Donald Trump ha generado controversia al afirmar que Estados Unidos debería recuperar el control del Canal de Panamá y además de esto comprar Groelandia.
El Canal de Panamá es un punto crucial de navegación que conecta los océanos Atlántico y Pacífico. También esta el renovado interés por Groenlandia el cual tiene una importancia estratégica para Estados Unidos
A pesar de que el control de la vía fluvial fue transferido a Panamá en 1999, el próximo presidente estadounidense ha expresado repetidamente su descontento con la gestión panameña.
También en los últimos meses, Donald Trump ha vuelto a levantar la polémica sobre la compra de Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca.
Para entender esta situación, es necesario analizar las razones geopolíticas, económicas y estratégicas que han impulsado a Trump a resucitar estos viejos deseos.
La historia detrás del Canal de Panamá
El Canal de Panamá es una de las infraestructuras más importantes del comercio global. Construido por Estados Unidos entre 1904 y 1914, permitió a los barcos transitar entre el Atlántico y el Pacífico sin tener que rodear Sudamérica, ahorrando meses de viaje.
La construcción del canal costó miles de vidas humanas, aunque Trump ha elevado la cifra de muertes a 35.000, una cifra que ha sido cuestionada. De acuerdo con expertos, el número real de muertes estadounidenses es mucho menor, alrededor de 300, aunque miles de trabajadores de otras nacionalidades también perdieron la vida.
Desde su apertura, el canal ha sido de vital importancia para el comercio mundial. Actualmente, alrededor de 13,000 a 14,000 barcos cruzan esta vía cada año. Estados Unidos, seguido de China, es uno de los principales usuarios del canal. La infraestructura sigue siendo crucial para las rutas comerciales, con un alto porcentaje de la carga dirigida a puertos estadounidenses.
En 1999, Estados Unidos cumplió con los términos del Tratado Torrijos-Carter, firmado en 1977, que estipulaba la transferencia gradual del control del canal a Panamá. A pesar de esta transferencia, Trump y algunos otros políticos estadounidenses han cuestionado la decisión, sugiriendo que Estados Unidos debería haber mantenido el control.
Trump, de hecho, ha sido muy vocal sobre su creencia de que Panamá cobra tarifas “exorbitantes” a los barcos estadounidenses, lo que ha generado tensiones.
La postura de Trump ha puesto en duda la neutralidad permanente del canal, un principio consagrado en el tratado de 1977, que garantiza que la vía será de libre acceso para todos los países y no se cobrará más a los barcos de una nación que a otros.
Las declaraciones de Trump sobre el Canal de Panamá y China
En varias ocasiones, Trump ha insinuado que los “soldados chinos” están operando el canal, lo que ha sido desmentido rotundamente por las autoridades panameñas.
Aunque no hay pruebas de presencia militar china en el canal, algunos observadores han señalado la creciente influencia de empresas chinas en la región, especialmente a través de la administración de puertos en las entradas del canal por una subsidiaria de Hutchison Whampoa, con sede en Hong Kong.
Además, Panamá ha cooperado con China en proyectos como el financiamiento de un nuevo puente sobre el canal, lo que ha preocupado a Washington. Sin embargo, el gobierno panameño ha dejado claro que su soberanía sobre el canal es “innegociable” y que no permite ninguna interferencia militar extranjera.
El Canal de Panamá sigue siendo un punto clave para las rutas comerciales globales. Los barcos que transitan por él les cobran según su tamaño, lo que genera importantes ingresos para Panamá.
En el año fiscal 2024, el canal generó 3,450 millones de dólares en beneficios netos. Sin embargo, la autoridad del canal se ha visto obligada a aumentar las tarifas debido a una grave sequía, lo que ha afectado particularmente a los barcos estadounidenses, que son los principales usuarios.
Trump ha sugerido que Estados Unidos debería retomar el control del canal, ya sea mediante una negociación para reducir las tarifas o incluso, aunque de manera menos probable, mediante una intervención militar.
Esta postura ha generado preocupaciones tanto en Panamá como en la comunidad internacional, ya que un conflicto sobre el canal podría desestabilizar la región.
Respuesta de Panamá a las amenazas de Trump
El presidente de Panamá, José Raúl Mulino, ha respondido con firmeza a las acusaciones de Trump. En un comunicado, Mulino reiteró que el canal es de Panamá y que el país no está dispuesto a ceder el control ni a aceptar presiones sobre las tarifas. Además, aclaró que no hay presencia militar china en el canal, refutando las afirmaciones de Trump.
Aunque la posibilidad de una intervención militar para recuperar el canal parece remota, algunos analistas sugieren que la administración de Trump podría recurrir a otras tácticas, como presionar a Panamá para que reduzca las tarifas o modificar las condiciones del tratado.
Sin embargo, cualquier intento de intervención directa se mostraría altamente controversial y podría dañar las relaciones internacionales de Estados Unidos.
¿Por qué Donald Trump quiere comprar Groenlandia?
El deseo de Estados Unidos por adquirir Groenlandia no es algo nuevo. En 1946, el presidente Harry Truman ofreció a Dinamarca 100 millones de dólares en oro por la isla, aunque la propuesta la rechazaron.
Desde entonces, el territorio se muestra con un alto interés estratégico para los Estados Unidos, que desde la Segunda Guerra Mundial han mantenido una presencia militar importante en la isla. Groenlandia alberga la Base Espacial de Pituffik, que juega un papel clave en la defensa de la OTAN y en la vigilancia de misiles.
Los recursos naturales de Groenlandia
Groenlandia es una de las islas más grandes del mundo, y a medida que el cambio climático derrite el hielo, emergen nuevos recursos naturales de gran valor. Estos incluyen minerales críticos como el uranio, el petróleo y las tierras raras, esenciales para la fabricación de tecnologías de vanguardia, como baterías eléctricas y turbinas eólicas.
El control de estos recursos podría ser una de las motivaciones económicas de Trump, especialmente en el contexto de la creciente competencia con China, que ha ganado gran influencia en la región.
Además, Groenlandia posee una de las rutas marítimas más cortas entre Europa y Asia, lo que abre nuevas posibilidades comerciales y de defensa.
Con el deshielo, los barcos de guerra y mercantes pueden transitar por el Ártico más fácilmente, lo que plantea un desafío a las potencias rivales, como Rusia y China, que también buscan ampliar su presencia en la región.
La Doctrina Monroe y la seguridad nacional
Una de las razones subyacentes al interés de Trump por Groenlandia es la estrategia de defensa de Estados Unidos, que sigue los principios de la Doctrina Monroe, que data del siglo XIX.
Según esta doctrina, Estados Unidos se reserva el derecho de impedir la influencia de potencias extranjeras en el continente americano.
En un momento de creciente tensión internacional, con Rusia y China expandiendo su presencia en el Ártico, Trump ha manifestado que la compra de Groenlandia podría ser crucial para asegurar la soberanía estadounidense sobre la región y prevenir cualquier posible base militar de estas naciones en el territorio.
A pesar del interés de Estados Unidos, Groenlandia no está dispuesta a venderse. Aunque el gobierno danés ha mantenido históricamente el control sobre la isla, Groenlandia disfruta de un alto grado de autonomía y tiene la opción de declararse independiente mediante referéndum.
El primer ministro de Groenlandia, Mute Egede, se muestra firme en rechazar cualquier idea de que la isla se venda, ya sea a Estados Unidos o a otro país.
“No queremos ser daneses, ni estadounidenses, queremos ser groenlandeses”, ha afirmado en diversas ocasiones.
A pesar de que Groenlandia ha rechazado categóricamente la idea de vender la isla, no es imposible que Trump busque nuevas formas de influir en la región, como aumentar la cooperación económica o firmar acuerdos de seguridad con Dinamarca y Groenlandia.
Algunos analistas sugieren que Trump podría ofrecer mayores subsidios a Groenlandia a cambio de acuerdos de seguridad más favorables para Estados Unidos.