La educación superior es una realidad diferenciada de los demás niveles educativos, y que implica una serie de complejidades que pocas veces son asumidas con rigurosidad.La cuestión es que, además de la formación de profesionales, abarca ámbitos muy importantes como son las ciencias, las tecnologías, la innovación, entre otros, cuyas dimensiones más esenciales incluyen la producción de conocimientos científicos.
El método científico y la producción y difusión de conocimientos deberían constituirse en el quehacer de los profesores que se dedican a la educación superior en las universidades, los institutos técnicos de estudios superiores y los institutos especializados de estudios superiores. Los profesores integrados a la educación superior no deberían dedicarse exclusivamente a la docencia, ya que esta debería incluir la investigación científica y la producción de conocimientos.
Los profesores universitarios deberían conocer las dimensiones metodológicas de la ciencia para ponerlas en práctica y lograr que los estudiantes conozcan y apliquen los procedimientos de investigación y los productos científicos hallados. La investigación es una actividad esencial para elevar la calidad de la educación superior, por lo que debería formar parte de la tarea diaria del ejercicio de la docencia.
Mediante la investigación, el profesor universitario se incorpora a la sociedad del conocimiento, donde se socializan los conocimientos científicos, se acelera el ritmo de su producción, impactando la aplicación tecnológica, lo que posibilitará la recreación de nuevos espacios sociales, favoreciendo importantes mejoras en la calidad de vida y abriendo nuevas vías para acceder a la sociedad globalizada del conocimiento.
En la actualidad es frecuente el trabajo de profesores universitarios preocupados por desarrollar competencias, habilidades y destrezas en sus estudiantes para que sean capaces de hacer bien aquello que están aprendiendo; preocupación que conviene también tomar en cuenta respecto a los conocimientos básicos y actualizados sobre la materia que se enseña.
Los conocimientos básicos generalmente se construyen cuando se está cursando la carrera de grado o de maestría. Sin embargo, es importante prestar atención a que en la actual sociedad los cambios se producen a ritmo acelerado y en consecuencia nuestras competencias y conocimientos quedan con rapidez obsoletos “se trata de una esperanza de vida más breve que el tiempo necesario para desarrollar una estrategia coherente y consistente, e incluso más breve que el tiempo requerido para llevar a término un proyecto de vida individual” (Bauman, 2007: 7-8). Se impone leer mucho y sobre todo asistir a cursos de actualización de los conocimientos y métodos.
El profesor universitario debería ocuparse de su formación permanente, asistiendo a cursos, conferencias, seminarios y que los centros donde el profesor trabaja organicen eventos y pongan a disposición de los profesores universitarios procedimientos para la renovación de su equipamiento conceptual. Sus progresos en la investigación le servirán de motivación para no descuidar su continua formación.
Es importante hacer referencia a lo que se establece en la Carta Magna de las universidades europeas (Magna Charta Universitatum), denominada la Declaración de Bolonia (firmada por 450 rectores el 18 de septiembre 1988) y que se sintetizan en tres aspectos importantes: En primer término “la universidad produce y transmite de manera crítica la cultura, por medio de la investigación y la enseñanza; segundo, la actividad docente es indisociable de la actividad investigadora, y por último, la libertad de investigación, de enseñanza y de formación constituyen el principio fundamental de la vida de las universidades.
Compartimos esta reflexión con el propósito de que pensemos si realmente hemos asumido una visión integral de las labores universitarias o nos estamos concentrando fundamentalmente en la docencia