD establece que “se constituye como una alternativa a las prácticas individualistas, populistas y conservadoras que predominaban en nuestro país”, y señala que nace “con el propósito de completar la obra patriótica que iniciaron los Trinitarios y los Restauradores, en el sentido de lograr una patria independiente, en la que imperen la justicia social y el respeto a la dignidad humana”.
Asimismo, “reafirma su compromiso de ser una organización progresista, porque rechazamos las concepciones y prácticas populistas, autoritarias y neoliberales”, y sigue diciendo que es una organización popular, porque su compromiso fundamental es con el pueblo; moderno, porque respeta los valores, culturas y tradiciones de los dominicanos, y democrático, ya que está llamado a fomentar el derecho a la participación económica, social, política e institucional del pueblo dominicano. En cuanto a su relación con la sociedad civil, la declaración de principios del partido oficial señala que: “Nuestra organización debe tener capacidad de interpretar y representar diferentes demandas sectoriales y locales, siempre y cuando estas sean expresiones de aspiraciones e intereses colectivos legítimos. Es preciso revalorizar la necesidad de una nueva relación con las organizaciones de base y organizaciones no gubernamentales que persiguen fines sociales legítimos, desde una perspectiva lejana a la manipulación, el oportunismo y el vanguardismo. Estamos comprometidos con el estímulo y el respeto a la acción de asociaciones y movimientos de fuerte vocación comunitaria y popular, que apuntan a fortalecer el ideario colectivo de ampliar las bases de la democracia, mediante la participación responsable de lo (a)s ciudadano (a)s, a través de las diversas expresiones organizativas”.
Valoración social
Lo que se percibe es que la valoración social del PLD no está en sus mejores momentos, lo que ha llevado a varios dirigentes a advertir que las posibilidades de que el partido pierda las elecciones de 2020 sean reales. El endeudamiento desorbitante para crear un bienestar que no está sustentado en el crecimiento real del Producto Interno Bruto (PIB), las constantes alzas de los combustibles, injustificadas cuando el petróleo ha estado en baja; el aumento permanente de los productos de primera necesidad y el incremento de los reclamos de las más diversas comunidades a nivel nacional, colocan al PLD a la defensiva.
Esto, porque no ha podido reconstruir sus relaciones con las organizaciones de base, y la práctica neoliberal de gobierno ha fomentado el asistencialismo y un golpeo constante contra la clase media que aleja al partido de su principal base de electores. Igualmente, la inseguridad y criminalidad que cada día toca a la familia, la descomposición que afecta a instituciones como las diferentes ramas de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, así como la inacción del Gobierno para ponerle freno, colocan al PLD en una posición difícil ante la ciudadanía.
Frente a la corrupción
Conjuntamente con los factores antes señalados, el PLD enfrenta una falta de credibilidad creciente de parte de quienes observan cómo, desde el Gobierno y el partido, manejan los hechos de corrupción que de forma sistemática se destapan, y donde uno sustituye al otro. El caso más emblemático es el de la constructora brasileña Odebrecht, negado en principio, pero aceptado a la fuerza por hechos que se desataron en otros países, y por el cual están siendo acusados legisladores y funcionarios relacionados a los períodos de gobierno de los expresidentes Hipólito Mejía (2000-2004) y Leonel Fernández (2004-2012), pero se excluyen a los del presidente Danilo Medina. Los constantes cuestionamientos al Gobierno y al PLD sobre la inacción frente a la corrupción, ha forzado a que se ejecuten algunas acciones, la última de éstas el sometimiento a los relacionados a las ventas de terrenos en Los Tres Brazos, autorizados por la dirección de la Corporación Dominicana de Empresas Estatales (Corde) y avaladas por el Registro de Títulos. Los factores señalados son sólo algunos de muchos que colocan al PLD frente al escrutinio social y para los que el partido oficial ni el Gobierno parecen tener respuestas.
Enfrentamiento entre Danilo y Leonel
Al margen de la valoración que los dominicanos puedan tener sobre los gobiernos del PLD, su actitud frente a la corrupción y el hecho de que no pueden exhibir un solo problema nacional resuelto, mientras crece el descontento, el factor que pone en peligro su hegemonía es la lucha interna entre Danilo y Leonel. Esta lucha se refleja de momento en el tipo de padrón a usar en las primarias con la que se escogerá al candidato presidencial de las elecciones de 2020. Las primarias son solo el reflejo de un enfrentamiento que viene de más lejos y que se ha ido ahondando con el tiempo, y el cual no parece que finalizará con la elección de uno u otro como candidato, pues las diferencias entre ambos no son de forma, sino de fondo, y ante todo, parecen que muy personal.