Yo, como la mayoría de los dominicanos, me sentí afectado por la suspensión de las elecciones el 16 de febrero pasado y desde en el primer momento sabía que podría ser señalado y el más perjudicado por ese nefasto evento el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), por ser la organización que gobierna al país. Sin embargo, no percibí desde un principio que “la amargura” de muchos dominicanos sería tan grande, como para llegar al caos y la intolerancia, como parte de su lucha por el respeto de “la democracia”.
He observado desde una esquina como jóvenes dominicanos, principalmente de las clases media y media alta, alzaron su voz de protesta en la Plaza de la Bandera de una forma pacífica y con una creatividad, que aunque la respeto, para mí, a veces llegaba a la vulgaridad. Tengo la esperanza de que ese despertar de parte de la juventud dominicana se extienda más allá de esta coyuntura electoral y sea expresado en su comportamiento en la sociedad, así con el levantamiento de su lucha en otras circunstancias y hechos que afecten a nuestro país.
También lo sucedido el 16 de febrero ha movido “la conciencia” de amas de casas de las clases media y alta, con los conocidos cacerolazos, que para muchos no tienen el sentido real del nacimiento de ese tipo de protesta, que es realizada por personas cuyas despensas están vacías, como ha sucedido en Venezuela y otros países.
En nuestro país esa manifestación es realizada, con todo su derecho, desde lujosos apartamentos, situados en zonas exclusivas del Distrito Nacional, donde no han cerrado un solo supermercado en los últimos tiempos y casi siempre están llenos de clientes, sin temor a equivocarme. Espero que, en algunos casos, la conciencia de esas señoras irradie una mayor luz en su mismo hogar, donde, a veces, las asistentes domésticas, choferes y otros empleados reciben un trato indigno.
Otra de mis comprobaciones en medios de los movimientos surgidos a partir de la suspensión de las elecciones es lo intolerante que podemos ser los seres humanos, incluso para defender un derecho de todo, como es la democracia, que tiene como principio el gobierno de la mayoría y el “respeto de los derechos individuales”. Las redes sociales están llenas de intolerancias, incluso de intelectuales y versados. Usted tiene todo el derecho de rebatir o disentir de la posición de otros, sin ofensa y con la mayor decencia.
Se puede ver como atentado a la democracia ( “…respeto a los derechos Individuales”), el hecho de que se haya discriminado a algunas personas en los escenarios de protesta: “Aquel no, porque en algún momento cantó en una actividad del Gobierno o fulano tampoco porque consideramos que no es poppy”. Eso no es democracia. Desde mi punto de vista, en ese escenario pudieron haber estado de manera abierta jóvenes en representación de los partidos políticos, incluyendo los del PLD, sin que eso molestara a los abanderados de la democracia que protestaron en la Plaza de Las Banderas.
Debemos apostar a la democracia, acompañada de decencia, respeto a los demás, educación, buenos modales, sin caos y con la preservación de la estabilidad de nuestra amada República Dominicana.