Quién no se ha encontrado con un grupo de fervientes seguidores del evangelio que con megáfono en manos anuncian al “mundo” que “Cristo Viene”. A cuántos oídos no ha llegado el relato de un “exdrogadicto” o “exdelincuente” que asegura que la “sangre de Cristo lo limpió”.
No hay censo o estudio que mida el impacto del evangelio en los miles de personas que aseguran salieron de las penumbras de una vida desordenada marcada por la drogadicción, delincuencia o criminalidad gracias al poder de la fe, pero la hilaridad de los testimonios en el tiempo y la conducta mostrada parecen dar cada vez más peso a esta conversión.
José Corporán afirma haber encontrado en los “camino del Señor” además de salvación su propósito en la vida. A sus 16 años ya estaba envuelto en el mundo de las drogas, de donde asegura lo sacó la mano poderosa de su Dios.
Con el tiempo, debido a una profunda reflexión y fundamento bíblico, asegura, no solo se convirtió en un hombre reformado, también se hizo psicólogo clínico y formó su propio centro para trabajar con el “perdido”, con el rechazado.
“Yo soy un restaurado por el poder de La Palabra”
“Fui drogadicto y hoy día soy psicólogo clínico. Me he preparado por la pasión que tengo con el trabajo que hay que hacer con el de la calle, con el que nadie quiere”, expresa.
Corporán lleva nueve años al frente de la Fundación Casa de Restauración y Rehabilitación Dios es Fiel, un centro cristiano para la renovación de personas con problemas de adicción a las drogas.
Como director ejecutivo, lo define como un centro basado en la fe y en la evidencia científica que, según dice, recibe el apoyo voluntario de un equipo multidisciplinario compuesto por psicólogos, terapeutas, maestros, enfermeros y un personal que se ocupa de la parte espiritual y de la reinserción social.
“Dios me tenía en el camino trabajar con el adicto a la manera de Dios”, precisa al hablar sobre su historia de vida.
Sostiene que el poder del evangelio en Koinonía con la ciencia es una fórmula que da su resultado.
“Dios lo hace como él quiera, pero desde el principio de la humanidad estamos viendo que habían médicos y los propios reyes tenían consejeros. Cuando un muchacho viene violado por su propio papá, eso no se resuelve con cualquier cosa, no, ahí viene lo espiritual, hay que sanar, también entra la ciencia, porque el Señor tiene su bulto de herramientas, tiene psicólogos, psiquiatras, terapeutas en ese bulto de herramientas”, comenta.
¿Se sana el adicto?
Esto preguntó elCaribe. Corporán no dudó en destacar las bondades y virtudes del “Dios todo poderoso” y cómo manifiesta su gloria en el creyente. Sin embargo, dice que una gran parte de la obra sanadora dependerá de la actitud y voluntad de la persona que tiene el problema.
“El que está dispuesto claro que va a ser restaurado… en las adicciones solo Dios puede sanar y curar, pero cuando Dios sanaba a una persona le decía vete y no peques más. El problema de la adicción es que es una enfermedad física y mental”, explica.
Admite que en sus inicios tuvo recaídas que atribuye a no haber identificado a tiempo otros problemas subyacentes que lo llevaron a refugiarse en las drogas a temprana edad.
Un esfuerzo entre Dios y el hombre
“Yo estoy en construcción cada día, si me descuido y si en esa construcción de mi vida nueva pongo un mal block ¿qué va a pasar?”, reflexiona.
A pesar de ello, está convencido que del “Padre Celestial” proviene la fuerza y el entendimiento para superar la adicción y cualquier otra adversidad.
Un equipo del periódico elCaribe se trasladó a la Fundación Casa de Restauración y Rehabilitación Dios es Fiel para conocer de cerca la labor que realiza y el impacto en esta población. La fachada de la edificación, ubicada en el kilómetro 23 1/2 de la autopista Las Américas, es muy distintiva, la adornan grandes letras de un mensaje que reza “Dile no a las drogas”.
Una vez adentro, un creativo mural recrea de un lado el funesto destino de la adicción y por otro, la liberación de la intervención divina, arte que salió de las manos y la imaginación de hombres que se sacudieron de los lazos de la adicción.
Eran las 10:00 de la mañana, justo la hora de la terapia de grupo. Tras dejar sus habitaciones ordenadas y dedicar un tiempo devocional, se sentaron en el salón de reunión para dar inicio a la sesión donde expresan sus sentimientos, preocupaciones y experiencias. El tema consistió en destacar “las características de un adicto”, porque uno de los principales objetivos es hacer a este grupo consciente de que tienen un problema de adicción que necesitan resolver.
“Mi familia no quería verme”
“Cuando llegué a este lugar vine con una vida desordenada, sin esperanzas y sin fe. Yo vengo de una vida donde aun mi familia no quería verme, no querían hablar conmigo y ya puedo tener una comunicación con ellos. Dios me ha devuelto el aliento de vida”, cuenta a elCaribe Joel Rodríguez.
Amable y genuinamente el hombre de 38 años decidió contar su historia para así enviar un contundente mensaje a los jóvenes que están atravesando problemas de adicción a las drogas, al juego, a la pornografía y a otros tipos de hábitos dañinos.
“Por medio de la adicción conocí estar en la cárcel, en la calle, experimenté dormir en un parque, en carros viejos. Fui rechazado por la sociedad y la gente me decía que no quería estar cerca de mí y hoy la gente me busca y conversa conmigo”, dice con notable agrado.
“La droga es el producto más fuerte que Satanás ha tirado al mercado”
En la conversación, llega a comparar su historia con la del “endemoniado gadareno” que relata el libro de Lucas 8:26 del cual se dice no moraba en casa, sino en los sepulcros y de quien Jesús había expulsado una legión de demonios.
“Puedo decir que la droga es el producto más fuerte que Satanás ha tirado en el mercado, porque te roba todo, la moral, los principios, tu familia, llegas a un momento cuando consumes drogas que no piensas en nadie, ni en ti mismo, te olvidas hasta de bañarte y de comer”, confiesa.
Aunque le faltan cinco meses para completar el programa de rehabilitación a lo interno del centro, con apenas cuatro meses allí asegura sentirse un hombre nuevo.
“Creo que esta es la última vez. Yo siempre recaía, porque no buscaba esa ayuda en Jesús. Lo intenté de muchas formas, a veces decía que solo iba a consumir una sola en la noche y no iba a consumir más y siempre volvía a lo mismo, pero ahora me aferró en Jesús y ya en mi cuerpo no hay ansiedad, no hay deseos de consumir. Antes no podía durar dos horas sin consumir, consumía cocaína y la última fue muy fuerte, fue crack”, relata.
“Yo me rendí en los brazos de Dios y me dio su ayuda. Dice su Palabra: venid a mí los que estén cansados que yo les haré descansar, y ese descanso ha venido a mi vida”, dice convencido.
De las drogas al liderazgo
La filosofía de esta fundación es que sus egresados puedan ser líderes y referentes para otros jóvenes, tal como sucedió con Ricardo Núñez quien en solo dos años pasó de ser un joven con problemas de adicción y depresión a convertirse en el director a cargo del centro.
“Cuando llego a este lugar comprendo y acepto que tengo una enfermedad llamada adicción y cuando conozco al Señor Jesucristo pude aceptar que mi pasado solo fue una lección de vida, no una sentencia. Pude entonces escribir una nueva página y empecé a trabajar en todo lo que me llevaba a consumir, porque tenía otros problemas de conducta y con la mente sobria entendí lo que tenía que hacer”, resalta Núñez.
Cuenta que su suplicio comenzó a los 19 años. Y aunque empezó con pequeñas dosis controlables, cuando cursaba sus estudios técnicos en Mecatrónica y Electrónica Industrial, luego se convirtió en una terrible adicción.
“Mi madre gastó mucho dinero en psicólogos y no pasó nada”
“Viví una vida desordenada. Mi familia, mi madre principalmente, me llevó a muchos lugares, gastó mucho dinero en psicólogos para ver cómo controlaba mi adicción y nunca pudo. Pero solamente Dios liberta al adicto y rompe esa cadena”, afirma. El punto detonante fue una depresión. “Empiezo a perder confianza en personas que confían en mí. Pierdo el trabajo, mi primer matrimonio, quien es la madre de mi hija y vehículo. Por culpa de las adicciones empiezo a perderlo todo poco a poco”, cuenta. Al preguntarle sobre su familia en ese proceso, subraya que a su hija, que tiene hoy 16 años, le tocó vivir la ausencia intermitente de su padre. “Nunca se dio cuenta (de los problemas de adicción de su papá), hasta ahora tampoco lo sabe. Aunque ella se preguntaba por qué pasaban meses en los que a veces no le hablaba”, precisa.
Núñez representa la adicción como una bola de nieve que va en picada, “empieza pequeña y cuando vienes a ver ya es gigantesca”.
En las drogas hay un solo destino: cárcel, hospital o muerte
Hoy desde la Fundación Casa de Restauración y Rehabilitación Dios es Fiel exhorta a jóvenes de las consecuencias de caer en las garras de las drogas.
“Me di cuenta de que no hay éxito en el consumo de drogas, no hay un final feliz ahí. Todos los sueños se desvanecen. La droga no tiene distinción de personas, puede agarrar al grande, al pequeño, al blanco, al moreno, al rico, al pobre, para todos es el mismo destino: cárcel hospital o muerte. Aunque pasaron muchos años de adicción, pude conocer a Dios y entender que Dios liberta al adicto”, reflexiona.
No llegan los recursos del Estado
En los dos centros habilitados por la fundación hasta el momento permanecen 80 personas de 18 años en adelante. Está en planes la apertura de un centro para mujeres debido a la necesidad y vulnerabilidad de este segmento de la población.
José Corporán destaca que hay centros “basados en la fe” que están haciendo un trabajo excepcional “con los dedos”. Como vicepresidente de la Red Nacional de Centros Cristianos Renacerán, informa que en el país operan unos 30 centros con esta naturaleza. Lamenta que a pesar de ser una organización sin fines de lucro que cuenta con todos los permisos correspondientes, no reciban fondos directos del Gobierno.
Precisa que apenas reciben de la Procuraduría “unos chelitos” por estar entre las entidades que trabajan con temas de drogas. Con orgullo dice que aunque ha tenido que tocar muchas puertas y de enviar cartas a empresas y amigos para solventar el proyecto, tiene una política definida de no mandar al interno a la calle a pedir.
Buscan al perdido y entran a la familia
Se trata de un programa voluntario y residencial para personas vulnerables y de escasos recursos.
De acuerdo con su director ejecutivo, una vez el interesado solicita su ingreso, un psicólogo o terapeuta de turno le hace una evaluación para ver si el perfil aplica.
La experiencia trabajando con personas con problemas de drogadicción le ha enseñado la importancia de la familia en estos procesos.
Un punto común de los jóvenes ingresados en el centro es que muchos vienen de familias disfuncionales, por tal razón tratan de involucrar al núcleo familiar en esta etapa. “Hemos alcanzado esto en un centro cristiano donde se predica a Cristo todos los días. A través de capacitarnos y pedirle al Señor sabiduría, llegamos a la conclusión que a esto debíamos meterle el toque de la psicología y la psiquiatría”, concluye.
La Fundación Casa de Restauración y Rehabilitación Dios es Fiel dedica todas las mañanas un tiempo devocional para la oración y lectura de las sagradas escrituras.
También cuenta con un plan de evangelismo en el que cada viernes un equipo se traslada al Parque Enriquillo, Distrito Nacional, para ofrecer almuerzo a las personas de la calle (indigente) y compartir la palabra de Dios.