Cada diócesis tiene una comisión diocesana de Pastoral Penitenciaria; y más de 775 personas activas
La Pastoral Penitenciaria ha insertado a la sociedad más de 3 mil exinternos, mientras continúan trabajando para reconciliar y lograr el perdón entre la víctima y el victimario.
La prevención del delito en niños, adolescentes y jóvenes; el tratamiento penitenciario para fortalecer la educación en los recintos y centros; la reinserción social; y la recuperación de las víctimas y familiares, son elementos esenciales que ejecuta esta pastoral para prevenir el delito en el país, de acuerdo al coordinador de la Comisión Nacional de la Pastoral Penitenciaria, padre Arístides Jiménez Richardson, quien conversó con reportero de elCaribe.
“A través de mejorar las condiciones de miles de internos, contribuir con su capacitación espiritual, educativa y social, hemos ayudado a reinsertar a más de 3 mil exinternos en el territorio nacional”, dijo el sacerdote.
Además de los internos, esa pastoral atiende las necesidades espirituales del personal relacionado con el sistema penitenciario como fiscales, jueces, funcionarios civiles y policiales, militares, abogados, trabajadores sociales, y otros.
¿Cómo se maneja esa pastoral en relación a los casos difíciles de los internos?
Para manejar estos tipos de casos, buscamos la cooperación de otros organismos de la Iglesia y estos trabajan de común acuerdo con nosotros, en coordinación con las áreas de psicología, jurídica, salud, evangelización y catequesis, educativa y producción.
¿Por qué se creó la Pastoral Penitenciaria?
Esta pastoral busca anunciar en el mundo penitenciario el mensaje del Evangelio, haciendo énfasis en el mandamiento del amor, garantizando así la formación espiritual y humana de los privados de libertad. Además de ayudar social, legal y educativamente a los detenidos, con el propósito de lograr un cambio que les permita una buena reinserción social.
¿Qué es la Pastoral Penitenciaria?
La Comisión Nacional de Pastoral Penitenciaria es la acción evangelizadora de la Iglesia Católica en el mundo penitenciario, a favor de la prevención del delito, el tratamiento penitenciario, la reinserción social, atención a las familias de los internos y las víctimas, con la finalidad de promover la formación de comunidades cristianas, la comunión y la participación, a través del anuncio del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
¿En qué consiste el trabajo que realizan en las cárceles?
La Pastoral Penitenciaria realiza su labor teniendo en cuenta todos los elementos que conforman la realidad del mundo penitenciario, con miras a la formación de comunidades cristianas solidarias y participativas. También, tiene que ocuparse no sólo del delincuente, sino de los derechos y deberes del autor del delito y de la víctima, acompañando a ambos en los esfuerzos que hagan necesarios, para que, superando los sentimientos negativos, la víctima se disponga a perdonar, y al victimario se le invite al arrepentimiento y a aceptar el perdón. En otro caso, establecemos relaciones de coordinación y apoyo con grupos y organizaciones gubernamentales y no gubernamentales para alcanzar el objetivo final.
¿Cuáles cursos de formación les ofrecen?
Uno de los ejes fundamentales de esta pastoral es la que fortalece el área educativa en los recintos y centros penitenciarios. Ofrecemos los cursos talleres de Formación Integral, Humana y Religiosa, formación de básica y nivel medio, curso técnicos impartidos por el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (Infotep), entre otros.
¿Cómo evangelizan a los internos?
La pastoral tiene como objetivo principal predicar el Evangelio en todo el mundo penitenciario, a través del Kerigma, desde el interno y sus familiares, la víctima y sus familiares, el custodio, las autoridades judiciales y penitenciarias, para que en Cristo todos tengan vida abundante. Esta iniciativa promueve el anuncio gozoso de un Cristo vivo, el cual salva, lleva a la conversión y a la plena conciencia de seguirle, siendo discípulos y misioneros que viven en fraternidad en un mundo penitenciario.
¿Qué sucede con los internos cuando salen de la cárcel? ¿Le dan seguimiento? ¿Lo integran a la Iglesia?
Tenemos diseñada las estrategias para garantizar la continuidad de los estudios del interno que recibe la libertad, ya sea esta condicional, definitiva o de otra naturaleza. También, ofrecemos, mediante las Casas del Redentor, charlas y talleres, formación psicológica y espiritual, con el objetivo de contribuir al crecimiento del exinterno y sus familiares. Nuestra dinámica es acompañar a quien ha alterado el orden social preestablecido; tratarlo integralmente para proveerle de las condiciones de adaptabilidad de las que, posiblemente, estaba carente y crear la actitud de arrepentimiento que conduzca al penado a evitar un nuevo daño a la convivencia humana; y retornarlo para un reencuentro armonioso con la sociedad de la que estuvo separado por un tiempo determinado.
¿Cómo se inserta el interno a la sociedad?
Entendemos que el tema de la reintegración social del individuo debe agotar diferentes etapas, para poder garantizar un resultado efectivo. Este proceso de reintegración debe comenzar con la atención penitenciaria y concluir con la post-penitenciaria. Estas etapas son la acogida del interno a su llegada al recinto penitenciario; el acompañamiento espiritual y académico; el apoyo de las diferentes terapias ocupacionales; la coordinación con el interno, para que sea su acogida al salir de la prisión, haciendo el contacto con sus familiares y victimarios, para el acercamiento de todos; y el seguimiento y acompañamiento de la asistencia post-penitenciaria que ofrece la Casa del Redentor, que les asiste, a través de una pastoral de conjunto y una formación integral de educación, salud, asistencia jurídica, asistencia espiritual, ayuda psicológica y ayuda laboral.
¿Qué mensaje le envía a los internos?
A través de esta pastoral, los invitamos a tomar conciencia de su situación personal, búsqueda de la verdad de Jesucristo; la condición de cada ser humano es sagrada y como la misión de todo ser humano es contribuir al bien de cada persona, hay que cerrar puertas de las experiencias dolorosas para construir una nueva sociedad, sin vértigos, sin violencia, sin odios, donde reine el amor de Dios que hace nueva todas las cosas.
Y a la sociedad ¿Qué le diría?
Que el ser humano es, por vocación divina, un ente social, llamado a convivir con los demás, a peregrinar en esta vida junto a otros. De ahí que, estar aislado es contrario a su naturaleza. Al día de hoy, las sociedades no encuentran un mecanismo eficiente para rehabilitar y reeducar a aquellos que han atentado contra la buena convivencia planteada por las leyes. La reincidencia nos preocupa, tal vez, no nos damos cuenta que se debe tocar el corazón humano, y que se debe llegar más allá de las estructuras.
Acción
El concepto de prisión ha sido replanteado a nivel mundial. Se han endurecido las penas, y sin embargo, la violencia y el crimen no se han detenido.”
Tema
Hay que cerrar puertas de las experiencias dolorosas para construir una nueva sociedad sin violencia, sin odios, donde reine el amor de Dios”.