Afirma que la preocupación social es parte de la doctrina de la Iglesia
Para el padre Milcíades Florentino, ser sacerdote hoy día implica vencer muchos desafíos, que van desde lo personal hasta lo social. Señala que un sacerdote no puede dormirse tranquilo frente al dolor de la injusticia ajena, del hambre, de la violencia, de la desnudez, pues entonces sería un extraterrestre.
No obstante, observa que los sacerdotes deben cuidarse de centrar las luchas sociales en su propia persona, ya que dejaría de ser un ente de equilibrio y opacaría el papel social de la Iglesia misma.
Sostiene que ante una sociedad en desbandada, que necesita de íconos morales, el aporte de los sacerdotes no solo debe circunscribirse a ser un hombre de Dios, sino ser un ente de equilibrio en los momentos de dificultades, para que los hombres nos dejemos llevar por la razón y no por los instintos.
Al conversar con elCaribe, el padre Milcíades habló de sus 25 años de ordenación sacerdotal, que celebra mañana martes día 3, así como de los problemas que enfrenta la Iglesia Católica debido a los escándalos que la han sacudido en los últimos años
¿Cuándo decidió ser sacerdote?
A los 16 años, estando en la escuela, cuando sentí un fuerte y contundente llamado del Señor, cuando yo ni siquiera estaba pensando en eso. A mitad del bachillerato, la experiencia del encuentro con Dios me sacó del camino “normal” de los jóvenes, comencé a acudir a jornadas vocacionales.
¿Cómo reaccionó su familia?
Para entonces, la Iglesia era una institución con una influencia moral muy fuerte a nivel universal, y en el país era impensable un desliz de la Iglesia. Pero mi familia no estaba preparada para ello, y siempre surgen preguntas, de la familia, de la comunidad, pero afortunadamente, después de hacer mucho rodeo para decírselo a la familia, se lo dije a mi mamá, luego a mi papá y a mis hermanos, y recibí el apoyo de todos.
¿Cómo fue su proceso de formación?
En 1983, ingresé al Seminario Propedéutico en Baní, a cargo del padre Lorenzo Vargas. Éramos unos 15 estudiantes. Fue una experiencia hermosa, pero exigente, porque venía de un entorno barrial y escolar con lagunas. Me formaron en la parte humana, porque no hay carisma espectacular si no hay humanidad. La formación espiritual, porque somos dispensadores de los dones divinos, de las cosas que vienen de Dios. La parte pastoral, porque el sacerdote es un hombre para los demás. Y la parte académica, el conocimiento de la ciencia humana y la ciencia divina. Ya en el Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino, me formé en Filosofía y en Teología, a nivel de grado en la Pontifícia Universidad Madre y Maestra.
¿Alguna vez pensó abandonar?
En mi caso, no fueron demasiadas las tentaciones para abandonar el camino, como es aspirar a una esposa, hijos. El conocimiento fue cada vez más claro. En el primer año, cuando entré al Seminario Mayor la presión de los estudios me llevó a pensar si lo soportaría. Pero esa etapa la superé.
¿Nunca sintió deseo de una mujer?
Por supuesto que sí. He tenido experiencia clara de amoríos en mi corazón, incluso con una persona concreta, de sentir una atracción normal, y de concebir en el corazón la posibilidad de esa complementariedad que es congénita en el ser humano, pero el llamado de la vocación ha sido más fuerte. Puede ser que la naturaleza te exija una mujer, pero si Dios te da la gracia y los medios, uno puede, en virtud de un amor mayor sublimar esa necesidad que tiene por naturaleza, porque no es que un castrado sea el sacerdote ideal, sino una persona normal, que siente y que padece, y que por llevar dentro de sí esa luz puede entender los problemas de la familia, del matrimonio.
A veces se piensa que los sacerdotes no son seres humanos…
Eso lo había dicho en la Carta de los Hebreos: el sacerdote es un común sacado dentro de la comunidad para servir a sus hermanos con la obligación de ofrecer sacrificios por sus propios pecados y los pecados de los demás. Es un cristiano que lucha como todo el mundo, lucha para mantener la gracia, la estabilidad, la conducta, y en el momento en que vence la debilidad y no prospere la gracia es normalísimo que el sacerdote falle, porque es una persona de carne y hueso, que tiene sentimientos, necesidades, y que como humano tiene una naturaleza de inclinación al mal.
¿Qué tan difícil es ser cura hoy día?
El sacerdote debe ser un personaje situado en el mundo, que conozca la cultura, el ambiente, que tenga una identidad vocacional, eclesial, un inquieto, que los problemas de la sociedad le preocupen, y que se preocupen por llevar la Palabra de Dios a los demás, el mensaje de aliento, que se niegue a ser él mismo para ser parte viva de los demás. Tenemos que estar conscientes que estamos en una sociedad en explosión, y hay tentaciones que vienen de fuera y afectan el corazón del sacerdote, como es casarse con el poder, entrar en coquetería con los placeres mundanos, montarse en el carro de querer vivir una vida cómoda, y por eso hay tantos malos testimonios, querer vida fácil, hacerse de dinero, y todo eso está ahí. Por eso, es tan fácil ser sacerdote, porque eso implica mantenerse fiel a los principios, a la vocación, al designio de Dios, a la necesidades de los cristianos para los que trabaja, donde hay divisiones y lucha humanas que se instalan.
¿Cuál debe ser el papel de sacerdote en la sociedad de hoy?
El sacerdote está llamado a ser la voz de los que no tienen voz, y en ese momento puede entrar en conflicto con el poder, su trabajo por la justicia, desde la Doctrina Social de la Iglesia, le puede llevar a enfrentar situaciones que tiene que manejar, pero sin renunciar a su ministerio de profeta y no rendirle homenaje a ningún tipo de poder. Desde el púlpito, como representante de Jesucristo, y desde la sociedad misma, como ente de equilibrio, el sacerdote está llamado a ejercer un papel de primer orden.
Entonces, ¿el sacerdote deber tener inquietudes sociales?
Creo que el sacerdote, dentro de todo lo que hay que hacer, tiene que ser un inquieto social: no puede dormirse tranquilo frente al dolor de la injusticia ajena, del hambre, de la violencia, de la desnudez, pues seríamos extraterrestres. Eso lo dice el papa Francisco, y todo sacerdote que ha descubierto bien su vocación sabe que es un llamado a bajar.
Es la prédica del papa…
Pero el papa decía hace días en El Vaticano que no hay autoridad más legítima que aquella que se baja para ver la necesidad del pobre, de manera que esa es la línea, y no es que yo lo interpreto así, eso es Evangelio puro, pero las exageraciones y querer tratar las cosas de la Iglesia con criterios grupales y otro tipo de filosofía hace mucho daño.
¿Eso plantea compromiso social?
El sacerdote tiene que ser libre frente a cualquier movimiento social y no personalizarlo, para tener la capacidad de ser mediador ante conflictos y situaciones que tienen que definirse y no se definen, como la ley de partidos políticos, que intereses grupales impiden darle salida.
Desafío
El pansexualismo, libertinaje y hedonismo de la vida fácil que permea a los jóvenes de hoy, es un desafío para que haya más vocaciones.”
Vigilancia
Es desde la formación en el seminario donde hay que analizar las bases morales y éticas sobre las que van a descansar los sacerdotes”